El pensamiento humano necesita un nuevo modelo compatible tanto con la ciencia moderna como con las enseñanzas espirituales que edifique el ser humano y la consciencia dentro de un universo energético. Sin embargo, esta necesidad no exige que descartemos lo aprendido hasta ahora. Al contrario, no solo requiere que trabajemos con nuestro conocimiento básico actual sino también que expandamos estos recursos para que nos ayuden a movernos hacia nuevos paradigmas de pensamiento en lo concerniente a la consciencia humana y a los procesos que operan dentro del ser humano. En el momento actual de desarrollo de las ciencias y las nuevas tecnologías contamos con la ayuda de análisis cada vez más exquisitos y descubrimientos emergentes que están haciendo evolucionar los parámetros de nuestro pensamiento. Es probable que la próxima etapa de las ciencias humanas se centre en nuestra comprensión de la consciencia; y de cómo estamos íntimamente conectados con cada uno de los demás y con nuestro medio ambiente energético más amplio.
Palabras clave: consciencia cuántica, coherencia, comunicación, evolución, ADN, biofísica, ciencia, espiritualidad, inteligencia viviente, futuro.
Estar siempre mirando hacia el futuro y no actuar
jamás al respecto resulta vano.
John Frederick Boyes,
ensayista inglés (1811 – 1879)
El ser humano debe convertirse en lo que el mismo
cree ser.
Rudolf Steiner
A partir de estudios científicos recientes hemos descubierto
que cada uno de nosotros transporta en si mismo alrededor de cien mil millones
de ordenadores celulares bioeléctricos que filtran y en última instancia
interpretan lo que vemos como nuestra ‘realidad’. La mayor parte de esos cien
mil millones de neuronas se estableció el día que nacimos, con alrededor de
250.000 neuronas creadas por minuto mientras nuestros cuerpos se formaban en el
útero. Aún así, este extraordinario ‘formador de realidad’ ha experimentado
cambios monumentales de percepción a lo largo de nuestra historia evolutiva.
Sin embargo, cuando se examinan los restos esqueléticos de los seres humanos
prehistóricos parece como si durante al menos 100.000 años no hubiese habido
cambios observables en la anatomía humana. Por comparación, desde los albores
del arte rupestre más temprano, nuestra mente humana ha dado saltos. Esto
sugiere que hemos evolucionado desde rutas biológicas hacia rutas culturales y
neuro-evolutivas y que seguir avanzando implica el desarrollo del sistema
nervioso humano y de nuestra consciencia. En esta coyuntura significativa, lo
que se requiere nuevamente es otro catalizador de cambio de consciencia.
Probablemente el siguiente paso necesario para poder desplazarnos más allá de
las limitaciones de nuestro atolladero evolutivo actual sea un cambio evolutivo
neuro-genético. En nuestro pasado
histórico (y quizás también en nuestro pasado no conocido) las civilizaciones
se desmoronaron a medida que evolucionaron hasta el límite de sus recursos
materiales sin que hubiese un desarrollo paralelo de la consciencia humana.
En tales periodos de transición vital es esencial que una ‘fuerza energética’
consciente se introduzca en el flujo de la vida humana para catalizar el
próximo acelerón de crecimiento evolutivo. Sin tal energía consciente los
sistemas materiales corren el peligro de quedar fuera de control (como es el
caso ahora) y/o de desmoronarse – lo que también puede ser el caso en un futuro
cercano. Esa ‘fuerza energética’ consciente necesita servir de impulso para
ayudar a catalizar la civilización humana hacia nuevos modos de
auto-conocimiento y comprensión, lo que a menudo se denomina, siguiendo a
Maslow, como autorrealización. Tal catalizador puede aparecer, como este
artículo espera mostrar, a través de descubrimientos en el campo de la biología
cuántica, la física cuántica, y la neurociencia.
En mi opinión, la investigación emergente en las ‘ciencias
cuánticas’ arroja nueva luz sobre el funcionamiento de la mente/cerebro humanos
y la consciencia, así como de nuestro sistema nervioso y nuestro diseño
genético – el ADN. Dicha investigación, como este artículo analiza, crea
una visión más amplia en la cual emerge una coherencia entre nuestra biología,
nuestra psicología, y un campo energético de consciencia. Por ello, podríamos
decir que estamos al borde de una posible evolución cuántica de la especie humana.
También sería razonable decir que ya existen nuevas
generaciones de personas que, como agentes evolutivos del cambio, manifiestan
síntomas de cambios transformacionales. Como en cualquier cambio evolutivo, antes de que el mismo se
extienda con mayor amplitud, surgen en la especie los comienzos inaugurales de
tal transformación. Más adelante en el artículo volveremos a estas
especulaciones.
Es justo decir que nuestra civilización global se encuentra
en estos momentos en una encrucijada crítica de desarrollo, tanto en términos
de recursos físicos como de modos de pensamiento. Por tanto, se hace imperativo
que nuestras facultades de percepción se orienten a favorecer la potencial
transformación evolutiva de la consciencia humana. En la actualidad nuestras
sociedades, al menos las occidentales, se han desarrollado en detrimento de la
evolución consciente. Esta es una de las razones principales que subyace tras los
fracasos culturales de estos tiempos decisivos. Ha habido una preparación, un
análisis, y una investigación escasas sobre cómo la humanidad puede afrontar
grandes cambios, tanto física como mentalmente, cuando se perturban los
sistemas de creencias tanto científicos como religiosos. En nuestra época
materialista existe una tendencia a descartar las inquietudes espirituales como
reinos de fantasía; del mismo modo, las personas con inclinaciones espirituales
a menudo descartan la ciencia como si fuera inadecuada para guiarnos hacia el
futuro. Así, una enorme cantidad de nuestras energías se ha canalizado hacia la
creación de un mundo inestable y radicalmente polarizado. Sin embargo, lo que
se requiere es una reconciliación de los científicos con los humanistas (‘Las
dos culturas’ de C.P. Snow) y una combinación de investigación y energía para
estimular una comprensión progresiva de la trayectoria evolutiva de nuestra
especie. En el peor de los escenarios podríamos estar afrontando un proceso de
involución; en mi opinión, sin embargo, esto no será así. No obstante, parte de
nuestro dilema reside en nuestra ceguera acerca de cómo operan nuestras
facultades mentales y de percepción.
