Lo que das te viene devuelto. Lo
que tomas te es arrebatado. Esta es la ley del karma. El karma es
un tipo de deuda o crédito espiritual que acumulamos y que atrae experiencias
de retorno, que compensan las elecciones realizadas en el pasado.
Si hiciste elecciones para ayudar a
otros que estaban necesitados, te traerá karma positivo y quizás en el futuro
serás a tu vez ayudado. Si elegiste herir a los que eran inocentes te aporta
karma negativo, y tarde o temprano puedes experimentar ese dolor tú mismo.
La ley del karma es fácil de malinterpretar o de aplicar mal, y algunas personas la rechazan porque la perciben erróneamente. Por ejemplo, el objetivo del karma negativo es ayudarte a comprender lo que ignorabas cuando hiciste tu elección negativa. La experiencia está allí simplemente para ayudarte a aprender o recordar esta lección de la forma más profunda posible.
Aquellos que malinterpretan el
karma podrían concluir que si te enfrentas con una experiencia dolorosa (como
la de que abusen de ti) deberías dejar que te ocurriera ya que lo mereces
porque anteriormente causaste el mismo dolor a otro. Por el contrario, incluso
si la situación es un tipo de restitución de karma negativo, dado que es la
lección lo que cuenta, una vez que has comprendido que el abuso es incorrecto
(el núcleo de la lección) puedes y debes salir en defensa de ti mismo y acabar
con la experiencia abusiva.
El karma empieza y acaba con la elección.
En caso de karma negativo, empieza
con la elección de profanarse a sí mismo o a otro, y finaliza con la elección
de deshacer y evitar futuros males, con la comprensión del problema que los
causó. Si no hay elección no hay karma. Por eso si alguien es obligado contra
su voluntad a perjudicar a otro, acumula poco o sólo el karma relativo al pesar
que pueda tener por haberse metido en aquella situación.
Un ejemplo son los soldados en la
guerra, si matan a un soldado enemigo en una situación de vida o muerte, han
asesinado un ser humano y esto parece erróneo, pero esto causa menos karma que
si regresan a casa y matan a su vecino que no significaba ninguna amenaza. E
incluso, si ellos ingresaron voluntariamente en el ejército, esto trae un poco
de karma que debería enseñarles la próxima vez (quizás en otra vida) a tomar
decisiones más sabias. Otro ejemplo sería los que ejecutan a muerte en las
prisiones, si son los que ajustician a los convictos, a veces hombres
inocentes, falsamente acusados, pero la elección de ejecutarlos ha sido del
sistema judicial y no suya en particular, ellos no obtienen más que el karma
negativo que procede de su elección por el tipo de trabajo.
El karma acumulado en una vida puede transportarse hasta una siguiente vida. Algunas de las experiencias dolorosas que sobrellevamos pueden originarse en elecciones realizadas en una vida anterior. Esto irrita a las personas que piensan que no está bien que nos afecten elecciones que ni siquiera recordamos, y que es como ir a la cárcel por crímenes que uno no ha cometido.
Por otro lado, es cierto que olvidar nuestras vidas anteriores puede inducirnos en repetir el mismo error. Y por otro lado, las lecciones de experiencias kármicas negativas son suficientemente genéricas e independientes que no precisan que recuerdes concretamente qué es lo que originalmente las puso en movimiento.
Aprendiéndola de forma genérica asegura que es tu alma la que aprende y no tan solo el aspecto mecánico de tu cerebro. Cuando el cerebro recuerda consecuencias dolorosas de acciones pasadas, evita acciones similares para evitar consecuencias similares, pero este tipo de aprendizaje no procede de dentro del alma porque incluso los animales menos evolucionados aprenden de esta forma.
Así pues, no recordar lo que te
trajo tu karma negativo no debería desesperarte porque lo único que necesitas
es comprenderlo.
Conocer la ley del karma es importante por varias razones.
Primero, te empuja a ser más
cuidadoso con tus elecciones, palabras y acciones porque tienen consecuencias
que finalmente volverán a ti. Cómo afectes al mundo ahora determina cómo el
mundo te afectará a ti después.
Segundo, te hace buscar el significado más profundo que está tras tus inevitables condiciones de vida, permitiéndote comprender mejor y aceptar aquello que no puedes cambiar.
Y tercero, puedes poner punto final a experiencias dolorosos, por lo demás evitables, encontrando y aplicando las lecciones perdidas que han estrado atrayéndolas.
Fuente: Pleyades.org
NVA
Imagen: http://es.slideshare.net/Luzdluna/luna-creciente-10240-10240
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