domingo, 8 de noviembre de 2015

EL AGUA DE RESERVA


Érase una vez, hace muchas, muchas lunas, que en un reino más allá de los mares, vivía el anciano Khor, un ser que gozaba de gran fama por sus lúcidas intuiciones acerca de los acontecimientos que se avecinaban.
Un día, el anciano Khor ascendió a la montaña y desde lo alto dirigió a todo el género humano una advertencia: "En cierta fecha", dijo: 

"Todas las aguas del mundo, desaparecerán para, más tarde, volver nuevamente a fluir, pero ¡Atención! Desde entonces, brotará un agua diferente, un agua que al ser bebida, enloquecerá y desviará a los hombres de su coherencia fundamental.

Acrón y Turak, dos hermanos artesanos que permanecían atentos a las inspiradas palabras de los ancianos, prestaron oídos al significado de esta advertencia, así que comenzaron a recoger agua de su manantial y depositarla en grandes tinajas a fin de guardarla en lugar seguro. Con esta medida, los dos hermanos pretendían mantener la cordura mientras fluyese el agua contaminada que el sabio había anunciado. Y efectivamente, en la fecha indicada, los torrentes dejaron de correr, los pozos se secaron, y tras tres días de sequía e inquietud, de nuevo las aguas comenzaron a correr. Acrón y Turak, viendo lo que estaba ocurriendo, se dirigieron a su refugio y bebieron del agua que habían guardado.

Al cabo de dos semanas, decidieron visitar el poblado y pasear por sus calles para observar lo ocurrido entre sus habitantes. Tras recorrer las plazas y los mercados, comprobaron asombrados que las gentes pensaban y hablaban de forma totalmente diferente a la anterior. Ni  siquiera tenían memoria de lo que había sucedido. Tampoco recordaban haber sido prevenidos. Y además, cuando los dos jóvenes trataban de comunicarse con cualquiera de ellos, recibían respuestas absurdas e incoherentes.

Acrón y Turak, no tardaron en darse cuenta de que todos los habitantes de aquel poblado se habían vuelto locos. Aquellas gentes parecían perturbadas y mostraban hostilidad o compasión en lugar de la lógica habitual que los dos jóvenes esperaban.

Acrón y TuraK regresaron rápido a su refugio y durante las primeras semanas bebieron del agua que habían guardado en sus tinajas. Pero finalmente, al cabo de 40 días de soledad y resistencia, Turak no aguantando más, tomó la decisión de beber de la nueva agua por contaminada que estuviese. Turak reconocía no poder soportar su aislamiento por la diferencia de orientación entre su mentalidad y la del resto del mundo.

Aquella mañana, Turak se despidió de un Acrón que había decidido permanecer, esperar y permanecer fiel a sus Valores, atestiguando lo que sucediese.

Al poco, Turak sació su sed con la nueva agua y, de repente, se volvió como los demás.

Al poco, se produjo la transformación. Turak olvidó completamente todo lo referente al agua especial que tenía almacenada, y cuando volvió al poblado y se entremezcló con sus amigos y vecinos, todos comenzaron a mirarlo asombrados y decir con júbilo:

¡Mirad! Es la primera vez que un loco ha sido restituido milagrosamente a la cordura. 


REFLEXIONES

¿Tan relativa es la llamada “Verdad”? ¿Da igual cualquier posición que los seres humanos adopten frente a la vida? En realidad, 

Todas las descripciones de la realidad son hipótesis temporales.
Buda

Tal vez, las elecciones entre una y otra hipótesis se deban a los particulares intereses que pueda tener la persona y al desarrollo evolutivo que ésta haya alcanzado. En este sentido se afirma que cuanto más despejado esté el contacto con nuestra alma, más nos inclinaremos hacia decisiones y actitudes que se aproximen a la Bondad, la Verdad y la Belleza que, como pilares esenciales, subyacen en la profundidad del Ser.

Acrón y Turak, los dos hermanos del relato, representan a las dos posiciones internas fundamentales que interactúan en el propio escenario psicológico. Una de ellas está orientada hacia el pasado y la otra hacia nuestro futuro.

No sigas la huellas de los antiguos.
Busca lo que estos buscaron.
Basho

Mientras que la de Turak, el hermano que se rinde, está más cerca de la naturaleza instintiva y gregaria que representa la historia preconsciente del ser humano, la otra representa el principio de lucidez por el que somos capaces de mantener estable nuestra visión interior acerca de lo que se obtiene con la certeza intuitiva y el aplazamiento. Mientras una posición pone el acento en lo que se pierde mirando hacia atrás, la otra enfoca hacia delante y en todo aquello que se gana. Acrón, el hermano que sabe controlar y esperar, asume su independencia y singularidad, manteniendo sus diferencias y optando por el regalo que supone la íntima promesa de un nivel interior más desarrollado y lúcido.