El cerebro humano, como conjunto de células nerviosas,
funciona como un receptor de frecuencias de múltiples capas. En épocas
tempranas de la vida, debido a condicionamientos iniciales, cada receptor se
‘cablea’ para percibir una determinada frecuencia de onda. Como los receptores
cerebrales se sintonizan con determinados patrones de frecuencias de onda del
cerebro recibe una respuesta de ‘patrón de reconocimiento’ y la interpreta de
acuerdo con las percepciones asignadas a esa frecuencia. En otras palabras, el acto de sintonizar implica escoger de entre el océano
de frecuencias que constantemente nos rodean patrones de frecuencia que nos
resultan familiares. Sintonizando una y otra vez los mismos patrones estamos
reforzando un determinado escenario de realidad. Así que inconscientemente
estamos sintonizando con un patrón consensuado de realidad y formando
continuamente nuestras percepciones a partir de ello. Los patrones desconocidos
a menudo se ignoran puesto que no son competencia de nuestro receptor. Por lo
tanto, la percepción se crea dinámicamente momento a momento mientras el cerebro
escanea constantemente las bandas de frecuencia que nos rodean. Sin embargo, si
esta conducta de reconocimiento de patrones no evoluciona con el tiempo el
desarrollo de nuestra percepción está en peligro de paralizarse. El resultado es que nos quedamos fijados –
o atrapados – dentro de una realidad particular. Esta es la razón por la
que el desarrollo humano requiere que nos movamos a través de diferentes
cambios de paradigma con
el fin de que nuestros patrones colectivos de pensamiento/percepción evolucionen.
En otras palabras, nuestro desarrollo reside en procesos biológicos y psíquicos
simultáneos. De acuerdo con el destacado investigador de la consciencia Gopi
Krishna, ‘la maduración del sistema nervioso y del cerebro es un proceso
biológico que depende de una multitud de factores psíquicos y materiales
(Krishna 1999: 56).
La vulnerabilidad de este proceso reside en que nos
acostumbramos demasiado a unos patrones particulares de percepción e ignoramos
otros inputs o influencias sensoriales. Como especie, también hemos sido
colectivamente des-informados acerca de métodos asequibles para cambiar entre diversos
patrones y bandas de frecuencia. Este conocimiento ha estado disponible en
diversas tradiciones de sabiduría (tales como el chamanismo y las escuelas de
ocultismo y misterio) pero se han mantenido fuera del dominio público. El
resultado final es que nos hacemos inamovibles y dogmáticos en lo que concierne
a nuestras ‘creencias’ sensoriales y nos aferramos desesperadamente al pequeño
segmento de realidad que percibimos como la totalidad. Aún así, el cerebro
humano, y el sistema nervioso, son suficientemente flexibles para cambiar entre
patrones de frecuencia e interpretar ‘realidades’ que están más allá del patrón
de consenso. En las generaciones pasadas muchas escuelas de misterio
consideraban la humanidad demasiado inmadura para emprender ese entrenamiento –
de ahí la necesidad de rituales de iniciación y pruebas rigurosas y estrictas.
El embargo de estos conocimientos y técnicas ha ayudado a fomentar la
dominación de la ciencia materialista hasta el punto de que se nos enseña a
descartar experiencias e impulsos subjetivos e intuitivos. Sin embargo, que
nuestra dependencia predominante de logros materiales se equilibre con un
incremento de la investigación sobre la consciencia que apoye el papel
significativo de una ‘mente compartida’, se ha convertido en la actualidad en
una necesidad evolutiva. Asumo que la próxima etapa del desarrollo humano será
de naturaleza neuro-genética, lo que usando la terminología actual se ajusta a
una forma de consciencia cuántica.
Coherencia Cuántica, Consciencia Cuántica
El cuerpo humano es un flujo constante de miles de
interacciones y procesos químico/biológicos que conectan moléculas, células,
órganos, fluidos, a través del cerebro, el cuerpo y el sistema nervioso. Hasta
recientemente se pensaba que todas estas incontables interacciones funcionaban
como una secuencia lineal, pasando la información de manera muy parecida a como
un corredor pasa el testigo al siguiente corredor. Sin embargo, los últimos
hallazgos de la biología cuántica y de la biofísica han descubierto que, de
hecho, existe un extraordinario grado de coherencia entre todos los sistemas
vivientes.
Mediante exhaustivas investigaciones científicas se ha
encontrado que en los sistemas biológicos funciona una forma de coherencia cuántica mediante lo que se conoce como
excitaciones biológicas y emisión de biofotones, Lo que esto significa es que
la energía metabólica se almacena en forma de excitaciones electromecánicas y
electromagnéticas. Estas excitaciones coherentes se consideran responsables de
generar y mantener un orden a largo plazo mediante la
transformación de energía y de señales electromagnéticas muy débiles. Después
de cerca de veinte años de investigación experimental, Fritz-Albert Popp
propuso la hipótesis de que dentro del sistema viviente se emiten biofotones a
partir de un campo electrodinámico coherente (Popp, et al 1988).
En la práctica, lo que esto significa es que cada célula
viviente emite, o resuena, un campo biofotónico de energía coherente. Si cada
célula está emitiendo este campo resulta que el sistema viviente completo es,
en efecto, un campo de resonancia – un campo no-local ubicuo. Y puesto que los
sistemas vivientes se comunican por medio de biofotones, se infiere que en todo
momento existe una intercomunicación prácticamente instantánea. Y esto, afirma
Popp, es la base de la organización biológica coherente – a la que se refiere
como coherencia cuántica. Este descubrimiento condujo a Popp a afirmar
que la capacidad de evolucionar se apoya no en la lucha agresiva y en la
rivalidad sino en la capacidad de comunicación y cooperación. En este sentido
la capacidad innata para la evolución de las especies no se basa en el individuo
sino más bien en los sistemas vivientes vinculados dentro de un todo
coherente:
Los sistemas vivientes no son ni sujetos solitarios ni
objetos aislados, sino objetos y sujetos dentro de un universo de sentido
mutuamente comunicante…De la misma manera que las células de un organismo se
encargan de diferentes tareas para la totalidad del mismo, diferentes
poblaciones estructuran la información no sólo para sí mismas sino para todos
los demás organismos, expandiendo la consciencia de la totalidad, al tiempo que
se hacen cada vez más conscientes de esa consciencia colectiva (Popp, Ho 1989).
