Érase una vez, en el lejano reino de Kachaturian se
estaba viviendo una de las peores situaciones de su milenaria historia. Una
guerra, incomprensible como todas, había arrasado el país, arruinado las
cosechas, pasado por cuchillo a hombres y niños, quemado casas y hasta
esparcido sal por las tierras para que nada en ellas pudiera crecer, de manera
que parecía que la vida en el reino estaba llegando a su fin.
La bella
Ninoska se encontraba desesperada al ver lo que tenían alrededor: destrucción y
desespero. Pero podría decirse que su familia no había tenido tan mala fortuna
como muchos otros, el marido y los hijos habían salvado la vida e incluso la
casa no había sido pasto de las llamas como muchas otras del vecindario, pero a
pesar de ello Ninoska estaba triste al ver el contorno que le rodeaba y que
parecía imposible de superar. Los llantos del vecindario por los seres perdidos
le impedían disfrutar de la situación que tenía en su familia e incluso se
sentía obligada a compadecer, es decir padecer con, a sus amigas en sus penas.
Nadie podía ser feliz en aquel estado en que había quedado el reino, nadie.
Mientras la
joven estaba cabizbaja y deprimida ordenando su hogar lleno de cenizas de la
quema de otras viviendas que el viento había arrastrado y se habían introducido
por la ventana, llegó su hijo, Danielosky, corriendo y jadeando pero muy alegre
y gritando a su madre con una sonrisa de orgullo en sus labios:
- ¡Mamá,
mamá! ¡mira lo que he encontrado! - dijo recuperando el aliento perdido por la
excitación y las ganas de mostrar su hallazgo. Y acto seguido mostró un viejo
libro de tapas de piel de cordero con hojas de pergamino en su interior.
- Estaba
jugando al escondite y me escondí en el hueco de un árbol y me lo encontré-
dijo el niño describiendo como había hallado tal tesoro.
- Te dejo
que mis amigos me están esperando para seguir jugando- y dicho esto salió de la
casa dejando el libro en manos de su asombrada madre.
Estaba ella
sorprendida y no era para menos. Era imposible fijar la antigüedad del libro,
parecía más que viejo, parecía como si hubiera existido siempre. Pero lo más
sorprende no era su tamaño ni la sobriedad del volumen, lo más extraordinario
eran las letras de la portada. No estaban grabadas en tinta como era habitual,
tampoco estaban troqueladas en relieve; las letras parecían estar hechas de
luz, como si un foco iluminase la cubierta a través de una plantilla que solo
dejase pasar las formas de las letras para formar el título. Nunca antes había
visto algo así y posiblemente no había otro libro igual en el mundo, pero aun
más sorprendida se quedó Ninoska cuando dejó de prestar atención a las formas y
se fijó en el significado de las letras del título, que decían claramente:
“Libro
de la Sabiduría ”
- Es
increíble- pensó para si, y aturdida tomó asiento para poder analizar mejor lo
que tenía en las manos.
- Si este
es el libro de la sabiduría, quizá pueda explicar lo que nos ha pasado, quizá
es un libro con formulas mágicas y nos ayuda a salir de la situación en la que
nos hallamos- y con esta esperanza abrió el libro al azar.
El
pergamino que se mostró tenía escrito sobre él, en el mismo tipo de impresión
que la cubierta, unas palabras que le enfurecieron. Estas eran:
“La Felicidad en si misma no
existe
la Felicidad
es un estado que Tú te creas
.... O que Tú no te creas “
.... O que Tú no te creas “
- ¡Es
indignante! – dijo en voz alta aunque nadie pudiera oírla. - ¡Es ridículo que
un libro que dice ser de sabiduría diga que yo puedo ser feliz si quiero crear
ese estado! Será mejor que guarde este estúpido libro y lo venderé a algún
anticuario que pase por el pueblo, si es que queda alguno vivo- y dicho esto
guardó el tomo y salió muy enojada a trabajar, pues todavía tenía que
recolectar las frutas silvestres que constituirían la cena de su familia.
Dejó así la
casa de muy mal humor, pues lo que esperaba fuese un libro mágico le parecía un
libro estúpido. Mientras recogía las moras podía oír los llantos de las madres
que habían perdido a sus hijos o de las jóvenes que se habían quedado viudas y
pensó de nuevo - “¡ja! ¿Cómo puede esta pobre gente con todo lo que han perdido
crear un estado de felicidad como dice ese librillo que dice ser de sabiduría?
