domingo, 22 de febrero de 2015

LA PERCEPCIÓN DEL COLOR

En la actualidad, cualquier persona que trabaje con un ordenador está acostumbrada al uso intensivo del color, tanto en las imágenes y gráficos que aparecen en la pantalla del monitor, como en las, obtenidas en impresoras. Probablemente, casi nadie se pregunta cómo se produce el color en el monitor o en la impresora. Se da por hecho que el color está allí. Cuando alguien ve una imagen en su pantalla, y en ella una zona de color amarillo, casi con toda seguridad piensa que el monitor está emitiendo luz amarilla en esa zona, lo cual no es cierto en absoluto, dado que su monitor sólo puede emitir luz roja, verde o azul. En realidad se trata de una especie de engaño: cuando nuestro ojo recibe simultáneamente rayos de luces rojas y verdes, tiene la sensación de estar viendo amarillo. Lo mismo sucede en una imagen producida en una impresora (aunque el mecanismo visual es completamente distinto). Podemos ver una zona de color verde cuando realmente no existe ni una sola gota de tinta verde. La sensación del verde se tiene al ver por reflexión gotas de tinta cyan (turquesa) y amarillo, situadas muy cerca unas de otras.


Las causas que producen el color y cómo éste es percibido por el ojo humano.
Lo primero que debe hacerse a la hora de estudiar los orígenes del color y sus causas es constatar un hecho aparentemente contradictorio: el color no existe. No es una propiedad física de los objetos. En contra de lo que generalmente se piensa, las cosas no son de un color determinado. La hierba no es verde, sino que nos parece verde. Una amapola no es roja, nos parece roja. El color es una sensación subjetiva del cerebro y sólo perceptible para aquellos seres vivos con un cerebro suficientemente desarrollado (humanos, primates y algunas especies excepcionales).En realidad, para poder "ver" una escena cualquiera, basta con que exista una fuente emisora de radiación electromagnética que "ilumine" la escena; un dispositivo receptor que capte la radiación reflejada por los objetos y un "procesador" que interprete los resultados. Se han omitido intencionadamente las palabras "luz" (radiación electromagnética), "ojo" (dispositivo receptor) y "cerebro" (procesador). En efecto, podemos "ver" perfectamente un objeto en la más absoluta oscuridad sin más que "iluminarlo" con una fuente emisora de ondas de radio y disponiendo de un sistema que capte las ondas reflejadas en el objeto. La interpretación final de estos datos para "dar forma" al objeto podría realizarla un ordenador. Un procedimiento similar se sigue, por ejemplo, en los microscopios electrónicos: el objeto a fotografiar se "ilumina" con un haz de electrones, se mide la radiación reflejada y se procesa la información para detectar las formas del objeto. En definitiva, el ojo no es más que un dispositivo receptor de ondas electromagnéticas que responde a un cierto tipo de radiación y no a otros, de la misma forma que un receptor de radio es sensible a las ondas hertzianas, pero no lo es a las ondas emitidas por una bombilla.

 Esta comparación quizás puede parecer exagerada, pero lo cierto es que desde un punto de vista estrictamente físico, las ondas de radio y las emitidas por una bombilla son exactamente la misma cosa. Decir que una luz es "roja" tiene tan poco sentido como hablar del color de las ondas de radio.

Cuando contemplamos la hierba, lo único que sucede es que la radiación solar (que contiene multitud de ondas, incluyendo rayos X y rayos Gamma) es absorbida por la hierba y las características eléctricas del material constituyente de la hierba hacen que se re-emitan sólo aquellas ondas con longitudes de aproximadamente 550 nanometros. Estas entran dentro del rango detectable por nuestros fotoreceptores, por lo que al ser excitados enviarán información al cerebro. El cerebro (y sólo él) nos dirá que la radiación recibida es "verde". El concepto "verde" no puede existir como propiedad física de la hierba. Si en vez de iluminar la hierba con luz solar se hubiera hecho con otra fuente de radiación, podríamos percibirla con un color distinto, por ejemplo "rojo" (de nuevo el concepto "rojo" sólo existiría en nuestro cerebro, no sería evidentemente una propiedad del material hierba). Insistimos pues en que la luz visible, tanto si proviene directamente de una fuente como el sol, o aparece reflejada en un objeto, no es más que radiación electromagnética, dentro de un rango de longitudes de onda, que es capaz de excitar los fotorreceptores del ojo. El color no existe en la naturaleza, ni siquiera en nuestros ojos; sólo en nuestro cerebro.