El biofísico Mae Wan Ho describe cómo el organismo viviente,
incluyendo el cuerpo humano, está completamente coordinado y es
‘coherente más allá de nuestros sueños más descabellados’. Al parecer, cada
parte de nuestro cuerpo está ‘en comunicación con todas y cada una de las demás
partes a través de un medio cristalino líquido dinámico, ajustable y receptivo
que se extiende por todo el cuerpo, desde los órganos y los tejidos hasta el
interior de cada célula’ (Ho 1998: 82).
Lo que esto significa es que el ‘medio’ de nuestros cuerpos
es una forma de cristal líquido, y por lo tanto un transmisor ideal de
comunicación, resonancia, y coherencia. Estos progresos relativamente recientes
de la biofísica han descubierto que todos los organismos biológicos están
constituidos por un medio cristalino líquido. Más aún, el ADN es un cristal
líquido (al que algunos se refieren como gel líquido cristalino) con una
estructura reticular, gracias al cual las células del cuerpo están implicadas
en una comunicación holográfica instantánea mediante la emisión de
biofotones (una fuente basada en la luz). Esto implica que todos los organismos
biológicos vivientes emiten continuamente radiaciones de luz que forman un
campo de coherencia y comunicación. Por otra parte, los biofísicos han
descubierto que los organismos vivientes están impregnados por ondas cuánticas.
Ho nos informa de que:
“…el
cuerpo visible resulta estar justo donde la función de onda del organismo es
más densa. Ondas cuánticas invisibles se despliegan desde cada uno de nosotros
e impregnan todos los demás organismos. Al mismo tiempo, cada uno de nosotros
contiene entrelazadas dentro de su propia estructura las ondas de todos los
otros organismos… Participamos en el drama de la creación que se está
desarrollando constantemente. Tanto nosotros como los demás organismos del
universo estamos co-creándonos y re-creándonos permanentemente…” (Ho 1998:
116).
En realidad, esta insólita información coloca a cada ser
viviente dentro de un campo cuántico no-local formado por interferencias de
onda (donde se encuentran los cuerpos). La estructura líquida cristalina que
está dentro de los sistemas vivientes es también responsable del campo
electro-dinámico de corriente continua (CC) que impregna la totalidad del
cuerpo de todos los animales. También se ha constatado que el campo de CC tiene
una modalidad de semi-conducción que es muchísimo más rápida que la del sistema
nervioso (Becker 1998). Si los sistemas biológicos vivientes están funcionando
dentro de un campo no-local entretejido de energía resonante, en tal caso
¿sería posible observar como eso se pone de manifiesto en su comportamiento
físico?
Mae-Wan Ho describe cómo las excitaciones coherentes funcionan
en los sistemas vivientes de una manera muy parecida a la de una regata, en la
que los remeros deben remar rítmicamente de manera que se cree una ‘transición
de fase’. Esto indica que en la naturaleza, y en los seres vivientes, existe
una tendencia inherente a resonar juntos ‘en sincronía’ como procedimiento para
mantener orden y coherencia. Este tipo de comportamiento sirve para fortalecer
las relaciones entre el individuo y la colectividad que previamente se habían
considerado como aleatorias. Este descubrimiento es importante porque otorga
validez al paradigma emergente del ‘cerebro global’ y el crecimiento de la
empatía planetaria.
El filósofo de sistemas Ervin Laszlo define el cerebro
global como la ‘red de procesamiento de energía – e información – cuasi-neural
creada por seis mil quinientos millones de seres humanos en el planeta,
interactuando de muchas maneras, tanto privadas como públicas, y a muchos
niveles, tanto locales como globales’ (Laszlo 2008: intro). En este nivel físico
existe ya un gran intercambio de información que ocurre cada vez a mayor
velocidad. Las redes sociales emergentes (como Facebook y MySpace) también
están desarrollando empatía-a-distancia entre los usuarios de todo el mundo. En
este contexto ya está en marcha en el mundo una transformación de las
relaciones entre un número significativo de personas. En estos momentos la
‘ciencia-dura’ se plantea incluso que la gente esté incrementando no sólo sus
relaciones empáticas con los demás sino también su entrelazamiento. Este punto de vista ha
sido corroborado por la neurociencia con el hallazgo de las ‘neuronas espejo’
Una ‘neurona espejo’ es una neurona cerebral que se activa
(‘dispara’) cuando un ser vivo (como el ser humano y otros animales como
primates y mamíferos) ve la acción de otro. En otras palabras, en un individuo
que ve a otra persona comiendo una manzana se dispararán exactamente las mismas
neuronas cerebrales que lo harían si fuese ella misma quien estuviera
ejecutando esa acción. En humanos se ha encontrado que esta conducta neuronal
tiene lugar en el cortex premotor y en el cortex parietal inferior. Este
fenómeno de las ‘neuronas espejo` fue descubierto por primera vez en Italia en
los años 90 por un equipo de investigación que estudiaba la actividad neuronal
de los macacos. Este descubrimiento ha llevado a muchos destacados
neurocientíficos a manifestar que las neuronas espejo son importantes para
procesos de aprendizaje (imitación) así como de adquisición del lenguaje. En
términos generales más modernos también podríamos decir que esta capacidad es
la que vincula a una persona con la situación de otra merced a la simpatía y la
empatía. También podría explicar por qué la gente se apega emocionalmente tanto
a sucesos que ve en la televisión e incluso llora cuando ve en la pantalla a
otra persona llorando. De esta manera estamos emocionalmente entrelazados mediante un efecto espejo del disparo
de neuronas cerebrales. De igual modo, si consideramos que nuestros cuerpos
están entrelazados mediante un campo cuántico de
resonancia eléctrica de biofotones, se explica cómo somos afectados y afectamos
a otros – a través de interferencias onda/campo. Esta información resulta
relevante cuando pensamos en un cambio hacia una empatía incrementada entre las
personas, tanto cercanas como distantes (vía comunicación digital), así como en
la posibilidad de catalizar futuras capacidades para la comunicación telepática
entre individuos.
