En 1947, en las cuevas de
Qumram en las colinas de Palestina, frente al mar Muerto se encontraron más de
25.000 fragmentos de papiros entre los cuales, un cilindro de cobre intacto
conservaba unos manuscritos de incalculable valor. La dificultad para traducir
estos escritos, y la controversia que despertaban unos documentos mucho más
antiguos que cualquier otra versión del Antiguo Testamento, -y que por lo tanto
contradecían algunas de las revisiones de la Biblia por el Concilio de Nicea en
el siglo IV, así como las distintas interpretaciones que se le dieron-, retrasó
considerablemente su transcripción. Lo que se ocultaban en las grutas del Mar
Muerto es parte del legado espiritual del profeta Isaías, (760 a.C.), uno de
los maestros más respetados y venerados que dejó para la posteridad unas
enseñanzas muy valiosas. Estos rollos están ahora expuestos en el Templo del
Museo del Libro de Jerusalén, celosamente custodiados por sistemas extremos de
seguridad y conservación. Lo que se descubre en esos papiros es una serie de
visiones y profecías de tiempos venideros, -muchas de las cuales han sucedido
ya-, así como la sugerencia de vivir en contacto con la naturaleza, respetarla
para comprender, que la relación entre lo divino y lo profano, el cielo y la
tierra, lo visible e invisible, es imprescindible para que las futuras
generaciones sigan perpetuándose y convivan en armonía. También nos hablan de
la revelación de una ciencia perdida u olvidada que el ser humano tiene que
redescubrir y utilizar.
El profeta Isaías se
refiere a nuestra capacidad de traspasar los límites del tiempo y de las
circunstancias, ser conscientes de
nuestro infinito poder personal y el impulso positivo de nuestra voluntad, así
como del valor de la palabra. Nos desvela que la fuerza de la oración exenta de
connotaciones religiosas trasciende el paso del tiempo y nos permite conectar
con nuestra chispa espiritual, lo que el eminente psicoanalista Carl Jung,
miles de años después, designaría como “psicólogo” el guía personal alojado en
lo más elevado de nuestra psique y que nos conecta con nuestra trascendencia.
Lo que resulta asombroso
de estos documentos, lo que se extrae de su transcripción es que se trata de
pura metafísica que se acerca más al estudio de la física cuántica que a
cualquier tipo de doctrina o credo.
Los viajes a través del
túnel del tiempo han sido y son un sueño perseguido por el hombre. La
posibilidad de volver al pasado para alterarlo creando así una paradoja o
viajar al futuro buscando la clave que nos permite acceder a una información
que aún no se ha materializado y que por lo tanto es manipulable, ha derramado
ríos de tinta en los libros de ciencia ficción y en las pantallas de cine.
Sabemos que lo que observan los telescopios en el universo estrellado es una
información pasada, que ya ha sucedido y sin embargo cuando se mira a través de
la lente está sucediendo en el aquí y ahora. El pasado del universo es entonces
nuestro futuro, porque lo que observaremos mañana con el telescopio ya sucedió
hace millones de años.
En una era
tecnológicamente muy avanzada como es la actual, el concepto de pasado,
presente y futuro no está ya muy claro. La física tradicional difiere de la
física cuántica, ésta última busca en otros campos menos empíricos, explicaciones
o soluciones a las ecuaciones del tiempo. La secuencia cronológica tal y como
nos la planteamos podría no ser tan evidente. Los sabios de la antigüedad,
matemáticos, filósofos, astrónomos o pensadores, afirmaban que en realidad el
tiempo no existe y que es una división subjetiva para entender el fluir de la
existencia. Llevamos años investigando el misterio de la curvatura del
espacio-tiempo buscando las claves en el pasado del universo para anticiparnos
al futuro con el fin de predecir situaciones, acontecimientos que pueden
perjudicar la existencia del planeta y de los seres humanos, tratando de modificarla.
Los físicos cuánticos dicen que un acontecimiento se compone de diminutos
corpúsculos de luz que estallan a una velocidad tal que no pueden ser
percibidos por nuestro cerebro: todo ello es interpretado como una secuencia continua.
