En un artículo del libro Co-dependency, An Emerging
Issue, Robert Subby escribió que codependencia es: “un estado emocional,
psicológico y conductual que se desarrolla como resultado de que un individuo
haya estado expuesto prologadamente a, y haya practicado, una serie de reglas
opresivas, reglas que previenen la abierta
expresión de sentimientos al igual que la discusión abierta de problemas
personales e interpersonales.”
Earnie
Larsen, otro especialista en codependencia y pionero en la materia, la define
como “esas conductas aprendidas, autoderrotantes, o defectos del carácter que
producen una disminución en la capacidad de iniciar o participar en
otras relaciones”
Un
codependiente es una persona cuya vida se
han vuelto inmanejable como resultado de
haber vivido en una relación de compromiso con un dependiente. Los profesionales
también empezaron a advertir que muchos individuos que se encontraban en
una relación cercana con estas personas compulsivas desarrollaban
patrones para reaccionar, que se asemejaban a los patrones de las personas
que se encontraban relacionadas con dependientes.
Un denominador común era
tener una relación personal o profesional con personas perturbadas, necesitadas
o dependientes. Pero un segundo denominador, más común aún parecían ser las
reglas tácitas, no escritas, que por lo general se desarrollan en el núcleo
familiar y que marcan la pauta para otro tipo de relaciones. Estas reglas
prohíben la discusión acerca de los problemas; la expresión abierta de sentimientos;
la comunicación honesta y directa; expectativas realistas tales como ser
humano, vulnerable o imperfecto; egoísmo; confianza en las demás personas y en
uno mismo; jugar y divertirse; y conducir el delicado equilibrio de la canoa
familiar a través del crecimiento y del cambio, tan sano como beneficioso pueda
ser este movimiento. Definir
el problema es importante porque ayuda a determinar la solución. Aquí la
solución es vital. Significa sentirse mejor.
Significa recuperación.
La definición de Melody Beattie de un codependiente es la más abarcadora y dice
así:
Una persona codependiente es aquella que ha permitido que la conducta
de otra persona la afecte, y que está obsesionada con controlar la conducta de
esa persona.
La otra persona puede ser un niño o adulto o un
amante o un cónyuge, un hermano o hermana, un abuelo o abuela, un cliente o un
amigo íntimo. Estas personas pueden ser alcohólicas, drogadictas, gente mental
o físicamente enferma, una persona normal que de vez en cuando tiene
sentimientos de tristeza, o una de las personas mencionadas anteriormente. Pero el núcleo de la definición y de la
recuperación no está en la otra persona, no importa cuánto lo creamos
así, Está en nosotros mismos, en la manera en que permitimos que la conducta de
otra persona nos afecte y en la forma en que tratamos de afectarla a ella: en los cuidados
obsesivos, controladores, “ayudadores”, en la baja autoestima que raya en el
odio hacia uno mismo, en la autorepresión, en la abundancia de ira y de culpa,
en la peculiar dependencia de gente peculiar, en la atracción por y en la tolerancia
de lo bizarro, en el estar centrado en otro que conduce al abandono de uno
mismo, en problemas de comunicación, problemas de intimidad y en un continuo
torbellino a través de las cinco fases del proceso de duelo.
¿Es una enfermedad la codependencia? Algunos
profesionales dicen que la codependencia no es una enfermedad; dicen que es una
reacción normal hacia la gente anormal. La gente siempre ha tenido problemas y
otros siempre se han preocupado de sus amigos y parientes con problemas. La
gente siempre se ha abrumado con los problemas de los demás desde que comenzaron
las relaciones humanas.