La neurociencia, la biología cuántica, y la física cuántica
están empezando actualmente a converger para revelar que nuestros cuerpos no
son sólo sistemas bioquímicos sino también sofisticados sistemas cuánticos
resonantes. Esto nos ayuda a entender cómo el cuerpo puede ser eficientemente
coherente, así como también a explicar cómo nos sentimos ‘atraídos’ hacia
otros, especialmente cuando usamos términos como ‘buenas vibraciones’;
‘energías positivas’; y ‘parece que entre nosotros hubo feeling’. Por tanto, nuestros
cuerpos, al igual que nuestros cerebros, parecen funcionar como
receptores/de-codificadores dentro de un campo energético de información en
constante flujo. Esto explica cómo el cerebro humano es capaz de almacenar los
recuerdos y experiencias de toda una vida así como que dentro de un campo
informacional que abarca al cerebro, y por supuesto la totalidad del cuerpo,
puedan almacenarse infinidad de datos. Esta nueva comprensión del campo
informacional cuántico humano también da credibilidad a la existencia de
percepciones extrasensoriales (PES) y otras capacidades relacionadas.
La consciencia humana
no sólo es empática, gracias a una relación de ‘interferencia de onda’ con
otros campos mentales, sino que continuamente está transmitiendo y recibiendo
información. Sin embargo, hasta recientemente, la moderna ciencia materialista
se ha enfocado en gran parte hacia las evidencias físicas ‘duras’ y aún está
lidiando con las complejidades de la mecánica cuántica. Como Niels Bohr decía
en su célebre comentario – ‘Si la
mecánica cuántica no le ha impactado profundamente, es que aún no la ha
entendido’. Lo abstracto, o ‘blando’, reino de las intuiciones imaginativas
y las visiones habitualmente queda para los artistas excéntricos, los míticos,
y los innovadores creativos marginales.
A la mayoría de nuestras mentes modernas se les ha negado el
funcionamiento pleno de su cerebro izquierdo-derecho y se les ha arrastrado
hacia un funcionamiento racional estricto que actúa de manera mecánica, lineal,
competitiva, y restringida. El cerebro derecho abstracto, con su mundo mágico de
pensamientos creativos visionarios, se ha marginado y mantenido latente en gran
medida (McGilchrist 2009).
Gran parte de la actividad del cerebro derecho fue fuente de
la sabiduría indígena, las prácticas chamanísticas, y tradiciones similares que
el pensamiento materialista occidental ha procurado ignorar durante mucho tiempo.
A menudo nuestro entrenamiento intelectual nos condiciona a considerar esas
‘prácticas mágicas’ como primitivas, bárbaras, y no merecedoras de otra cosa
que colonialismo y/o re-educación. Así, aquellos de nosotros que pertenecemos
al occidente ‘civilizado’, con nuestro hemisferio izquierdo cerebral dominante,
vivimos en el mundo cotidiano de las cosas materiales y las atracciones
externas. Se nos enseña que existimos como fuerzas separadas, como islas en un
océano caótico de impactos físicos y naturales, y al antojo de influencias
aleatorias neutras. No obstante ahora sabemos que no es así.
Recapitulando,
la biología cuántica ha mostrado que el cuerpo despliega un nivel increíble de coherencia cuántica, y que a través
del ADN y, por tanto del sistema nervioso humano, existe un campo cuántico
consciente. Nuestra estructura bioquímica está compuesta de una confluencia de
energías totalmente entrelazadas y funciona como un campo no-local
dentro y alrededor del cuerpo humano. Más aún, el ADN es una estructura
cristalina líquida de tipo reticulado que emite bio-fotones basados en la luz.
Esto nos conduce a una nueva comprensión del funcionamiento del ADN humano como
campo cuántico.
Hipercomunicación y Campo Cuántico
A la luz de los recientes hallazgos podemos empezar a
referirnos al ADN como ADN
Cuántico. Esto sugiere que el 97% del ADN humano que no está implicado en
la síntesis de las proteínas está activo en un estado cuántico.
Bien podría ser que una futura manifestación de la
consciencia cuántica procediese de la activación de parte del 97% del ADN
cuántico, el cual, en lo referente a su función, ha desconcertado hasta ahora a
nuestros científicos. Es probable que esta activación del ADN cuántico esté
relacionada con el estado de la consciencia humana y que haya permanecido
latente porque no estuviese suficientemente preparada, o lista, para
manifestarse. Este campo ‘fuerza-vital’ podría ser similar a la omnipresente
‘energía pránica’ que, como dice Gopi Krishna, constituye el impulso para el
crecimiento evolutivo del sistema nervioso humano:
Una posibilidad omnipresente, que existe en todos los seres
humanos en virtud de que el proceso evolutivo aún está en funcionamiento en la
estirpe, y que tiende a generar un estado del cerebro y del sistema nervioso que
puede capacitarnos para trascender las vigentes fronteras de la mente y
adquirir un estado de consciencia muy por encima de lo que es la herencia
normal de la humanidad en el presente (Krishna 1997: 226)
Esta etapa transcendental de la consciencia, arriba descrita
como parte de nuestra herencia evolutiva natural, está conectada con el cerebro
y el sistema nervioso humanos. Ahora sabemos que dentro de nuestros cuerpos
poseemos un campo cuántico de ADN activado. Algunos biofísicos ya están
debatiendo si los procesos cuánticos no podrían ser un común denominador de
todos los procesos vivientes. Como tal, un campo informacional cuántico
determinaría a través del cuerpo humano la coherencia de nuestra resonancia
lumínica (biofotones) en forma de frecuencia vibratoria. En el caso de que,
cómo reacción a diversos impactos externos (cósmicos, ambientales, culturales),
la consciencia humana comenzase a cambiar su frecuencia vibratoria, con toda
probabilidad el ADN – como campo cuántico – mostraría de igual modo un cambio
de resonancia. Esto puede hacer que parte de ese 97% de capacidades hasta
ahora ‘inactivas’ se ponga en funcionamiento (es decir se reactive). Esto puede
estar o no ligado al aumento de las frecuencias electromagnéticas que
actualmente impactan sobre nuestro sistema solar por la precesión de los
equinoccios (En astronomía, la precesión de los equinoccios es
el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de
la Tierra, que
hace que la posición que indica el eje de la Tierra en la esfera celeste se desplace alrededor
del polo de la eclíptica, trazando un cono y
recorriendo una circunferencia completa cada 25 776 años, período
conocido como año platónico. Fte wikipedia).