A menudo, cuando nos vemos en la tesitura de aguantar la soledad, aplazar el deseo y resistir la tormenta, estamos enfocando nuestra mente en el tesoro que promete el ejercicio de nuestra particular espera. El sujeto que logra mantener su propósito existencial y actuar con coherencia, hace gala del grado de Excelencia que ha logrado alcanzar. Una capacidad que le permite asociar los esfuerzos del propio “aguante” con la evitación del dolor que lo amenaza si se “deja llevar”. En muchos casos, la simple renuncia y el sacrificio temporal están vinculados a la gran promesa de placer y de gozo que se avecina.

En este sentido, la importancia del ser humano no consiste en lo que logra, sino en lo que ansía lograr. La calidad y el alcance de las propias metas existenciales definen el ámbito de nuestra capacidad de vivir y el rango de nuestra evolución.

Si tu vida tiene un “por qué”, podrás sobrellevar cualquier “como”.
Nietzsche

El relato del “Agua de Reserva” se desenvuelve en el territorio de la motivación. Un móvil que dinamiza y trasciende a la tradicional “fuerza de voluntad”. Algo que se ve corroborado cuando, por ejemplo, un adolescente se ve obligado a levantarse a las cuatro de la madrugada para preparar un examen. Es evidente que tal acción será realizada con distinto talante que si se levanta a dicha hora para ir a esquiar. En ambos casos, el número de horas dormidas es el mismo, sin embargo, la presencia de una gran motivación altera rotundamente el grado de dificultad que la naturaleza presenta.

Cuando los adictos al alcohol o a otras sustancias superan su deseo compulsivo hacia ellas, a menudo mantienen una terrible lucha entre dos partes internas, la una le lleva a la satisfacción de un placer inmediato, la otra a la conquista de un gozo superior de libertad y autodominio. En este escenario de conflicto y frustración, quedan pocos recursos para encontrar paz en sus corazones.

Universo.
Dame serenidad para aceptar aquello que no puedo cambiar.
Coraje para cambiar aquello que sí puedo.
Y sabiduría para reconocer la diferencia.
Oración de la Serenidad

¿Cómo transformar el deseo de satisfacer lo que la naturaleza parece demandar? ¿Cómo alcanzar esa libertad y ecuanimidad que durante milenios se ha basado en el desarrollo interior?

Los cuentos infantiles suelen representar magistralmente los dos principios básicos: El del placer y el del deber. En el caso del conocido cuento de los “Los Tres Cerditos” se observa a un cerdito diligente que cumple con su deber y otro perezoso que se orienta hacia la gratificación inmediata que lo esclaviza a la satisfacción de su deseo más primario.

Pero ¿Qué pasa en la vida de los seres humanos adultos cuando el deseo y la pasión pueden más que la propia concepción del deber? ¿Qué sucede cuando la pereza y la desidia inundan la mente? ¿Qué le pasa al llamado “pecador”?
En realidad, cuando pasamos por un proceso de comprensión y aceptación y liberamos a nuestra mente de sus culpas, también terminamos por liberar a los demás de las suyas.
Mientras que la “medida justa” de auto-reproche puede ayudarnos a evitar conductas no deseadas, por el contrario la condena de culpabilidad y el destierro a nuestras debilidades son posturas muy superficiales. Tal vez, antes de hacer juicios condenatorios convendría ensanchar la visión lo suficiente como para reconocer que no hay errores ni fracasos en el sentido más literal. En todo caso, lo que hay son aprendizajes y experiencias.

No se puede conocer el bien, si su opuesto no existiera.
Heráclito

¿Quién está libre del error y de la miseria? El hecho de “bajar a los infiernos” para luego ascender sobre la experiencia vivida, recuerda a la parábola evangélica de un Hijo Pródigo que tras hacer el camino de la vida vuelve al hogar del Padre con todo el júbilo y celebración que esta reunión consciente conlleva.
El mismo hecho lo encontramos en la mitología budista en la figura de Shidarta y Govinda, ambos buscadores de sí mismos y peregrinos del camino iniciático hacia su realización integral. El primero pasa por las experiencias más vitales y extremas, abraza el mundo, ríe y llora, se apasiona, tiene un hijo, se despista del camino y finalmente “toca fondo” hasta emerger y llegar al estado de Buda. El segundo, cuya orientación vital es más académica y teórica, termina por cerrar sus ojos internos a la vida y acartonarse entre la presión extrema de las reglas y los modelos.

