sábado, 17 de enero de 2015

El CUENTO DE NINOSKA

Érase una vez, en el lejano reino de Kachaturian se estaba viviendo una de las peores situaciones de su milenaria historia. Una guerra, incomprensible como todas, había arrasado el país, arruinado las cosechas, pasado por cuchillo a hombres y niños, quemado casas y hasta esparcido sal por las tierras para que nada en ellas pudiera crecer, de manera que parecía que la vida en el reino estaba llegando a su fin.

La bella Ninoska se encontraba desesperada al ver lo que tenían alrededor: destrucción y desespero. Pero podría decirse que su familia no había tenido tan mala fortuna como muchos otros, el marido y los hijos habían salvado la vida e incluso la casa no había sido pasto de las llamas como muchas otras del vecindario, pero a pesar de ello Ninoska estaba triste al ver el contorno que le rodeaba y que parecía imposible de superar. Los llantos del vecindario por los seres perdidos le impedían disfrutar de la situación que tenía en su familia e incluso se sentía obligada a compadecer, es decir padecer con, a sus amigas en sus penas. Nadie podía ser feliz en aquel estado en que había quedado el reino, nadie.
Mientras la joven estaba cabizbaja y deprimida ordenando su hogar lleno de cenizas de la quema de otras viviendas que el viento había arrastrado y se habían introducido por la ventana, llegó su hijo, Danielosky, corriendo y jadeando pero muy alegre y gritando a su madre con una sonrisa de orgullo en sus labios:
- ¡Mamá, mamá! ¡mira lo que he encontrado! - dijo recuperando el aliento perdido por la excitación y las ganas de mostrar su hallazgo. Y acto seguido mostró un viejo libro de tapas de piel de cordero con hojas de pergamino en su interior.
- Estaba jugando al escondite y me escondí en el hueco de un árbol y me lo encontré- dijo el niño describiendo como había hallado tal tesoro.
- Te dejo que mis amigos me están esperando para seguir jugando- y dicho esto salió de la casa dejando el libro en manos de su asombrada madre.
Estaba ella sorprendida y no era para menos. Era imposible fijar la antigüedad del libro, parecía más que viejo, parecía como si hubiera existido siempre. Pero lo más sorprende no era su tamaño ni la sobriedad del volumen, lo más extraordinario eran las letras de la portada. No estaban grabadas en tinta como era habitual, tampoco estaban troqueladas en relieve; las letras parecían estar hechas de luz, como si un foco iluminase la cubierta a través de una plantilla que solo dejase pasar las formas de las letras para formar el título. Nunca antes había visto algo así y posiblemente no había otro libro igual en el mundo, pero aun más sorprendida se quedó Ninoska cuando dejó de prestar atención a las formas y se fijó en el significado de las letras del título, que decían claramente:
“Libro de la Sabiduría
- Es increíble- pensó para si, y aturdida tomó asiento para poder analizar mejor lo que tenía en las manos.
- Si este es el libro de la sabiduría, quizá pueda explicar lo que nos ha pasado, quizá es un libro con formulas mágicas y nos ayuda a salir de la situación en la que nos hallamos- y con esta esperanza abrió el libro al azar.
El pergamino que se mostró tenía escrito sobre él, en el mismo tipo de impresión que la cubierta, unas palabras que le enfurecieron. Estas eran:
La Felicidad en si misma no existe 
la Felicidad es un estado que Tú te creas
.... O que Tú no te creas “
- ¡Es indignante! – dijo en voz alta aunque nadie pudiera oírla. - ¡Es ridículo que un libro que dice ser de sabiduría diga que yo puedo ser feliz si quiero crear ese estado! Será mejor que guarde este estúpido libro y lo venderé a algún anticuario que pase por el pueblo, si es que queda alguno vivo- y dicho esto guardó el tomo y salió muy enojada a trabajar, pues todavía tenía que recolectar las frutas silvestres que constituirían la cena de su familia.
Dejó así la casa de muy mal humor, pues lo que esperaba fuese un libro mágico le parecía un libro estúpido. Mientras recogía las moras podía oír los llantos de las madres que habían perdido a sus hijos o de las jóvenes que se habían quedado viudas y pensó de nuevo - “¡ja! ¿Cómo puede esta pobre gente con todo lo que han perdido crear un estado de felicidad como dice ese librillo que dice ser de sabiduría? ”-
Pero en medio de esos pensamientos de odio y desprecio hacia la frase leída pudo oír a los niños que jugaban al escondite en medio de las casas quemadas y destruidas. - “Ellos si parecen felices. Ellos si que son capaces de crearse un estado de felicidad en medio del caos en que vivimos” - pensó de nuevo para si mientras miraba las carreras de los pequeños.
Muchos de ellos habían perdido a seres queridos en sus familias, pasaban privaciones y cuando llegasen a sus casas se encontrarían con los llantos inconsolables de sus madres, incluso tendrían poco para comer, pero en aquel momento de la tarde habían decidido crear un estado de felicidad, su estado de felicidad.
- ¡Quizá si que es posible!,- pensó, - quizá al fin y al cabo el libro no sea tan estúpido como pensé en un principio. Pero me faltaría una segunda parte para esa frase, me gustaría que el libro fuese lo suficientemente sabio para decirme como es posible para un adulto, para alguien responsable de la vida de los demás, llegar a crear ese estado de felicidad -.
Y tras ello dejó la recolección de las fresas salvajes y se dirigió hacia su casa a ver si el libro decía algo más al respecto.
Con avidez lo tomó en sus manos y lo abrió con la intención de buscar el pergamino leído anteriormente para ver si tenía la continuación deseada. Pero no hizo falta, al abrirlo apareció directamente un pergamino que llevaba escrito la formula de felicidad buscada. Decía así:
“la mejor manera de ser feliz es pensar y centrarte en lo que tienes, 
la mejor manera de ser infeliz es pensar y centrarte en lo que no tienes,
 
