Todos los
cambios son difíciles porque requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la
elección está entre este pequeño dolor o el gran dolor de seguir presos de
nuestros errores, bloqueos y sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad.
¿De
qué hablamos cuando hablamos de la mente?
En
occidente se tiende a identificar la mente y el pensamiento, pero no son lo
mismo. La mayor parte del tiempo nos dejamos llevar por el pensamiento,
reflexionando sobre las cosas, en una reflexión que, generalmente, nos aleja
del silencio, la paz, la claridad, que es realmente la naturaleza de la mente.
La felicidad es precisamente no pensamiento. En cualquier momento de felicidad
que tengas, observarás que no hay pensamientos. Sin embargo, siempre estamos
buscando la felicidad a través del pensamiento; buscando razones, técnicas o
estrategias para ser feliz. Cuando, en realidad, para ser feliz sólo necesitas
acallar el pensamiento y abrirte.
Sin
embargo, aunque en la felicidad no haya pensamiento, ¿el pensamiento sí puede
ser una forma de empezar a acercarnos a la felicidad, de comenzar su búsqueda?
Un pensamiento
adecuado puede ayudarte al principio, aunque sea para destruir con argumentos
nuevos, los viejos pensamientos que te impiden ser feliz. Pero seguir pensando,
sumar pensamientos, no te va a hacer más feliz, sino que puede ir sumando capas
que cubren y esconden la felicidad que ya tienes dentro. Puedes usar el
pensamiento, al principio, para acabar fuera del pensamiento.
¿Es
complicada nuestra mente o son nuestros hábitos de pensamiento los que la hacen
complicada?
Nuestra
mente no es complicada. Lo que son complicados son nuestros pensamientos. El
pensamiento puede ser muy útil, pero nos ciega, nos dejamos arrastrar por él.
Comprendes las cosas, las ves, no necesitas más, pero sigues pensando aunque no
lo necesites. Y lo complicas todo.
¿Cuáles
son los principales enemigos de la mente, para conseguir la felicidad?
Básicamente,
la ignorancia. Especialmente, esa ignorancia de no saber que no sabes. Creer
que sabes todo lo que hay que saber, te hace mantenerte en tu postura y repetir
errores. Repetir situaciones que te conducen a la infelicidad. Actitudes
dirigidas por el miedo, el enfado, el apego, la confusión...
¿Cómo
afrontar la ignorancia?
El primer
paso es reconocerla. Decir: no sé nada. Eso te mantiene abierto a aprender. Lo
que pasa es que mucha gente no puede aceptar esa incertidumbre, necesita
respuestas rápidas, ya, y si no, se llenan de ansiedad, y para evitarlo se
inventan las respuestas. Cualquier respuesta que les funcione durante un
tiempo. Pero eso les sigue manteniendo en la ignorancia y en la repetición de
errores y, por lo tanto, en el sufrimiento. Lo mejor que puedes hacer es
aceptar que no sabes y que no necesitas saberlo todo para ser feliz.
¿Cómo
afrontar el miedo?
El miedo
aparece precisamente por la ignorancia y porque no la aceptamos. Nos aterra lo
que no sabemos. Por eso, el mejor antídoto del miedo es la aceptación. El miedo
es resistencia a lo desconocido y, a veces, resistencia a lo conocido también.
La mejor forma de afrontarlo es la aceptación.
¿Cómo
afrontar el enfado?
La mejor
medicina contra el enfado es el amor. Cuando una persona está enfadada con
alguien, todo en esa persona lo ve mal, feo, criticable. Y por extensión, se
enfada con el mundo, que es feo y criticable también. Entonces hay que
practicar el amor; meditar en el amor y practicarlo.
¿Cómo
afrontar el apego?
De la misma
manera que el enfado. Con el amor. En castellano decimos te quiero, y en ese
concepto está intrínseco el apego, la propiedad. Sustituye la palabra amor por
dar. Cuando digas yo te amo piensa en yo te doy. Practica el dar, más que el controlar,
en el amor. Deja a un lado las expectativas y las exigencias. Ama con libertad.
A las personas, las cosas, las situaciones que más te gustan en la vida.
Entrégate a la experiencia, disfrútala, pero no quieras retenerla. El mejor
antídoto del apego es el amor; y sin embargo, demasiado a menudo cometemos el
error de identificarlos y nos convencemos de que cuanto más apego hay (celos,
posesión, exclusividad, control, etc.) es mayor el amor. Uno de los más grandes
errores.
¿Cuál
es la diferencia entre meditar y practicar?