Actualmente, también parece ser que esta parte ‘inactiva’ de
nuestro ADN puede ponerse de manifiesto como una forma de hipercomunicación.
El biofísico y biólogo molecular ruso Pjotr Garjajev, que ha
estudiado el ADN humano con su equipo de investigación en Moscú, ha encontrado
que el 97% ‘inactivo’ del ADN en realidad posee propiedades complejas. Garjajev
descubrió que el ADN que no se utiliza para la síntesis proteica, en lugar de
ello efectivamente se usa para comunicación, más exactamente para hiper-comunicación. En sus
propios términos, la hiper-comunicación se refiere al intercambio de datos a
nivel del ADN usando el código genético. Garjajev y su grupo analizaron la
respuesta vibratoria del ADN y concluyeron que éste puede funcionar de forma
muy parecida a una inteligencia en red que permite la hiper-comunicación de
información entre todos los seres sentientes. Por ejemplo, el grupo de
investigación moscovita probó que los cromosomas dañados (por ejemplo por rayos
X) pueden ser reparados. Su metodología consistió en ‘capturar’ los patrones de
información de un ADN concreto y transmitírselos, usando frecuencias de luz
enfocada, a otro genoma como forma de reprogramar las células. De esta manera
transformaron con éxito embriones de rana en embriones de salamandra
simplemente transmitiendo patrones de información del ADN. La investigación de
Garjajev muestra que ciertos patrones de frecuencia pueden ‘emitirse’ (por
ejemplo con laser) para transformar la información genética. Esto evidencia
cómo funciona el ADN mediante resonancia y frecuencias vibratorias.
También revela que el ADN humano puede ser modificado – o
alterado – mediante el impacto de frecuencias externas. Estos resultados de
investigación validan hasta cierto punto la existencia de fenómenos tales como
la sanación remota, y otros atributos psíquicos. También sugieren que el ADN es
un ‘lenguaje’ viviente, fluido, y dinámico que como campo cuántico
informacional responde no sólo a ondas de laser (como en el experimento
descrito) sino también a ondas electromagnéticas y de sonido – si se aplican las
frecuencias correctas.
Es muy probable que el conocimiento de que el ADN humano
puede ser influido y modulado por frecuencias (sonido, luz, lenguaje, y
pensamiento) haya sido conocido a través de los siglos por diversas
tradiciones espirituales, místicos y maestros. Quizás sea ésta la razón por la
que ha existido una variedad de ejercicios que utilizan el pensamiento enfocado
(oración); los sonidos (música; cánticos; salmodias); la luz (localizaciones
específicas tanto de luz natural como por ejemplo de luz producida por
vidrieras); y el lenguaje (recitaciones específicas como mantras y zikrs).
El ADN parece funcionar no sólo como constructor de
proteínas (su función minoritaria) sino también como un medio de
almacenamiento, recepción, y comunicación de información. Algo más
controvertida es la información de que Garjajev y sus colegas rusos encontraron
asimismo ejemplos en los que en el vacio el ADN podría causar patrones
perturbadores que resultaban en la producción de lo que parecían ser agujeros
de gusano magnetizados. Estos agujeros parecerían funcionar como conexiones
fuera de nuestros campos normales de tiempo y espacio (lo que apunta a una
comunicación inter-dimensional). Este fenómeno ciertamente merece un análisis y
experimentación ulteriores. Así, parece probable que el ADN esté implicado en
diversas formas de hiper-comunicación de las cuales, en estos momentos, sabemos
muy poco.
Para apoyar las afirmaciones de Garjajev sobre la
hiper-comunicación podemos ver cómo funcionan en la naturaleza leyes similares.
Por ejemplo, la organización de las colonias de hormigas parece hacer uso de
una forma compartida de comunicación. Cuando una hormiga reina es separada de
su colonia, las hormigas obreras continúan edificando y construyendo la colonia
como si siguieran cierto tipo de diseño. No obstante, si se mata a la hormiga
reina todo el trabajo en la colonia cesa, como si bruscamente el diseño se
hubiese desconectado. Esto sugiere que la reina no necesita estar en contacto
físico para continuar transmitiendo el diseño; no obstante, cuando muere la
consciencia del grupo deja de funcionar dentro de un campo informacional
hiper-comunicativo. Por tanto, podemos referirnos a estas formas de
hiper-comunicación como campos de consciencia cuántica, o simplemente como consciencia cuántica (puesto que lo cuántico implica un
efecto de campo no-local)
De manera similar, fenómenos humanos a distancia como la
sanación remota, la telepercepción, y la telepatía podrían funcionar mediante
mecanismos comparables. A un nivel más básico podríamos decir que muchos de
nosotros lo experimentamos como una sensación de intuición y en momentos
de inspiración. Bien podría ser, incluso, que recibiésemos estas formas de
hiper-comunicación mientras dormimos. Hay incontables ejemplos de gente,
artistas, diseñadores, etc., que consiguieron inspiración para su trabajo
en sus sueños. Un ejemplo de ello es el compositor italiano Giuseppe Tartini
quien una noche soñó con un demonio tocando el violín sentado junto a su lecho.
A la mañana siguiente Tartini escribió la partitura de memoria y la tituló
Sonata Trino del Demonio. Estas experiencias parecen estar aumentando; o quizás
lo que sucede es que la gente se siente más libre para hablar de ellas. También
hay indicios de que las generaciones de niños que están naciendo recientemente
manifiestan un nivel más alto de clarividencia y otras capacidades extra-sensoriales.