Tú decides.
De nuevo se sentía desconcertada. Ella podía ser feliz, era cierto, las cosas no le habían ido tan mal, pero... ¿y los demás? - Bueno al fin y al cabo yo debo ocuparme de mi vida y de los míos, no puedo hacer nada por ellos, ojala pudiese pero...no, no puedo, no puedo- y mientras tenía estos pensamientos por la ventana podía oír los llantos desconsolados de su mejor amiga que lloraba la pérdida de sus seres más queridos. Si quería cambiar, si quería aplicar la fórmula de la felicidad que decía el libro, de nada servia acompañar el llanto, es decir eso de “padecer con” que es el compadecer, pero ¡era tan difícil no oír aquellos lamentos!, ¡ Era tan difícil no intentar consolar lo inconsolable!
Y es verdad, era duro el hacerlo, pero no había otro remedio. De manera que finalmente bajó al sótano de su casa donde guardaba unos cristales y se decidió a poner doble cristal en la ventana para no oír los lamentos del mundo que le rodeaba. Pero mientras hacia eso se sentía mal. Ella podía seguir el consejo de la felicidad, pues todavía tenía mucho, tenia dos hijos preciosos y sanos así como un buen marido, tenía una casa sólida y buena salud, tenía pues mucho en lo que pensar pero ¿Y los demás?, ¿Y aquellos que han perdido su casa?, ¿Y los que han perdido sus hijos o esposos?, ¿Cómo podrían ellos pensar en lo que tienen si no tienen nada? Y mientras le venían a la mente estos tristes pensamientos vio a su vecino, un hombre joven recién casado a quien le incendiaron la casa con su esposa dentro y a una mujer que había perdido a su hijo.
“Ellos no tienen nada” se dijo para sí y de repente oyó como si algo se hubiese caído al suelo. Era el libro que había resbalado de la mesa y Ninoska dejó lo que estaba haciendo para recogerlo. Cuando se acercó vio que estaba abierto por una página que decía:
Todo ser humano tiene siempre la capacidad de amar, 
y eso es ya tener mucho.
Quizá eso sea lo único que tengan los de allí fuera, pero ¿Es eso suficiente?- pensó Ninoska. Y acto seguido como era una mujer inteligente se dio cuenta que sí y de lo mucho que todos tenían. Su vecino era un joven fornido y podría construir otra casa para el y buscar una compañera para formar un hogar con amor e ilusión; la mujer podría levantar el ánimo y buscar otro hombre, era joven e incluso podría quedarse embarazada y en caso de no ser así podría cuidar uno de los muchos huérfanos que había por el reino. Sí, ellos tenían mucho más de lo aparente, tenían capacidad de amar y lo único que hacia falta es que esta capacidad se despertase para que cesasen los llantos y la pena. El poner amor a su vida era la solución de todos, Ninoska debería de ponerlo en su entorno familiar y las personas deprimidas de los alrededores deberían ser capaces de buscar y crear esas nuevas formas de amor.
- ¡Esa es la solución! - Gritó en voz alta y muy contenta.
Aun no había acabado de poner el doble cristal a la ventana cuando llamaron a la puerta. Era su vecina y mejor amiga de la que se ha hablado antes. Y muy enfurecida entro a la casa gritando:
