Cuando
perdemos el equilibrio emocional, se obstaculiza la fuente vital en nuestro
interior y, tapándose esta fuente, se dificulta la percepción de las
aportaciones que recibimos de las fuerzas de la naturaleza: los Elementos Agua,
Madera, Fuego y Metal. Debido a ello, experimentamos en la vida personal
(Elemento Tierra) la cara destructiva de dichas fuerzas naturales. Esta cara se
manifiesta cuando no recibimos sus aportaciones por lo que nos encontramos
insatisfechos -al sentirnos incapaces de ser como somos- y acumulamos
sentimientos y pensamientos negativos.
Dejándonos llevar por nuestros sentimientos negativos, nos enredamos automáticamente en unos círculos
viciosos que se explican perfectamente al tener en cuenta la dinámica vital. La
confianza en la Vida
(Agua) se convierte en miedo. La naturalidad, imaginación, generosidad y
creatividad (Madera) se convierten en frustración, cabreo y egoísmo. Nuestro amor y conciencia
(Fuego) se convierten en ansiedad, prepotencia y agresividad. Y la seguridad existencial (Metal) se convierte en
desamparo, soledad, inseguridad, tristeza y afán de control.
El origen de los círculos viciosos
Al
conocer las explicaciones del I Ching sobre las fuerzas de la naturaleza
(Elementos) que determinan el estado vital (Elemento Tierra) del ser humano, y
poder esquematizar la dinámica vital en un diagrama sencillo en el que están
representadas las características de los Elementos, se facilita tomar
conciencia de la relación entre unas cosas y otras, ver el fondo de la cuestión
y comprender muchas cosas aparentemente inexplicables sobre nuestro estado
emocional.
Con
respecto a las características de los Elementos, la información del I Ching
enseña cuáles son las condiciones vitales y las actitudes ante la vida que
hacen que aprovechemos las aportaciones de las diferentes fuerzas naturales. Y
gracias a la medicina china se sabe cuáles son las cualidades humanas y las
facultades mentales que se benefician de dichas aportaciones.
Además,
al conocer los datos acerca de las funciones globales de los órganos
correspondientes a los Elementos y asimismo los sentimientos y comportamientos
que expresan la recepción, o no, de sus influencias beneficiosas, la Inteligencia de la Vida da pistas sobre cómo
actúa la “inminente
animación orgánica” en las circunstancias dinámicas dadas.
Dichos
datos me han permitido explorar la procedencia de las diferentes clases de
problemas globales y asimismo desentrañar cómo superarlos con la ayuda de las
fuerzas naturales. Para dar un ejemplo de lo que se revela de este modo, a
continuación voy a señalar los círculos viciosos que se producen en la dinámica
que surge al perder el
equilibrio Yin-Yang. Y en los otros artículos de este bloque daré
una visión panorámica de las consecuencias fundamentales de los diferentes
círculos viciosos para el estado vital del ser humano (Elemento Tierra).
Si estamos centrados,
recibimos las aportaciones correspondientes a las fuerzas de la naturaleza
en nuestro fuero interno, por lo que nos inspiramos, vitalizamos y renovamos
constantemente.
Esto
se debe al principio Yin-Yang. Es decir, esto ocurre gracias a las
interacciones entre lo Creativo y lo Receptivo de la dinámica
auto-reguladora que
tienen lugar en los ejes vertical y horizontal del Ciclo Cosmológico.
La dinámica auto-reguladora del Ciclo Cosmológico
Pero si nos descentramos, nos apartamos automáticamente de dicha
dinámica por lo que, en vez de regular y regenerarnos, nos congestionamos. Al congestionarnos
físicamente, los líquidos corporales se hacen densos por lo que se obstruye el
fluir de los procesos fisiológicos normales. Análogamente, al congestionarnos
emocionalmente se forman obstáculos que obstruyen el fluir del Elemento Agua.
De manera que dichos obstáculos obstruyen la fuente vital de lo Creativo en
nuestro interior.
Al obstruirse dicha fuente, se dificulta que percibamos y acojamos las
aportaciones de las fuerzas naturales por lo que disminuyen paulatinamente la
seguridad (Metal), confianza (Agua), imaginación (Madera), el amor y la
conciencia (Fuego) que necesitamos para realizarnos de manera satisfactoria. De
modo que surgen sentimientos negativos que, si nos dejamos guiar por ellos, dan
lugar al desarrollo de una dinámica que va obstruyendo cada vez más la fuente
vital en nuestro fuero interno.