”-
Pero en
medio de esos pensamientos de odio y desprecio hacia la frase leída pudo oír a
los niños que jugaban al escondite en medio de las casas quemadas y destruidas.
- “Ellos si parecen felices. Ellos si que son capaces de crearse un estado de
felicidad en medio del caos en que vivimos” - pensó de nuevo para si mientras
miraba las carreras de los pequeños.
Muchos de
ellos habían perdido a seres queridos en sus familias, pasaban privaciones y
cuando llegasen a sus casas se encontrarían con los llantos inconsolables de
sus madres, incluso tendrían poco para comer, pero en aquel momento de la tarde
habían decidido crear un estado de felicidad, su estado de felicidad.
- ¡Quizá si
que es posible!,- pensó, - quizá al fin y al cabo el libro no sea tan estúpido
como pensé en un principio. Pero me faltaría una segunda parte para esa frase,
me gustaría que el libro fuese lo suficientemente sabio para decirme como es
posible para un adulto, para alguien responsable de la vida de los demás,
llegar a crear ese estado de felicidad -.
Y tras ello
dejó la recolección de las fresas salvajes y se dirigió hacia su casa a ver si
el libro decía algo más al respecto.
Con avidez
lo tomó en sus manos y lo abrió con la intención de buscar el pergamino leído
anteriormente para ver si tenía la continuación deseada. Pero no hizo falta, al
abrirlo apareció directamente un pergamino que llevaba escrito la formula de
felicidad buscada. Decía así:
“la mejor manera de ser feliz es pensar y centrarte en lo
que tienes,
la mejor manera de ser infeliz es pensar y centrarte en lo que no tienes,
Tú decides.
la mejor manera de ser infeliz es pensar y centrarte en lo que no tienes,
Tú decides.
De nuevo se
sentía desconcertada. Ella podía ser feliz, era cierto, las cosas no le habían
ido tan mal, pero... ¿y los demás? - Bueno al fin y al cabo yo debo ocuparme de
mi vida y de los míos, no puedo hacer nada por ellos, ojala pudiese pero...no,
no puedo, no puedo- y mientras tenía estos pensamientos por la ventana podía
oír los llantos desconsolados de su mejor amiga que lloraba la pérdida de sus
seres más queridos. Si quería cambiar, si quería aplicar la fórmula de la
felicidad que decía el libro, de nada servia acompañar el llanto, es decir eso
de “padecer con” que es el compadecer, pero ¡era tan difícil no oír aquellos
lamentos!, ¡ Era tan difícil no intentar consolar lo inconsolable!
Y es
verdad, era duro el hacerlo, pero no había otro remedio. De manera que
finalmente bajó al sótano de su casa donde guardaba unos cristales y se decidió
a poner doble cristal en la ventana para no oír los lamentos del mundo que le
rodeaba. Pero mientras hacia eso se sentía mal. Ella podía seguir el consejo de
la felicidad, pues todavía tenía mucho, tenia dos hijos preciosos y sanos así
como un buen marido, tenía una casa sólida y buena salud, tenía pues mucho en
lo que pensar pero ¿Y los demás?, ¿Y aquellos que han perdido su casa?, ¿Y los
que han perdido sus hijos o esposos?, ¿Cómo podrían ellos pensar en lo que
tienen si no tienen nada? Y mientras le venían a la mente estos tristes
pensamientos vio a su vecino, un hombre joven recién casado a quien le
incendiaron la casa con su esposa dentro y a una mujer que había perdido a su
hijo.
“Ellos no
tienen nada” se dijo para sí y de repente oyó como si algo se hubiese caído al
suelo. Era el libro que había resbalado de la mesa y Ninoska dejó lo que estaba
haciendo para recogerlo. Cuando se acercó vio que estaba abierto por una página
que decía:
Todo
ser humano tiene siempre la capacidad de amar,
y eso es ya tener mucho.
y eso es ya tener mucho.
