Encontrarnos en armonía y aceptar el cambio de una
manera positiva nos puede ayudar en nuestro crecimiento.
Hay cinco aspectos del cambio que conducen a un cambio exitoso
y cómodo. Si elegimos aceptar estos cinco aspectos, la transición producida por
un final puede ser más suave, incluir menos sufrimiento y podemos seguir
adelante con más comodidad y hasta gozo.
El primer aspecto es darse cuenta.
Necesitamos saber que un final es un cambio. Este darse
cuenta incluye el reconocimiento de que un cambio ha ocurrido. Requiere que
observemos lo que terminado y dejemos ir lo que ya es pasado. La percepción de
un final como un cambio es más cómoda que anticipar y tener la expectativa de
sentirlo como una pérdida. Debemos darnos cuenta de que algo está completo, aún
cuando no haya terminado de la manera como hubiéramos deseado, o no haya sido
nuestra decisión.
El segundo aspecto de un final exitoso es la aceptación.
La aceptación es una elección. Podemos saber que el cambio nace de un final y que el
crecimiento nace del cambio. Cuando sabemos realmente esto, estamos en un lugar
de conciencia donde podemos aceptar, en vez de negar o resistirnos. Podemos ver
el bien potencial en el cambio que un final puede proporcionar.
El tercer aspecto de un final exitoso es la no
resistencia.
La no resistencia nos permite decir “Hágase Tu voluntad” según la sabiduría
perfecta de Dios, Su tiempo perfecto, Su orden perfecto. La no resistencia nos
permite decir: “En
Tus manos pongo el resultado del final ante mí, porque sé que tú, Dios, eres
sólo bien y obras en mi vida”. La no resistencia es una expresión Hermosa de nuestra
confianza, nuestra fe y nuestra fortaleza espiritual. Así como el darse cuenta
y la aceptación, la no resistencia es una elección. Es una elección
particularmente sabia cuando el final que enfrentamos es inevitable. Al elegir
la resistencia elegimos la lucha, la desilusión o el dolor.
Es posible lograr la no resistencia aunque no sea un estado
conocido. Tenemos que estar dispuestos a practicarla. No tenemos que ser
expertos para comenzar. Por medio de esta práctica de la no resistencia podemos
avanzar con más facilidad a través del cambio. No tenemos que sentirnos apresurados
acerca de lo que será o que estamos siendo arrancados forzosamente de nuestro
presente por lo que está por delante.
La cuarta parte de un final positivo es el perdón.
El perdón verdadero tiene muy poco qué ver con la
persona, la relación personal o la situación que debe ser perdonada. Tiene todo
qué ver con la paz que sentimos ultimadamente a pesar del final ante nosotros.
El perdón nos libera de la esclavitud de las circunstancias. Nos permite
liberar lo que ha ocurrido, en vez de aferrarnos a ello y a su dolor. El perdón
nos permite tratar de nuevo, creer de nuevo y amar de nuevo. El proceso del
perdón es a menudo continuo, en vez de un acontecimiento aislado. Podemos
descubrir que necesitamos continuar perdonando más allá de un final y de un adiós.
Mientras hayamos comenzado y estemos dispuestos a logarlo, el perdón puede
proveernos una paz duradera.
Gratitud es el quinto aspecto de un final exitoso.
La gratitud también es una elección. Podemos sentir gratitud
aún cuando lo que ha terminado no es algo que hemos elegido perder o dejar. Podemos
sentir gratitud aún en esos momentos en que no queremos decir adiós. La gratitud
verdadera no tiene condiciones ni exige promesas ni garantías. Es la expresión
natural de uno de nuestros dones espirituales. La gratitud es el vástago del
amor. No tenemos que sentir gratitud para elegirla. A veces la sentimos hasta
después que la hemos elegido conscientemente. La gratitud nos eleva, nos
capacita, nos libera y tiene el
potencial para sanarnos.
Fuente: Dianne B. Camp
Guía de Supervivencia
NVA AvanCe
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