La disposición pentagonal de los Cinco Elementos
En
el diagrama de la disposición pentagonal de los Cinco Elementos se visualiza
que al perder el equilibrio Yin-Yang, la interacción
fluida entre los Elementos Agua, Tierra y Fuego se ha convertido en un
triángulo. Lo mismo ha ocurrido con la interacción fluida entre
los Elementos Madera, Tierra y Metal (2º triángulo). Y además, al
desvincularse el Elemento Tierra de la interacción entre lo Creativo y lo
Receptivo en los ejes horizontal y vertical del Ciclo Cosmológico, se forman
tres triángulos más: entre los Elementos Agua, Fuego y Metal (3er triángulo), entre los Elementos Madera, Tierra y Agua (4º triángulo), y entre los Elementos
Madera, Fuego y Metal (5º
triángulo). Dichos triángulos crean los círculos viciosos que surgen al desvincularnos de la
dirección, inspiración y conciencia que encontramos cuando nos mantenemos en el
centro de la interacción entre los Elementos Agua y Fuego. Además, la forma de
estos triángulos sugiere el hecho de que se producen conflictos debido a las
“puntas de lanza” que apuntan a determinado Elemento en los diferentes círculos
viciosos, minando sus aportaciones beneficiosas respectivas y construyendo
"cubos de basura" donde se guardan los sentimientos y pensamientos
negativos producidos por los conflictos.
Las puntas de lanza
La punta de lanza del triángulo Agua, Fuego y Tierra apunta al
Elemento Agua, visualizándose así que este círculo vicioso va minando las
aportaciones del Elemento Agua. Así que, se obstaculiza la fuente vital (Agua)
en nuestro interior por lo que nos descentramos también en el eje horizontal,
creándose además otro triángulo entre los Elementos Tierra, Metal y Madera que,
apuntando al último, mina las aportaciones del Elemento Madera (nuestra
naturaleza, la naturaleza y los procesos naturales).
De modo que se producen así unas condiciones de vida en las que nos
desvinculamos de la inspiración y dirección de nuestro verdadero ser (Agua) y
prescindimos de los recursos que surgirían de forma natural gracias a nuestra
naturaleza y los procesos orgánicos (Madera). Viviendo en dichas condiciones, provocamos que las circunstancias (Metal) vayan a
dirigir nuestros actos por lo que perderemos el contacto con nosotros mismos
(Tierra), enredándonos en el círculo vicioso Metal, Fuego y Agua que mina las
aportaciones constructivas del Elemento Fuego (corazón y mente) y hace que nos
volvamos en contra del espíritu humano (Agua) y actuemos de manera inhumana en
nuestro entorno (Metal). Provocamos así tres tipos de conflictos (determinado por las características
del Elemento atacado por la punta de lanza) por lo que producimos tres clases de basura (determinada
por las características de los Elementos que forman la base de dicha punta de
lanza).
La situación creada por el 3er círculo
vicioso produce normalmente un malestar profundo por lo que entramos en crisis. Si afrontamos dicha crisis emocional
y/o existencial, nos daremos cuenta de que nos hallamos perdidos, tomando
conciencia del nuevo círculo vicioso que se ha creado. Éste consiste en una
dinámica destructiva entre los Elementos Agua, Madera y Tierra (4º triángulo)
que mina las cualidades de autorrealización y reflexión del Elemento Tierra.
Pero si no nos paramos para reencontrarnos a nosotros mismos (Madera) y limpiar
nuestra fuente vital (Agua) de los sentimientos negativos que la obstruyen, se
provoca la aparición de un círculo vicioso formado por los Elementos Metal,
Fuego y Madera (5º triángulo) cuya punta de lanza destruye literalmente las
condiciones vitales a nuestro alrededor (Metal).
En
la medida en la que nos enredemos en dichos círculos viciosos, nos
encontraremos insatisfechos y confusos y nos haremos conflictivos. Hasta que no
nos paremos para poner nuestra vida en orden y centrarnos, pasaremos de un
círculo vicioso al siguiente sufriendo los síntomas de cada uno de ellos. Al
principio levemente y ocasionalmente, pero si este sufrimiento no hace que reflexionemos y
rectifiquemos cuando
se activa determinado Elemento, volveremos a pasar por el mismo círculo
vicioso. Como un círculo vicioso es la "madre" del siguiente, de este
modo convertiremos el recorrido natural por las influencias beneficiosas de los
Elementos en un recorrido por nuestros círculos viciosos, siempre que no nos
paremos para equilibrarnos interiormente. Además, los síntomas de cada círculo
vicioso se agravan en cada nueva vuelta.
Dejándonos llevar por nuestros sentimientos negativos, nos
enredamos automáticamente en una dinámica destructiva.
La
falta de seguridad existencial (Metal) produce desamparo, soledad, tristeza,
falta de confianza y afán de control. La falta de confianza en nosotros mismos
y en la Vida
(Agua) produce miedo por lo que nuestra fuente de autenticidad, imaginación y
creatividad (Madera) se convierte en fuente de frustración, malestar, enfado y
agresividad. Al no confiar en nuestra Fuente de Vida (Agua) y dejándonos llevar
por el miedo, nuestro potencial de amor (Fuego/corazón) se convierte en fuente
de desasosiego, sumisión y ansiedad, mientras que nuestro potencial de
conciencia (Fuego/mente) se convierte en fuente de autoengaño, prepotencia y
egoísmo.
El
caos está servido.
Fuente: http://lainteligenciadelavida.com/lavidaes/index.php/circulos-viciosos/98-los-circulos-viciosos
NVA
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