miércoles, 15 de octubre de 2014

EL EFECTO DE LA MÚSICA EN NUESTRO CEREBRO

Eric Jensen enfatiza el hecho de que la música es una parte esencial de la vida humana y que nuestra respuesta hacia ella podría estar entretejida en nuestro Cerebro. Él dice que en el libro “La Música, la Mente y el Cerebro” por Manfred Clynes, PHD. (1982), Clynes explica cómo la música compromete a nuestro cerebro en su totalidad. La estructura, los intervalos, la calidad y el timbre armoniosos de la música y los patrones espaciales temporales de largo plazo son reconocidos por nuestro hemisferio no-dominante (en la mayoría de nosotros el hemisferio derecho).


Por otro lado, las signaturas de corto plazo de la música como el volumen que cambia rápidamente, la trayectoria exacta y rápida del tono, el tempo (pacing) y la letra son reconocidos por el hemisferio dominante (en la mayoría de nosotros el izquierdo).



Jensen añade “Que el impacto de la música también puede sentirse en nuestro latido del corazón, con la medida de nuestro pulso, que tiende a sincronizarse con el compás de la música que estemos oyendo. Cuanto más rápido sea el compás de la música, más rápido será nuestro pulso. Él dice que de acuerdo con Jean Houston, la música eleva la estructura molecular de nuestro cuerpo.

En otras palabras, el cuerpo resuena a una longitud de onda molecular estable. La música tiene sus propias frecuencias vibratorias que o resuenan o chocan con los propios ritmos de nuestro cuerpo. Cuando los dos resuenan en la misma frecuencia nos sentimos “en sintonía”, y es entonces cuando aprendemos mejor y estamos más conscientes y alertas.”

Según lo resume el libro “Aprendizaje Acelerado con Música” (Webb y Webb, 1990), los efectos potenciales de la música en la mente y el cuerpo incluyen lo siguiente:

-          Aumentan la energía muscular.
-          Aumentan la energía molecular.
-          Influencian el latido del corazón.
-          Alteran el metabolismo.
-      Reducen el dolor; aceleran la sanación y la recuperación de pacientes que han atravesado una cirugía. A
-          Ayudan en la descarga de emociones.
-          Estimulan la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.
Existen muchos estudios que han demostrado que la música realmente afecta nuestro cerebro de una manera positiva. La investigación científica sobre los efectos neurológicos y de desarrollo de la música han fascinado a educadores y a padres dándoles la posibilidad de mejorar el aprendizaje en los niños. Comparado con la larga historia de investigación del idioma, nuestro entender científico de la música es nuevo.

Afortunadamente para los padres, enriquecer las vidas de nuestros niños con la música puede ser fácil y agradablemente logrado. Desde la música suave en las guarderías a juguetes musicales y lecciones del baile. El alentar el estudio de la música de una manera divertida fortalece el desarrollo educativo, físico, y emocional de los niños.

La inteligencia musical es muy importante para la experiencia humana. Es la inteligencia que surge más temprano – incluso niños de dos meses de edad, ya pueden cantar e igualar estructuras rítmicas. Esta inteligencia está unida muy de cerca a las otras inteligencias – a menudo “sentimos” la música con nuestros cuerpos y nos movemos de manera correspondiente, a menudo “sentimos” la música con nuestras emociones, y lloramos y reímos de manera correspondiente. De hecho, según Howard Gardner en su libro “Estructuras de la Mente” (Frames of Mind”) (1983), muchos científicos creen que “si pudiéramos explicar la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano”.

En un artículo escrito por Kimberly L. Keith “La Música y el Aprendizaje” ella dice que en un estudio dirigido por la Sociedad de Neurociencia, se encontró que varias áreas del cerebro como la corteza motora primaria y el cerebelo que están involucrados en el movimiento y la coordinación, son más grandes en los músicos adultos que en personas que no son músicas. Otro ejemplo que se dio fue el del cuerpo calloso que conecta los dos hemisferios cerebrales que se pudo comprobar que era más grande en músicos adultos. Un tercer ejemplo es que se comprobó que la corteza auditiva que es responsable de unir la música y el habla en una sola experiencia consciente, también era más grande en ellos.

Un estudio demostró que el escuchar las complejas piezas de Mozart elevaba las capacidades espaciales de los estudiantes de la universidad. A este experimento se lo denominó “El Efecto Mozart”. En el libro ““Aprendizaje Basado en Cómo Aprende el Cerebro” (“Brain Based Learning”) por Eric Jensen, aprendemos que en un estudio realizado con estudiantes de diferentes edades, imágenes generadas por computadora de la actividad cerebral revelaban similitudes increíbles con las notas musicales de las piezas compuestas por Mozart. Jensen dice que la música realmente puede preparar las conexiones neuronales del cerebro.