Es como los fotogramas que componen un
rollo de película, el espacio vacío o negro que hay entre una y otro
flash es lo que nos permite separar las instantáneas y ver la película por
entero.
¿Encontraremos las claves?
La física moderna, la
cuántica para ser precisos están demostrando con sus argumentaciones que la física y la mística,
coinciden en afirmar que el universo es una buena fuente de inspiración. Fue
Albert Einsten quien dijo que “el tiempo no es lo que parece, no fluye en una
única dirección, y que el futuro existe de forma simultánea con el pasado”.
Esta afirmación se parece mucho a lo que el Profeta Isaías nos revela en los
manuscritos del Mar Muerto. El Dr. Neils Bohr, premio Nóbel de física en 1920,
explicó en su teoría, conocida como la Visión de Copenhague, que a veces la
materia, - y también la experiencia- se comporta de forma extraña, ya que en el
ínfimo mundo de los átomos, el observador perturba, altera lo observado, y que
por lo tanto el que contempla cualquier acontecimiento, ya forma parte del
mismo.
Otro físico, Schrödinger
perteneciente a la corriente filosófica del idealismo cuántico, vino a decir lo
mismo con su experimento llamado el Gato de Schrödinger. Un gato está encerrado
en una caja que contiene alimento, en un lado comida, en otro veneno. Pasado un
tiempo el dueño abre la caja y puede encontrarse con que el gato ha tomado el
alimento y sigue vivo o que ha tomado el veneno y se ha muerto. Schrödinger
establece que el observador es el que determina, al mirar dentro de la caja,
una u otra opción. Por lo tanto el
sujeto que observa es determinante, es el que decreta el resultado de la
experiencia.
David Bohm, eminente
físico en el campo más innovador del modelo cuántico, nos habla de un orden
implicado, un sistema en el que se desenvuelve toda la realidad física en la
cual los conceptos de tiempo y espacio no tienen validez. Según éste la
realidad profunda, no hay separación entre espíritu y materia (en física sería,
onda y partícula), todo está en todo y
está presente formando parte del acontecimiento mismo, se implica en
ello de una forma u otra, si el observador lo desea, la onda se convierte en
partícula y vive-versa. Esta es una línea de pensamiento que nos transmite la
idea de un mundo holístico, (del griego, holos, que significa todo, entero), es
decir que involucra a todos los componentes. Cada unidad es interdependiente,
pero la suma de todas las partes es lo que le da valor e importancia al
conjunto.
Como vemos, para la física
cuántica el concepto tradicional del tiempo y del espacio es insostenible
porque el tiempo puede ser recorrido en los dos sentidos, hacia el pasado y
hacia el futuro, el espacio es sólo un modo de apreciar las coordenadas. Otros
físicos sugieren la existencia de universos paralelos, y que en el caso del
experimento del gato, se producen unos escenarios alternativos, uno en el que
el gato aparece vivo a los ojos del que observa y otro en el que el gato
aparece muerto a los ojos de otro observador, desvinculado totalmente del
primero. Max Planck, Nóbel de física revolucionó al mundo con sus teorías
acerca de las fuerzas invisibles de la naturaleza y de la capacidad de crear
mediante la fuerza mental todas las posibilidades de acción que deseemos.
Ken Wilber, uno de los
mejores psicólogos transpersonales de nuestro tiempos, dice que la mística más genuina, a diferencia de la religión
dogmática, es científica porque se basa en la evidencia y la comprobación
experimental directa. Los místicos te sugieren que no creas en nada que no
puedas experimentar por ti mismo porque es tu propia conciencia la que debe
convencerse mediante la experiencia vivida. A partir de ahí llegas a ciertas
leyes del espíritu, o a verdades
profundas que te convencen.
2500 años separan todas
estas conclusiones, los manuscritos del Mar Muerto no difieren de lo que están
investigando los científicos en la actualidad. Todas esas teorías nos acercan
de forma sorprendente a los conceptos de lo que precisamente se desvela en el
efecto Isaías.
El efecto Isaías nos
permite cambiar el pasado, y crear el presente que deseamos.