Meditar
significa acallar la mente, observar los pensamientos que aparecen, dejarlos
pasar, afrontar sin miedo los sentimientos que aparecen, recuperar la calma,
instalarse en la claridad. Puedes meditar en quietud o en movimiento. Por otra
parte, la práctica consiste en ponerse en acción: practicar el amor, la
paciencia, desbloquearse, lo que sea. A través de ejercicios y, finalmente, en
la vida cotidiana. La meditación es una buena preparación para la práctica.
¿Cómo
organizarse cuando tenemos la sensación de que no tenemos tiempo?
Claro que
tienes tiempo. Desde que te levantas hasta que te acuestas tienes tiempo; otra
cosa es en qué lo utilizas. La realidad es que creemos que tenemos demasiado
tiempo y por eso lo desaprovechamos o lo llenamos de cosas que nos complican la
vida. Hay que hacer un esfuerzo para cambiar los hábitos. Por ejemplo: hablamos
mucho, sin parar, todo el día. En cuanto encontramos a una persona, hablamos.
Pero hablamos sin sentido. Puedes estar hablando durante 6 horas al día sin
haber dicho casi nada útil, hablar por hablar. Y con una hora de hablar con
conciencia podría ser suficiente, y dedicar el resto a otra cosa. Y está claro
que dedicamos mucho tiempo del día a hacer cosas que no son imprescindibles y
ni siquiera nos gustan mucho, y las usamos como distracciones o como formas de
llenar el tiempo, matar el tiempo. Pero, piénsalo bien, matar el tiempo es
matar tu propia vida. Claro que tienes tiempo, pero a lo mejor hay que cambiar
la forma en que usas el tiempo.
¿Cómo
afrontar la confusión y la ignorancia?
Cuando te sientas demasiado
confusa, deja de pensar, porque pensar en exceso te lleva a más confusión. Párate un rato,
abandona el tema y dedícate a otra cosa que no requiera más pensamiento. Al
igual que cuando está cansado tu cuerpo le permites descansar, deja descansar
tu mente. ¿Cómo? Muévete, haz ejercicios físicos, estira tu cuerpo, salta, sal
a correr... Y luego, retoma el tema otra vez. Lo más difícil es dejar de pensar
cuando te sientes arrastrada por una obsesión. Pero hay que parar, y volver a
empezar más tarde, más fresca.
Dicen que
el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
¿Por qué nos enfrentamos tantas veces al mismo problema (celos, exigencias,
perfeccionismo, etc.) aun cuando lo vemos venir? ¿Forma parte de la naturaleza
humana o es que no aprendemos? Y si es así, ¿por qué no aprendemos?
Todos los
cambios son difíciles, requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la
elección está entre un pequeño dolor (el cambio) o un gran dolor (seguir presos
de nuestros errores, bloqueos, sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad). Cada
vez que tengas un problema, cuando lo veas venir, míralo y pregúntate: ¿puedo
controlarlo o no? Si está en tus manos, lo resuelves, y si no, lo aceptas. Una
vez que aceptas la situación, ya no repetirás el problema a nivel mental; es
decir: ya no lo vivirás más con ansiedad, miedo, rechazo, enfado, etc.
Por una
parte, queremos simplificar nuestra vida y conseguir un estado de armonía
tranquila. Por otra parte, social y culturalmente (en el cine, en la
literatura, en los mitos sociales) se nos presentan como mucho más interesantes
los personajes más complicados, con tormentas emocionales. Esto resulta una
gran contradicción a la hora de educar a nuestros jóvenes, o de autoeducarnos.
¿Cómo transmites la importancia de ser buenas personas, sencillas y amables
cuando el mensaje mediático es que los chicos malos heredarán la tierra?
Con el
ejemplo. Si eres una persona feliz, probablemente intentarán repetir tus pautas
de vida, antes o después. Quizás no durante la adolescencia, porque se perderán
y se encontrarán mil veces en su propia búsqueda, pero sí más adelante. Pero,
finalmente, cada cual toma sus propias opciones y eso no depende de ti: pueden elegir
el camino del amor y la felicidad o el de los torbellinos emocionales y seguir
sufriendo. Déjales. En ese caso, quizás lo que necesitan es sufrir mucho más,
hasta el límite, hasta que no lo soporten más. Hay personas que sólo entonces
reaccionan y aprenden a amar a los demás: por necesidad de supervivencia. Otras
personas eligen la vía del amor por puro cansancio de sufrir, por puro
aburrimiento. Entonces descubren que el amor hace la vida más intensa, alegre y
gratificante.
Fuente: Tulku Lama Lobsang
Entrevista realizada por:
Marié Morales
NVA
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