 En un estudio realizado por la investigadora Frances Rausher, PhD., ella sostiene que los patrones neuronales de encendido (el lenguaje eléctrico incorporado del cerebro) son básicamente los mismos tanto para la apreciación musical como para el razonamiento abstracto, y un descubrimiento interesante sobre el tema es que en un estudio que ella llevó a cabo en la Universidad de Irvine, averiguó que el momento en que escuchamos música es también importante, ya que durante este estudio descubrieron que aunque el efecto de escuchar la música de Mozart durante diez minutos antes de hacer una prueba demostraba una mejora en el razonamiento espacial y abstracto de los estudiantes, el efecto sólo era temporal, y tenía una duración de 5 a 15 minutos, y que aunque escuchar a Mozart antes de la prueba era valioso, si se escuchaba a Mozart durante el examen esto causaba una competencia neuronal que interfería con los patrones neuronales de encendido eléctrico (Félix 1993).
De esa manera el estudio demuestra que existe un momento apropiado para escuchar música en el proceso de aprendizaje así como existe un momento apropiado para estar en silencio. Basado en estos estudios, Eric Jensen aconseja tomar el Efecto Mozart con discreción al aplicar e interpretar sus resultados. Él dice que por el momento, el llamado “Efecto Mozart” es todavía incierto.

Eric Jensen dice también que según el neurocientífico Larry Parsons, del Centro de Imágenes de la Universidad de Texas en San Antonio, mientras Mozart ayudó al grupo de control a mejorar su razonamiento, otros subgéneros de la música realmente ayudaron más a los estudiantes que eran parte del experimento, lo que demuestra que pueden ser los ritmos, tonos o patrones de música lo que realmente mejora el aprendizaje.

Dee Dickinson, en su artículo la “Música y la Mente” detalla estos datos muy interesantes sobre la música y el logro académico: ” Recientemente en un estudio sobre la capacidad de estudiantes de ciencia de catorce años en diecisiete países, los tres países que ganaron fueron Hungría, Países Bajos, y Japón. Todos estos países incluyen música a lo largo de su plan de estudios desde Kindergarten hasta cursos de secundaria. En los años 60, el sistema Kodály de educación musical se instauró en las escuelas de Hungría como resultado del excelente logro académico de los niños en sus “escuelas de canto”. Hoy en día no existe en ese país ningún estudiante de tercer grado que no cante bien entonado y bellamente. Además, el logro académico de los estudiantes húngaros, sobre todo en matemáticas y ciencias, continúa siendo excelente. Los Países Bajos comenzaron su programa de música en 1968, y le siguió Japón aprendiendo de la experiencia de estos otros países.

Otro informe, dice ella, descubre el hecho que los diseñadores técnicos y los ingenieros de Silicon Valley son casi todos músicos practicantes.

Un tercer informe revela que las escuelas que produjeron el logro académico más alto en los Estados Unidos están usando del 20% al 30% del día en las artes, dándole especial énfasis a la música. Se incluye en estas escuelas la escuela elemental St. Augustine del Bronx que, cuando estaba a punto de fracasar en 1984, llevó a cabo un programa de música intensivo. Hoy, el 90% de los estudiantes están leyendo al nivel o a nivel superior al de su grado escolar.

En otro estudio encontrado en el libro “Giros, Las Ventajas Extra-Musicales de una Educación Musical” United Musical Instruments, USA Inc., 1995. pp. 18-24, (Spin-Offs, The Extra-Musical Advantages of a Musical Education, United Musical Instruments USA, Inc., 1995. pp. 18-24) podemos ver que los estudiantes que participaron en grupos musicales y de apreciación musical son los estudiantes con el C.I. más elevado. Los programas de música atraen a estudiantes a los que las escuelas normalmente consideran como sus mejores alumnos. La información suministrada, nos brinda una base fuerte para promover la existencia de programas de música a lo largo de la vida académica del niño.