La técnica olvidada que se
nos revela en los manuscritos de Isaías y que habla de vivir nuevas
oportunidades cambiando nuestra percepción de la realidad y haciendo que todo
ocurra según lo deseamos, pueden sustentarse en los avances recientes en
neurociencia. Estos estudios afirman que nuestro cerebro no distingue el pasado
del presente y que computa la información que recibe sea pasado o presente en
el instante mismo en que ocurre o que nuestra memoria lo revive. Para la
central neuronal del cerebro todo ocurre en el presente, para nuestro córtex
cerebral el pasado no existe. Podemos deducir de esta increíble información que
nuestra actitud frente a una emoción del pasado es revivida por nuestra
conciencia impactando en nuestro sistema emocional de forma muy precisa y
activa. Si el recuerdo es positivo, el efecto que nos produce es benéfico, se
liberan endorfinas, neurotransmisores químicos segregados por el cerebro, como
si la experiencia estuviese ocurriendo en ese mismo instante, si es negativo,
se bloquea la segregación de endorfinas y eso afecta el sistema inmunológico.
Estos descubrimientos se están aplicando hoy día en la curación de enfermedades
tal y como los hacían hace más de 2000 los Esenios, una comunidad de místicos y
terapeutas de elevado linaje espiritual, contemporáneos del profeta Isaías. A
los Esenios les llamaban los hombres de la voz de leche porque poseían el don
de curar con la palabra, mediante la oración y la visualización activa. Las
enseñanzas de esta comunidad de sabios influenciaron los principales
movimientos místicos en Egipto, Palestina, India, Oriente y Occidente. Dejaron
huella de su linaje en la tradición cristiana, en los cabalistas, los gnósticos,
los templarios y los masones.
Hoy día esas técnicas de
meditación, afirmaciones y visualizaciones se están empleando en muchos
hospitales en todo el mundo. Hay estudios que acreditan la utilidad de las
afirmaciones positivas para ayudar al sistema de defensa del organismo a
regenerarse, recargándolo de energía positiva. Se consigue visualizando el
órgano enfermo y enviando a las células la orden de que sanen. Se trata de
borrar la memoria celular dañada y visualizarla sana, como antes de que enfermará.
El escritor y experto en
ciencias de la tierra, Grez Barden en su libro el Poder de la profecía menciona
un experimento que se llevó a cabo en la clínica Huaxia de Zhineng Qigong, en
Pekín, en la que se operaba a una mujer afectada de un cáncer de vejiga de 7,5
cm. de diámetro. Un monitor al que la paciente estaba conectada en todo momento
mostraba el desarrollo de la situación. Los médicos sanadores se situaron
alrededor de la paciente y emitiendo sonidos, mantras de sanación. Lograron,
ante las atónitas miradas de los asistentes, reducir el tumor hasta su completa
remisión. Con estos hechos, que se repiten mucho más a menudo de lo que
imaginamos, tenemos la prueba fehaciente de que la vibración de nuestros
pensamientos y sentimientos emite ondas que influyen en el estado de las cosas,
en los cuerpos y en la naturaleza. Todo lo que existe en nuestro universo posee
una vibración, la vibración es energía y la energía está compuesta de átomos
que sólo difieren de la materia compacta en su densidad. Así entendemos que
todo lo que ocurre en el universo está íntimamente relacionado y forma parte de
un todo holístico donde se entremezclan pasado, presente y futuro, sólo es
cuestión del enfoque que le damos.
Las profecías tienen su
origen en los primeros Evangelios, los apócrifos que fueron revisados por las distintas jerarquías
eclesiásticas. La biblioteca de Nag Hammadi del Museo Copto en Egipto, que data
del siglo IV, conserva códices de la tradición gnóstica, el que sería el
cristianismo primitivo, donde se hallan varios textos como el Apocalipsis de
Adán o el Evangelio de Tomás, que de la misma forma que el evangelio Esenio de
la Paz de los manuscritos de Qumran, nos transmiten enseñanzas de inspiración
divina y el relato de todo lo que ha de acontecer en la tierra. Estos textos
que nos describen un futuro adverso también contienen pasajes que nos sugieren
la posibilidad de cambiar esas visiones catastrofistas. Nos aseguran que es la
voluntad colectiva unida lo que nos permite revertir ciertos acontecimientos.