Estos progresos pueden indicar que dentro de la humanidad está emergiendo una
forma más elevada de consciencia de grupo y que estas habilidades encuentran
ahora una expresión más amplia. Al respecto, haríamos bien volviendo a esas
prácticas recomendadas durante siglos por las tradiciones espirituales y los
maestros, es decir: meditación, reflexión, alerta, y atención plena, etc..
Einstein fue famoso durante toda su vida como soñador diurno y él mismo
afirmaba a menudo que las inspiraciones más elevadas le llegaban cuando estaba
en tales estados. Por lo tanto, si cada uno de nosotros prestase más atención a
sus estados internos y se esforzase por conseguir armonía y equilibrio en
su vida, esto podría contribuir a intensificar la conectividad entre humanos.
Estados cuánticos y el campo Akásico
Existen procedimientos para ayudar a incrementar esos
estados internos (o ‘cuánticos’), que se pueden encontrar en muchas
tradiciones, ya sea en las principales religiones (cristiana, islámica,
judaica, sikh); ya sea en otras corrientes de sabiduría tales como budismo,
taoísmo y prácticas meditativas. También hay muchos materiales escritos
(libros, cuentos, y poemas) que tienen como función estimular la actividad del
hemisferio derecho. Así sucede con muchas historias sufíes (como los cuentos de
Mula Nasrudín) así como con historias famosas como Las Mil y Una Noches; y
poemas de Jalalludin Rumi (que ahora son best seller en occidente). Muchas de
estas tradiciones también fomentan la meditación en grupo como una manera de
estimular la consciencia de grupo y la conexión cuántica. Se ha demostrado que
los meditadores expertos pueden conseguir un nivel extremadamente alto de
sincronización entre hemisferios. De igual modo, se ha demostrado que las
personas que meditan juntas sincronizan su actividad cerebral. Usando un
escaneado cerebral mediante electroencefalograma (EEG) se ha encontrado que
entre los participantes del grupo la actividad de las ondas cerebrales está
sincronizada. Ahora podemos especular que esto resulta de la resonancia que
ocurre entre los diversos campos cuánticos, como se ha demostrado en las
últimas investigaciones en biofísica. Hasta cierto punto esto se ha reproducido
en la amplia gama de material auditivo hemisférico disponible en el mercado
masivo (con diversos niveles de calidad). Estos estimuladores actúan induciendo
un estado alterado de consciencia; al que algunos terapeutas se han referido
como consciencia transpersonal. En esos estados la gente ha experimentado
conexiones muy profundas con lo que generalmente se conoce como consciencia
colectiva. El filósofo Ervin Laszlo denomina a este campo de información
colectiva Campo Akásico (Laszlo 2004).
Actualmente existen razones para especular que el así
llamado Campo Akásico no-local es, de hecho, una parte de
nuestros campos cuánticos de consciencia compartidos (y superpuestos). De ser
así, esto nos lleva a preguntarnos si el ADN, que emite biofotones y exhibe
propiedades inter-dimensionales, no podría ser en sí mismo el asiento de la
consciencia cuántica. La ciencia moderna ha considerado durante mucho tiempo al
cerebro humano como el centro de la consciencia; no obstante, esto pertenece al
pensamiento materialista y lineal que considera a la consciencia como el
producto de una materia compleja. De hecho el cerebro, consistente en la más
intrincada red de sinapsis, es nuestra construcción neurológica más compleja.
No obstante, es más probable que el cerebro funcione como receptor y
transcriptor de señales eléctricas emitidas desde el ADN cuántico. De esta
manera los millones de millones de partes de nuestro ADN humano actuarían como
un campo cuántico coherente para regular cada parte de nuestro cuerpo en cada
momento simultaneo.
El cuerpo humano es por tanto un campo cuántico resonante
que, exhibiendo propiedades inter-dimensionales potenciales, también puede ser
un depósito de consciencia. Por lo tanto, nuestra realidad nos es suministrada
por el funcionamiento del cerebro que transcribe señales en percepciones, pero
el ADN es una inteligencia viviente. Esta idea de que el ADN es una
inteligencia viviente no es nueva para muchas tradiciones indígenas de
sabiduría. Por ejemplo, como señalaba el antropólogo Jeremy Narby, los chamanes
que entraban en estados de trance a menudo parecían estar comunicándose con el
ADN como medio para adquirir conocimientos sobre plantas, sanación, y mundos
espirituales (Narby 1999). Subsecuentemente, Narby exploró como la naturaleza
también está imbuida de esa forma de inteligencia viviente que actúa como
patrones de supervivencia para posibilitar el crecimiento evolutivo (Narby
2006).Chamanes, intuitivos, y otros que son capaces de conectar con esta
inteligencia viviente encuentran un ‘diseño’ o boceto detrás de todas las
estructuras físicas, lo que apunta a un campo cuántico de inteligencia viviente
que actúa como un impulso evolutivo dentro de todos los sistemas vivientes.
Por tanto podemos especular que el ADN humano, que actúa
como un campo de energía cuántica, probablemente sea el asiento de la
consciencia humana. Más aún, se puede decir que este campo de consciencia cuántica es exactamente lo mismo que el así
denominado ‘Campo Akásico’. También, investigaciones recientes
sugieren que el AND es receptivo a determinadas influencias externas como las
que se manifiestan en la oración, meditación, y sonidos/vibraciones
específicas. Esto ofrece asombrosas posibilidades para nuestro bienestar y
evolución humana si somos capaces de establecer algún tipo de comunicación con
nuestra Inteligencia viviente (nuestros propios ¿‘Seres Superiores’?). Puede
que incluso poseamos el potencial de interactuar con nuestra propia estructura
física celular mediante mentes enfocadas e intenciones dirigidas. Las
implicaciones de todo esto son profundas y de ello, incluso, se infiere que la
humanidad puede tener una oportunidad en el futuro de establecer una relación,
a través de la consciencia cuántica, con su propio ADN y diseño viviente. Aún
más, si los patrones resonantes/vibratorios de consciencia cuántica pueden
transmitirse entre generaciones puede que las nuevas generaciones que están
naciendo ahora ostenten diferentes patrones de consciencia. Estos podrían
ser los signos iniciales de la evolución neurogenética de la humanidad. Estas
nuevas generaciones serán los ‘agentes evolutivos’ que mostrarán el camino
hacia un renacimiento y renovación socio-cultural-humana.