Un estudio también demostró la relación existente entre el logro en matemáticas y la participación en la instrucción de música instrumental. Se demostró que los estudiantes que participaron en instrucción de música instrumental en la escuela secundaria tomaron como promedio 2.9 más cursos de matemática más avanzada que los que tomaron los estudiantes que no participaron en ningún programa de música. Esto demuestra que la instrucción musical es atractiva para los estudiantes que son excelentes en matemáticas.
Otro estudio encontró que cuanto mejor pueda leer música una persona, mejor puede hacerlo en matemáticas. Lo contrario es también cierto – cuanto mas alto es el logro en el nivel de matemáticas mejor será el estudiante en leer música. Con esto, parece claro que los estudiantes que lo hacen bien en matemáticas, también lo harán bien en música.
Existen muchos métodos que se pueden usar como medio para aprender música. Uno de ellos es el método Suzuki para la enseñanza de música. Al respecto Howard Gardner opina lo siguiente:
“Todos tenemos algo de potencial musical, pero representa una gran diferencia si uno vive en una sociedad donde se espera que todos cantemos o toquemos un instrumento, o si uno tiene padres que se sientan con uno todos los días y cultivan esta inteligencia en particular. Sabemos, por medio del método Suzuki de enseñanza de música, que uno puede tomar a niños ordinarios y hacerlos parecer sensacionales si uno está dispuesto a pasar mucho tiempo y energía en ellos. Y yo pienso que lo mismo sería verdad para cualquiera de las inteligencias. Realmente se trata más de un tema de cuánto tiempo deseamos invertir en cada inteligencia.”

Dee Dickinson nos ilumina con esta información que citaré a continuación:
“El trabajo del Dr. Paul MacLean en el Instituto Nacional de Salud Mental nos da más luces en cuanto al valor de la educación musical. Su teoría sobre el cerebro trino sostiene que el cerebro humano es realmente tres cerebros en uno. La parte más pequeña, aproximadamente 5% del cerebro, la formación reticular, es la entrada para la información de los sentidos y se consagra en mantener el funcionamiento del proceso automático del cuerpo, como ser la respiración y el latido del corazón. Es también el lugar del comportamiento habitual o automático. La segunda parte, el sistema límbico, forma otro 10% del cerebro y es el lugar de las emociones, ciertos tipos de memoria, y del control glandular. La parte más grande, la corteza cerebral, que forma aproximadamente el 85% del cerebro, se consagra a los procesos de más altos de pensamiento.”

“MacLean señala que el sistema límbico es tan poderoso que literalmente puede facilitar o inhibir el aprendizaje y el pensamiento del orden más alto. Parece ser que las emociones positivas, como ser el amor, la ternura y el humor, pueden facilitar las capacidades de pensamiento de orden más alto; considerando que las emociones negativas, como el enojo, la hostilidad, y el miedo, pueden literalmente bajar al cerebro al pensamiento de supervivencia básico.”

“La relación hacia la educación musical es clara cuando observamos a alumnos que practican música alegremente juntos y cuando recogemos información sobre sus logros académicos en otras áreas. En un estudio por Bloom sobre músicos dotados revela que la mayoría tenían experiencias muy tempranas de aprendizaje con maestros que eran pacientes y agradables. Los maestros de entrenamiento entraron después en sus vidas.”

La Dra. Marian Diamond, neurofisióloga de Berkeley y una de las pioneras en este campo del estudio del cerebro, ha investigado también las ciencias cognitivas y ofrece información sobre cómo cambia el cerebro fisiológicamente en relación al aprendizaje y a la experiencia -para bien o para mal. Ella encontró que las experiencias de aprendizaje positivas, nutritivas y estimulantes que ofrecen oportunidades para interacción y respuesta pueden producir redes neuronales más ricas, que son el “hardware” de la inteligencia. La calidad dinámica de hacer música puede ser una de esos tipos de experiencia.”

Con toda esta información, sería del máximo interés de parte de los maestros dedicarse a aprender sobre todas estas técnicas, (El Efecto Mozart, la teoría de Hemi-Sync de Robert Monroe, el Método Suzuki de Enseñanza Musical, y otras) que están disponibles para todos, ya sea en libros o en Internet, y comiencen a introducir la música en sus sistemas de instrucción.

Es tiempo de empezar a buscar más información, estudiarla e implementarla como nuevos sistemas de educación en las escuelas. Es tiempo de sentir que queremos ser parte del gran cambio en la educación, ser parte de las personas que van a provocar ese cambio. Con todas las herramientas que tenemos disponibles ahora, yo considero que es casi irresponsable, como maestros, no hacer uso de toda esa información.

Éstos son cambios revolucionarios, y en la medida en que más y más maestros empiecen a implementar estos nuevos sistemas en sus aulas, estaremos contribuyendo a la conciencia colectiva de la educación y la estaremos cambiando poco a poco, hasta que un día nos demos cuenta de que todos lo estamos haciendo.

Nos daremos cuenta de que esto ha pasado finalmente cuando comencemos a ver estudiantes más felices, niños más felices, niños a los que les gusta ir a la escuela, niños a los que les gusta aprender lo que los maestros le están intentando enseñar.

 Niños que se sientan reconocidos, respetados, con una alta autoestima, queriendo contribuir con sus talentos a la paz mundial. De esta manera estaremos contribuyendo a la nueva humanidad y sabremos que hemos contribuido para que los nuevos niños cumplan con su misión.

Autora: Margaret Seleme de Guevara


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