También nos hablan de la ascensión del alma y del retorno al torrente de la
vida para seguir trabajando en el camino de la evolución personal y colectiva.
Las visiones mayas son
otra fuente de información predictiva, se basa en un sistema de “olas” de
tiempo que viajan por el cosmos y que sincroniza los ciclos de la vida y la
naturaleza. Los ancianos mayas creen que en el año 2012 se termina un gran
ciclo de experiencias y que a partir de esta fecha habrá un nuevo resurgir de
la humanidad. Antes de este final de periodo ocurrirán muchos acontecimientos
que perturbarán la faz de la tierra, son estos mismos acontecimientos predichos
en las profecías de Isaías en las que se nos sugiere tomar conciencia y
cambiar. Lo asombroso es que parece que muchos videntes del siglo pasado y
presentes afirman no poder ver más allá del año 2012.
Nostradamus, (1502-1566),
uno de los más famosos visionarios de todos los tiempos, registró en su obra magna Las Centurias, diez siglos
de visiones que se extiende hasta el año 3797, según algunas interpretaciones, muchas
de ellas han sido ya comprobadas como verídicas. Anunció el descubrimiento de
la penicilina, vaticinó las dos guerras mundiales, la energía
nuclear, el asesinato de J.F. Kennedy. Una de sus predicciones más famosas la
hizo al cruzarse con un grupo de monjes, ante los cuales se arrodilló
diciéndole a uno de ellos, me inclino ante su Santidad, él que cuarenta años
más tarde sería el papa Sixto V. También predijo detalles tan exactos, como el
eclipse de Sol que ocurriría el 11 de agosto de 1999. Sus oráculos también
coinciden con los predichos por Isaías cuando proyecta visiones esperanzadoras
después de un tiempo de renovación espiritual.
Edgar Cayce, (1877-1945)
es uno de los psíquicos y sanadores más prestigiosos. Visitaba el pasado y el
futuro y utilizaba sus dones de videncia no sólo para predecir acontecimientos
sino fundamentalmente para curar. En estado de trance hipnótico viajaba
mentalmente por el organismo del paciente, diagnosticaba la patología y
recetaba la prescripción que siempre resultaba eficaz. Probó la eficacia de sus
visiones cuando contrajo una extraña dolencia, la parálisis de las cuerdas
vocales, que ningún médico podía curar. Pidió la asistencia a un amigo para
entrar en estado de trance, que es como solía conectar con su don profético.
Durante la sesión Cayce se diagnosticó, habló de su patología, se prescribió el
tratamiento, que resultó ser acertado y se curó. Sus lecturas respecto al
futuro previniendo periodos de acontecimientos tumultuosos seguidos de una gran
expansión de paz y bienestar debido a un cambio de conciencia son coincidentes
con las de Isaías. Edgar Cayce nos menciona en sus visiones que ese cambio está
en relación con la aplicación de las leyes espirituales, así como la fuerza del
pensamiento y de la palabra que tiene efectos positivos tanto en el tejido
colectivo, puede anular las predicciones de cataclismo y desastres predichos
con anterioridad, como en la vida personal de cada ser humano.
Como queda claro, las
visiones de los buenos profetas no se limitan sólo a presagiar negatividad o
grandes calamidades, sino también se refieren a la posibilidad de revocarlas y
la fuerza de la oración y la visualización que un mundo mejor. Es importante
ser conscientes del efecto que causan nuestros pensamientos y actos en el
transcurso de la vida. La negatividad genera siempre más negatividad, y el
optimismo atrae lo mismo. Somos y tenemos lo que proyectamos. En eso radica el
auténtico libre albedrío, la suprema elección del ser humano por encima de
todas las profecías y vaticinios. Nosotros somos quienes tenemos la última
palabra.
Este texto
es de Milena Llop
La imagen
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