- ¿Qué? ¿Pones doble cristal para no oírnos, no?, Claro para ti es muy fácil, tu no has perdido a nadie y por eso no puedes entendernos y te molestan los que sufrimos por la muerte de los que amábamos - dijo con rabia y odio.
- No - respondió Ninoska - es que he aprendido que tengo que darle otro enfoque a mi vida para ser feliz. Hoy el niño ha encontrado un libro fascinante y que nos dice que la felicidad la podemos construir si... – y entonces fue interrumpida por su amiga quien le dijo:
- Claro, eso es fácil para ti, porque no te ha pasado lo que a mi, que ..-, pero entonces fue ella quien fue interrumpida por Danielosky, el hijo de Ninoska, que entró en la casa gritando:
- ¡Eh, eh, venid y escuchad eso! - . Y tanta fuerza puso en su petición que las dos mujeres dejaron su discusión y salieron de la casa para escuchar mejor lo que quería decir el niño. Hacia el este se oía el cantar de un pájaro, precioso, algo inigualablemente bello, como nunca antes se había oído por la zona. Y la amiga dijo:
- Es el canto del cisne. El cisne no canta nunca hasta el día de su muerte, y ese día para él es hoy. Pobrecito. - -No, no, que va - dijo el niño seguro de lo que decía - si canta es porque es feliz, todos los pájaros cantan sólo cuando son felices, si el cisne canta porque se va a morir eso quiere decir que el morirse para un ser puro como ha sido el cisne, es bueno, que va a un sitio mejor y que por lo tanto de pobrecito nada. ¿Entiendes?-
El razonamiento había atontado a las dos mujeres que no se esperaban que un crío dijese algo con tanto sentido, pero la amiga no estaba dispuesta a aceptar que la muerte es algo bueno para los buenos y le respondió al niño:
- Pues lástima para los que se quedan sin su compañía-
- No, tampoco.- respondió el chaval.- Los animales son muy listos y saben muy bien hacer eso que dice la primera página del libro que he traído hoy a mamá.- Y mientras las dos mujeres se miraban desconcertadas el niño echo a correr hacia el grupo donde estaban sus amigos para proseguir con sus juegos.
Ninoska explicó a su amiga ligeramente todo lo que le había aportado ese libro, los consejos que daba y como afrontar la situación para lograr ser feliz, pero no tenia ni idea de lo que debía decir la primera página. Así que se dirigieron a la casa y Ninoska puso el libro en su regazo para leer con más comodidad, tomó la primera página y leyó en voz alta para ella y su amiga lo que estaba escrito en letras de luz en esa primera página que decía:
“La primera obligación del ser vivo es VIVIR,
desgraciado será siempre aquel que no la respete”.
La historia fue extendiéndose por todo el reino de Kachaturian. Algunos siguieron el consejo y arreglaron sus vidas, otros prefirieron el sufrimiento y negaron estas verdades, pues aunque un libro pueda aportar Sabiduría el hombre es libre de elegir y de él y solo de él depende pues lo que sea su vida. Pues no seremos los dueños de nuestro destino pero somos los capitanes de nuestra Alma.
Autor: Juan Pedro
Fuente: Espiritualidadpractica.org

NVA

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