Esta repetición sin sentido, que aunque tuviera la lógica de pasar o intentar pasar por todos los estados se aleja muchísimo de cualquier corriente filosófica donde prima el saber saborear y agradecer lo conseguido, vivir en ello hasta que se presente el próximo salto.
Podríamos dividirlo en dos partes claramente diferenciadas, la material y la espiritual o metafísica. Respecto a la primera atesoramos cosas que previamente hemos comprado o buscado llegando a ser en ciertos extremos una enfermedad, en circunstancias normales, cuando necesitamos la mitad de las cosas no las encontramos y tenemos que volver a adquirirlas. Porque adolecemos de orden, control y memoria.
Respecto a la segunda, la espiritual, cubrimos la mismas fases que la material, carecemos también de orden, control y ecuanimidad suficiente para no volver a cubrir los mismos patrones, y aun así aunque sobre el papel lo sabemos, cada vez que tenemos un traspiés, tenemos que volver a empezar, a recuperar energía, a no pensar, a no desear, a comprar libros de autoayuda...
Si parasemos a mirar para atrás, las circunstancias que nos ocupan, ya las hemos vivido otras veces, ya sabemos como va a acabar esto, y sin embargo volvemos a sufrir, nos deprimimos, nos enfadamos con el mundo, una y otra vez. Si seguimos haciendo siempre lo mismo, como es posible que nos sigamos, por lo menos, extrañando.
Bien es verdad que muchas veces por falta algún elemento nos enrocamos en nosotros mismos y no sabemos o no podemos continuar, pero siempre aparece algo, sino lo buscamos, (y no miro a nadie) que nos ayude a continuar, pero siempre sobre el bien, a llenar esta vasija sin fondo que es nuestra mente, quizás algún día, rezo porque no sea muy lejano, entendamos que ya estaba llena.
Tan solo tenemos que aplicar un poco de orden, control, conocimiento...y a funcionar, hasta la siguiente limpieza.
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