Quizá eso
sea lo único que tengan los de allí fuera, pero ¿Es eso suficiente?- pensó
Ninoska. Y acto seguido como era una mujer inteligente se dio cuenta que sí y
de lo mucho que todos tenían. Su vecino era un joven fornido y podría construir
otra casa para el y buscar una compañera para formar un hogar con amor e
ilusión; la mujer podría levantar el ánimo y buscar otro hombre, era joven e
incluso podría quedarse embarazada y en caso de no ser así podría cuidar uno de
los muchos huérfanos que había por el reino. Sí, ellos tenían mucho más de lo
aparente, tenían capacidad de amar y lo único que hacia falta es que esta
capacidad se despertase para que cesasen los llantos y la pena. El poner amor a
su vida era la solución de todos, Ninoska debería de ponerlo en su entorno
familiar y las personas deprimidas de los alrededores deberían ser capaces de
buscar y crear esas nuevas formas de amor.
- ¡Esa es
la solución! - Gritó en voz alta y muy contenta.
Aun no
había acabado de poner el doble cristal a la ventana cuando llamaron a la
puerta. Era su vecina y mejor amiga de la que se ha hablado antes. Y muy
enfurecida entro a la casa gritando:
- ¿Qué?
¿Pones doble cristal para no oírnos, no?, Claro para ti es muy fácil, tu no has
perdido a nadie y por eso no puedes entendernos y te molestan los que sufrimos
por la muerte de los que amábamos - dijo con rabia y odio.
- No -
respondió Ninoska - es que he aprendido que tengo que darle otro enfoque a mi
vida para ser feliz. Hoy el niño ha encontrado un libro fascinante y que nos
dice que la felicidad la podemos construir si... – y entonces fue interrumpida
por su amiga quien le dijo:
- Claro,
eso es fácil para ti, porque no te ha pasado lo que a mi, que ..-, pero
entonces fue ella quien fue interrumpida por Danielosky, el hijo de Ninoska,
que entró en la casa gritando:
- ¡Eh, eh,
venid y escuchad eso! - . Y tanta fuerza puso en su petición que las dos
mujeres dejaron su discusión y salieron de la casa para escuchar mejor lo que
quería decir el niño. Hacia el este se oía el cantar de un pájaro, precioso,
algo inigualablemente bello, como nunca antes se había oído por la zona. Y la
amiga dijo:
- Es el
canto del cisne. El cisne no canta nunca hasta el día de su muerte, y ese día
para él es hoy. Pobrecito. - -No, no, que va - dijo el niño seguro de lo que
decía - si canta es porque es feliz, todos los pájaros cantan sólo cuando son
felices, si el cisne canta porque se va a morir eso quiere decir que el morirse
para un ser puro como ha sido el cisne, es bueno, que va a un sitio mejor y que
por lo tanto de pobrecito nada. ¿Entiendes?-
El
razonamiento había atontado a las dos mujeres que no se esperaban que un crío
dijese algo con tanto sentido, pero la amiga no estaba dispuesta a aceptar que
la muerte es algo bueno para los buenos y le respondió al niño:
- Pues
lástima para los que se quedan sin su compañía-
- No,
tampoco.- respondió el chaval.- Los animales son muy listos y saben muy bien
hacer eso que dice la primera página del libro que he traído hoy a mamá.- Y
mientras las dos mujeres se miraban desconcertadas el niño echo a correr hacia
el grupo donde estaban sus amigos para proseguir con sus juegos.
Ninoska
explicó a su amiga ligeramente todo lo que le había aportado ese libro, los
consejos que daba y como afrontar la situación para lograr ser feliz, pero no
tenia ni idea de lo que debía decir la primera página. Así que se dirigieron a
la casa y Ninoska puso el libro en su regazo para leer con más comodidad, tomó
la primera página y leyó en voz alta para ella y su amiga lo que estaba escrito
en letras de luz en esa primera página que decía:
“La primera obligación del ser vivo es VIVIR,
desgraciado será siempre aquel que no la respete”.
desgraciado será siempre aquel que no la respete”.
La historia
fue extendiéndose por todo el reino de Kachaturian. Algunos siguieron el
consejo y arreglaron sus vidas, otros prefirieron el sufrimiento y negaron
estas verdades, pues aunque un libro pueda aportar Sabiduría el hombre es libre
de elegir y de él y solo de él depende pues lo que sea su vida. Pues no seremos
los dueños de nuestro destino pero somos los capitanes de nuestra Alma.
Autor: Juan
Pedro
Fuente: Espiritualidadpractica.org
NVA
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