Proyecta como si fueras a vivir para siempre y vive como si fueras a morir mañana.
Alanus de Insulis

¿Qué sucede con los seres que vienen ya dotados de la suficiente capacidad como para vencer la negligencia y la pereza? De hecho, cuando se logra vencer el desinterés y se ejercita la capacidad de automotivación con las renuncias que esto conlleva, se obtiene el premio que otorga el logro y las ventajas derivadas de la meta alcanzada. En realidad, así como el éxito es lograr nuestros objetivos, la Felicidad brota al darse cuenta de que los hemos conseguido.

Y volviendo al relato del “Agua de Reserva”, ¿qué clase de locura había contaminado a los habitantes del poblado?  Si un ser humano del siglo XXI tuviese que definir el estilo de locura que sufre el poblado del cuento, pero aplicado a nuestra actual modelo social, tal vez hablaría de síntomas tales como: Amnesia de los Valores de cooperación y respeto, consumismo ilimitado, modo de vida superficial, materialismo a ultranza, egoísmo primario, anticipación y ansiedad infantil de obtener cosas y más cosas, y una vulgar primacía de las formas sobre los contenidos que premia el Tener frente al Ser.

¡Pueblo! Si formas rebaño, soporta a los pastores y a los perros.
Pitágoras

¿Acaso nuestra narcosis actual no se basa en el arrobamiento que sentimos ante una televisión de famosos sin méritos ni contenidos?, ¿una admiración por los cuerpos clónicos sin asomo de desarrollo y belleza interior?, ¿una alimentación basada tan sólo en la rapidez y el sabor mientras circulan impactos superficiales? ¿Acaso la total indiferencia por el sufrimiento de otros seres y el deterioro sostenido de la naturaleza no son consecuencia de haber ingerido un virus temporalmente enloquecedor?
Tal vez, el agua de la que bebió el abrumado Turak fuese un remedio menor para lograr superar su sensación de aislamiento recurriendo a la euforia fácil de los estimulantes y a la trivialidad con que funciona la sociedad temporalmente “enloquecida” por la victoria de su equipo de fútbol. ¿Qué le motiva al joven que bebe alcohol o fuma para ser de los que “se atreven”?

Cuando negamos nuestros Valores, bien sea negando la verdad, exagerando o criticando a cambio de un poco más de dinero, ¿Nos vemos reflejados en Turak?

Cuando pierdes, no pierdes la lección
Anónimo

Sin embargo, ¿A quién no le inspira compasión y ternura la supuesta debilidad que vence al caído? En última instancia, y al correr del tiempo, la mirada del caído Turak, ¿No terminará por ser una mirada llena de humanidad y corazón?
Delicado equilibrio el del placer y el del deber, el de Eros y Tanatos, el del estómago y la cabeza. Tal vez, la vida ofrezca ciclos alternos de experiencia en los que la persona se siente orientada hacia un área y, seguidamente, balancea el diseño global, experimentando ciclos contrarios en los que predomina la otra. Ante esta noria del vivir en la que el diseño del camino parece empeñado en que conozcamos todos los escenarios, alguien puede preguntarse ¿Qué se debe hacer?, ¿Es mejor Acrón que Turak?, ¿Cuál puede ser el objetivo último de nuestra evolución?

Más allá de enfrentamientos y oposiciones entre dos aspectos de la vida por los que pasamos los seres humanos, conviene recordar el arte de la medida.

La “medida justa” de cortesía y enfado, de rigor y benevolencia, de inteligencia y de corazón, de firmeza y flexibilidad, de libertad y disciplina, y de tantos opuestos que enfrenta nuestra mente, nos conducen a la gran palabra mágica que abre la puerta del nivel superior de evolución: Integración.

En este sentido, los Despiertos hablan de dicha “integración de opuestos” como requisito de acceso a un nivel superior desde el que expresar una nueva unidad. Para ello, cada proceso vital requiere de la llamada “medida justa” o proporción pitagórica que ni se pasa por defecto ni por exceso.

Lo increíble de todas las utopías es que ya son efectivamente realizables.
Aldous Huxley

Sin duda, todo un arte que supone nuestra más inmediata meta de  vida


Fuente: Relatos Eternos. Cuentos para aprender a aprender de D.Jose Maria Doria
http://www.jmdoria.com

NVA


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