Agentes Evolutivos – ¿Nuestro Próximo Salto Cuántico?
La consciencia cuántica – campo viviente de inteligencia –
bien podría representar la siguiente etapa de la evolución humana; esto es, la
evolución de la mente global de la humanidad. Diversos místicos e
investigadores de la consciencia han aludido a esto con una variedad de
nombres, como consciencia cósmica, superconsciencia, consciencia transpersonal,
consciencia integral, y otros. Todas estas descripciones comparten un tema
común; a saber: aumento de la intuición, empatía, una mayor conectividad con el
mundo y con la gente, y una sensación de ‘saber’ lo que demanda cada situación
dada. Más aún, esa forma de consciencia cuántica probablemente infunda en cada
persona un sentido de la totalidad cósmica: la comprensión de que la humanidad
existe y evoluciona dentro de un universo de inteligencia y sentido (quizás
incluso inter-dimensional). Esto serviría para transmitir a la humanidad un
impulso espiritual más profundo y aceptable.
Podemos especular que una variedad de fuerzas que incluye un
cambio de las energías geomagnéticas de la Tierra (como ya está sucediendo); radiaciones
solares que varían con cada ciclo del sol; pulsos galácticos procedentes del
centro de la galaxia; el movimiento de nuestro sistema solar a través de
porciones más energizadas del espacio interestelar, podrían de alguna manera
dar como resultado un incremento de patrones de ondas (vibraciones) que
entrasen en el campo cuántico del ADN y catalizasen un cambio en la consciencia
de la humanidad. El puente que nos separa en el presente de otro nivel de
inteligencia viviente es en esencia un cambio vibratorio. Si ese cambio vibratorio
es un modo potencial de catalizar la consciencia cuántica, eso podría
conducirnos hacia facultades intuitivas y fenómenos extra-sensoriales
acrecentados que no sólo se convertirían en una parte comprometida de nuestras
vidas sino que también darían acceso a una mayor creatividad y mayores
capacidades inventivas para participar en nuestro propio futuro como humanos.
El aumento de estos atributos hasta una masa crítica podría
ser la llave hacia nuestro próximo ‘salto evolutivo’. Formas e insinuaciones de
estos nuevos patrones de consciencia ya están emergiendo en el mundo, pero por
el momento no han llegado a formar parte de la investigación predominante.
Entre tales agentes evolutivos ‘de mutación’ se incluyen visionarios, místicos,
artistas, físicos, psíquicos, intuitivos, Maestros espirituales, y lo que se ha
dado en llamar los nuevos ‘Niños Índigo’. Se ha descrito que estos niños
(llamados ‘Índigo’ por sus supuestas auras coloreadas) poseen empatía,
creatividad, curiosidad y voluntad propia incrementadas. También se ha descrito
que desde muy jóvenes están más inclinados hacia la espiritualidad, y que
evidencian potentes capacidades intuitivas. Debido a su natural e
inherente resistencia a la autoridad, dentro del sistema escolar convencional
son vistos como distraídos, rebeldes, o alienados. No obstante esto no es nada
nuevo ya que a lo largo de toda la historia registrada los revolucionarios
sociales se han sentido impelidos, e inspirados, a resistirse a la autoridad y
a instigar el cambio (Billington 1998). Muchos individuos que se han dado
cuenta de la necesidad de sembrar en la vida social se han visto envueltos en
sucesos revolucionarios y/o implicados en levantamientos socio-culturales.
Estos esfuerzos humanos, como comenta Krishna, proceden de impulsos evolutivos:
“Puedo
afirmar con seguridad que el progreso hecho por la humanidad en cualquier
dirección, desde el nivel subhumano hasta el presente, se ha debido mucho menos
a los propios esfuerzos humanos que a la actividad de las fuerzas evolutivas
obrando en su interior. Cada incentivo para la invención, los descubrimientos,
la estética, y el desarrollo de mejores organizaciones políticas y sociales
procede invariablemente de dentro, de las profundidades de su consciencia por
la gracia de… la Fuerza
Evolutiva superinteligente existente en los humanos”
(Krishna 1993: 166).
Esto subraya esfuerzos, intentos, o movimientos sociales
destinados a ayudar a preparar el ‘terreno mental’ para que se siembre una
nueva consciencia que crezca lentamente. En conjunto las fuerzas
sociales/culturales/materiales son lentas para reaccionar ante la necesidad de
un paradigma evolutivo de la consciencia humana.
Podemos decir que para el continuo crecimiento cultural y de
la especie existen periodos particulares de la historia humana en los que la
humanidad está lista para, o tiene necesidad de, la activación de facultades
especiales y/o rasgos evolutivos. Puede ser que durante esta fase crítica de la
cultura humana la humanidad se adapte, o se vea forzada, a desarrollar nuevos
aspectos creativos e inspirados de consciencia. Este periodo de transición –
una etapa de lo que yo llamo evolución neuro-genética – cuestionará las
estructuras sociales ya pasadas de moda que han polarizado gran parte del
pensamiento humano. Sin embargo, como en todos los cambios de paradigma, las
viejas energías inevitablemente deben dar paso a las nuevas, y puede que sólo
sea cuestión de tiempo que las nuevas generaciones se muevan hacia una
consciencia evolutiva y sus manifestaciones físicas. Resulta crucial, por
tanto, que una comprensión de los asuntos espirituales impregne nuestras vidas
cotidianas como contrapeso a nuestro materialismo social. En los años que se
avecinan es importante que intentemos desarrollar una consciencia que esté tanto
abierta a los impulsos espirituales como simultáneamente consciente y atenta a
las investigaciones científicas más recientes. Es imperativo que revitalicemos
nuestro sentido colectivo de bienestar y conexión – nuestro entrelazamiento – como parte de nuestro
desarrollo evolutivo compartido. Es posible que un nuevo estado de consciencia
cuántica permita a la humanidad acceder a un campo
energético de información inimaginable.