Desde que la gente existió, hemos estado haciendo toadas
las cosas que etiquetamos como “codependientes”. Nos hemos preocupado hasta
enfermarnos por otras personas. Hemos tratado de ayudarlas de maneras que no
sirvieron de ayuda. Hemos dicho sí cuando queríamos decir no. Hemos tratado de
que los demás vean las cosas tal como nosotros las vemos. Nos hemos doblado
hacia atrás para evitar lastimar los sentimientos de la gente, y al hacerlo,
nos hemos lastimado a nosotros mismos. Hemos tenido miedo de confiar en sus
sentimientos. Hemos creído en mentiras y luego nos hemos sentido traicionados. Hemos
querido vengarnos y castigar a los demás. Nos hemos sentido tan llenos de rabia
y de ira…
Hemos luchado por nuestros derechos al tiempo que otras
personas decían que no teníamos ninguno. Hemos usado sayal porque no creíamos
que merecíamos usar seda. “Es natural
que tratemos de proteger y de ayudar a las personas que nos importan. También
es natural que nos afecten los problemas de la gente que nos rodea y que
reaccionemos a ellos. A medida que un problema se vuelve más serio y permanece
sin resolverse, más nos afecta y más reaccionamos hacia él.”
La palabra reaccionar es importante aquí. Sea
como sea que nos aproximemos a la codependencia, como sea que la definamos, y
sea cual fuere el marco de referencia que elijamos para diagnosticarla y para tratarla,
la codependencia es primordialmente un proceso de reacción.
Los codependientes reaccionan en exceso o reaccionan
demasiado poco. Pero
rara vez actúan. Reaccionan a los
problemas, las vidas, los dolores y las conductas de otros. Reaccionan a sus
propios problemas, dolores y conductas.
Muchas reacciones codependientes son reacciones al
estrés. No es necesariamente anormal, pero resulta heroico y un auténtico
salvavidas aprender a no reaccionar y a actuar de maneras más sanas. Sin
embargo, la mayoría de nosotros necesitamos que se nos enseñe a hacerlo.
Otra razón por la cual se le llama enfermedad a la
codependencia es porque es progresiva. A medida que la gente a nuestro
alrededor se enferma más, podemos empezar a reaccionar en forma más intensa
aún. Lo que empezó como una pequeña preocupación puede disparar el aislamiento,
la depresión, una enfermedad física o emocional, o fantasías suicidas. Una cosa
lleva a la otra, y las cosas pueden empeorar. La codependencia puede no ser una
enfermedad, pero puede enfermarte. Y también puede contribuir a que la gente a
tu alrededor permanezca enferma.
Otra razón más por la que se le llama enfermedad a la
codependencia es porque las conductas codependientes –como muchas conductas
autodestructivas– se vuelven habituales. Repetimos los hábitos sin pensarlo.
Los hábitos cobran vida propia.
Sea cual sea el problema que tenga la otra personal, la
codependencia implica un sistema habitual de pensar, de sentir y de
comportarnos hacia nosotros y hacia los demás que nos causa dolor. Las
conductas o hábitos codependientes son autodestructivos. Con frecuencia
reaccionamos a las personas que se autodestruyen; reaccionamos aprendiendo a
autodestruirnos. Estos hábitos nos pueden conducir a, o mantenernos en,
relaciones destructivas que no funcionan. Estas conductas pueden sabotear
relaciones que en otras condiciones sí hubieran funcionado. Estas conductas
pueden impedirnos encontrar la paz y la felicidad con la persona más importante
en nuestra vida: uno mismo. Estas conductas pertenecen a la única persona que
cada uno de nosotros puede controlar –a la única persona que podemos hacer
cambiar…Nosotros mismos.
He estudiado la
codependencia de la mano de Melody
Beattie. Ella es la fuente y mi inspiración de este tema, que me parece
fundamental para las personas que intentamos entender cualquier tipo de
comportamiento. Me ha sorprendido tanto
el tratamiento del tema, donde se estudian elementos intervinientes tan
importantes como los enganches emocionales o el apego, o cualquier tipo de
adicción o dependencia, que he preparado este pequeño extracto, no obstante seguiré
trabajando en ello.
Más información en su libro:
YA NO SEAS
CODEPENDIENTE
Melody Beattie
Cómo dejar de controlar a los demás
y empezar a ocuparse de uno mismo.
NVA
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