Esto abriría nuevas perspectivas de inteligencia creativa que podrían ser precursoras
de la próxima etapa a lo largo de nuestro camino evolutivo ascendente.
Conclusión
Resumiendo, la humanidad como especie global puede estar en
vías de atravesar una transición hacia un estado de consciencia diferente. Este
nuevo estado probablemente se caracterice por propiedades cuánticas como la
coherencia y un campo no-local de información. Es por ello que a este nuevo
estado le he llamado campo de
consciencia cuántica. Este
campo de consciencia transformará el modo de relacionarnos con otras gentes y
con el mundo que nos rodea, y expandirá las realidades que percibimos. También
podría catalizar el alumbramiento de otras facultades humanas hasta ahora
durmientes como intuición incrementada, telepatía, y pensamiento visionario.
Algunas de estas características ya están apareciendo entre los más jóvenes,
las generaciones que están naciendo en la actualidad, que han recibido el
nombre de ‘niños Índigo’. Este desarrollo evolutivo pone de manifiesto una
transición desde formas de evolución biológica y socio-cultural hacia la
incorporación de un nuevo nivel: la evolución neuro-genética. Yo argumento que
esta fase neuro-genética es esencial para permitir que la humanidad evolucione
hacia la próxima etapa en la escala evolutiva. Como afirmaba recientemente un
pensador:
“Vivimos
tiempos de cambio en los que la humanidad está experimentando una
transformación. Nuestra consciencia, que dispone de un gran potencial para su
ulterior desarrollo, debe sufrir una liberación de las estructuras vinculantes,
y abrirse camino hacia una rápida expansión…Necesitamos entender los fenómenos
a un nivel más profundo, y no limitarnos a aceptar lo que se nos dice, o
aquello con lo que se nos alimenta a través de instituciones sociales y canales
bien estructurados. Debemos aprender a aceptar que nuestro pensamiento es una
gran fuerza espiritual tangible para el cambio”
(Gulbekian 2004: 251)
.
Si una persona no está suficientemente preparada para estos
impactos de cambio eso puede causarle desequilibrio y confusión. La
responsabilidad personal significa que cada persona debe buscar equilibrar las
energías tanto de su vida interna como de su vida externa; y fortalecer su
sentido de conexión, empatía, y visión creativa.
Los nuevos descubrimientos de la neurociencia, la biología
cuántica y la física cuántica han mostrado que un tipo de consciencia no-local
conectada tiene fundamento físico científico. Lo que esto demuestra es que
ciertos estados espirituales y trascendentes de Unicidad colectiva tienen un
fundamento válido dentro del nuevo paradigma científico. Nuestro(s) futuro(s)
evolutivo(s) requiere que no nos mantengamos polarizados entre las ciencias y
las humanidades sino que puede ser – debe
ser – una fusión
creativa y una asociación de colaboración.
Notas
Para información sobre cambios de paradigma ver The Structure of Scientific
Revolutions de Thomas Kuhn
El eminente matemático John von Neumann calculó que durante
un tiempo de vida promedio de setenta años acumulamos alrededor de 280 millones
de millones de bits de información.
La precesión de los equinocios (o el Gran Año) se refiere a
un cambio gradual de orientación del eje terráqueo de rotación, que traza un
cono a lo largo de un ciclo de aproximadamente 26.000 años.
Para más información ver el trabajo de Grazyna Fosar y Franz
Bludorf.
Ver los numerosos informes que hablan de los Niños Índigo’ o
‘Nuevos Niños’.
Ver el corpus de cuentos de Idries Shah
Bibliografía
Becker, R. O. (1998) The
Body Electric. New York:
William Morrow
Billington, J. H. (1998) Fire
in the Minds of Men. New
Jersey: Transaction Publishers.
Gulbekian, S. E. (2004) In
the Belly of the Beast: Holding Your Own in Mass Culture.Charlottesville,
VA: Hampton Roads.
Ho, M.-W. (1998) The
Rainbow and the Worm: The Physics of Organisms. Singapore: World Scientific.
Ho, M.-W. and Popp, F. A. (1989) ‘Gaia and the Evolution of
Coherence’. In 3rd Camelford
Conference on The Implications of The Gaia Thesis: Symbiosis, Cooperativity and
Coherence.The Wadebridge Ecological Centre, Camelford, Cornwall
Krishna, G. (1993) Higher
Consciousness and Kundalini. Ontario,
CA: F.I.N.D. Research Trust.
Krishna, G. (1997) Kundalini:
The Evolutionary Energy in Man. Boston,
MA: Shambhala.
Krishna, G. (1999) The
Dawn of a New Science. Markdale,
ON: Institute for Consciousness Research.
Laszlo, E. (2004) Science
and the Akashic Field: An Integral Theory of Everything Rochester, VT: Inner
Traditions.
Laszlo, E. (2008) Quantum
Shift in the Global Brain. Rochester,
VM: Inner Traditions.
McGilchrist, I. (2009) The
Master and His Emissary: The Divided Brain and the Making of the Western World. New Haven, CT:
YaleUniversity Press.
Narby, J. (1999) Cosmic
Serpent: DNA and the Origins of Knowledge. London:
Phoenix.
Narby, J. (2006) Intelligence
in Nature. London:
Jeremy P. Tarcher.
Popp, F.-A., Li, K.H., Mei, W.P., Galle, M. and Neurohr, R.
(1988) Physical Aspects of Biophotons.Experientia, 44: 576-585.
AUTOR: Kingsley L. Dennis
Traducción: Fernando Alvarez- Ude Cotera
http://www.kingsleydennis.com/consciencia-cuantica-reconciliar-ciencia-y-espiritualidad-para-nuestros-futuros-evolutivos/
http://www.kingsleydennis.com/wp-content/uploads/2013/05/CONSCIENCIA-CU%C3%81NTICA.pdf
Montaje y presentación NVA
No hay comentarios:
Publicar un comentario