La Percepción del Color
El ojo humano tiene en la retina 2 tipos de sensores a la radiación electromagnética: los Bastones y los Conos. Los bastones, de los cuales poseemos más de 100 millones, son células que sólo detectan el número de fotones (cuantos de luz) que llegan a ellas, independientemente de la longitud de onda de la radiación (siempre que ésta se encuentre dentro del rango en que son sensibles, es decir, 380 a 760 nanometros). Con ellas podemos ver detalle muy fino, debido al elevado número de detectores, y además, son muy sensibles, por lo que podemos discernir entre variaciones muy pequeñas de intensidad. Sin embargo, está claro que con estas células sólo obtenemos imágenes "en Blanco y Negro", dada su incapacidad para diferenciar distintas longitudes de onda. Este es el único tipo de fotoreceptor que se encuentra en la mayoría de los animales, a causa de lo cual sólo pueden percibir el mundo que les rodea en blanco y negro.
Los conos, que no llegan a 7 millones, son por su parte células sensoras mucho más especializadas que sólo aparecen en el ojo del hombre y los primates. De la misma forma que los bastones, únicamente detectan el número de fotones que llegan a ellas; pero este número detectado es diferente según la longitud de onda de la radiación. A los especialistas en la materia les gusta decir que los conos son ciegos al color, queriendo con ello subrayar que ni siquiera estas células especializadas son capaces de distinguir longitudes de onda diferentes. La información captada por los conos necesita ser postprocesada para deducir la longitud de onda que las excitó. Esta deducción es materia exclusiva del cerebro, por lo que aquí merece la pena volver a recalcar que es el cerebro y sólo él, el que consigue descifrar la composición espectral (proporción de cada longitud de onda) de la radiación recibida por los fotorreceptores, en realidad, esto tampoco es exacto, sino que es  el cerebro quien  genera sensaciones especiales para unos pocos pigmentos o tintas a los que "adorna" con cualidades como "brillo" o "saturación".

La forma en que el cerebro procesa la información facilitada por los conos es la siguiente en un  nivel básico, nuestros ojos (en realidad nuestro cerebro) detectan principalmente 3 colores: el rojo, el verde y el azul. Es decir, teóricamente, a cualquier radiación dentro del rango visible se le podría extraer la información "roja", la "verde" y la "azul" o, dicho de otra forma, los colores básicos serían el rojo, el verde y el azul y todos los demás podrían obtenerse (a nivel cerebral) combinando estos 3 básicos. Sin embargo, si a una persona se le pregunta cuántos colores básicos existen, lo más probable es que conteste que 4: rojo, verde, azul y amarillo. ¿Por qué sucede esto? La respuesta está en los mecanismos de 2º nivel, también llamados canales cromáticos: En primer lugar, el cerebro compara (restando) las respuestas eléctricas enviadas por los conos rojos y verdes y genera lo que se denomina un canal verde/rojo. El segundo mecanismo o canal azul/amarillo se genera comparando la información de los conos azules con la suma de de la información aportada por los conos rojos y verdes. Finalmente, la suma anteriormente calculada se suministra a un 3er. canal llamado canal de luminancia. Estos 3 canales cromáticos son procesados en una etapa posterior constituida por los mecanismos de 3er. nivel, siendo en esta última etapa en la cual nuestro cerebro "inventa" la amplia gama de colores que estamos acostumbrados a ver.

Generación y medición del Color
Teóricamente, y con la tecnología hoy existente, podemos construir dispositivos que imiten a la perfección la respuesta de los conos a la radiación. Es decir, puede efectivamente construirse un fotorreceptor que reaccione a la luz en el rango 380-760 NM. Exactamente en la misma forma en que lo hace un cono verde De hecho, así funcionan (aproximadamente) las cámaras digitales CCD. Si la información recogida por estos fotorreceptores pudiera ser enviada directamente al cerebro (como lo hacen los conos), habríamos construido un dispositivo perfecto de captura, almacenamiento y procesamiento del color sin más que intercalar un ordenador o procesador entre la fase de captura y la de interpretación de resultados por parte del cerebro. Sin duda, algún día se harán así las cosas. Una escena cualquiera, un paisaje, se fotografiará con una cámara que obtenga exactamente la misma información cromática, en forma de señales eléctricas, que la que obtendría el ojo humano. Esto puede hacerse y de hecho se hace en la actualidad incluso con mayor precisión que la que tiene el ojo. Sin embargo, no podemos aún enviar esta información directamente al cerebro (aunque ya se han dado los primeros pasos al respecto). La consecuencia inmediata y desafortunada es que esta información cromática de alta calidad obtenida por la cámara necesita por ahora "ser vista" por nuestros ojos (en contraposición a "ser enviada directamente al cerebro"). Esto quiere decir que necesitamos traducir la información numérica a un dispositivo productor de color. Y aquí está el problema: en la actualidad no podemos producir color (al menos con un coste razonable) exactamente en la misma forma en que fue captado por la cámara. El dispositivo ideal sería una especie de monitor con una resolución similar a la del ojo (cientos de millones de pixels) y de modo que en cada pixel pudiera emitirse una distribución espectral determinada, esto es, una radiación con una composición específica de distintas longitudes de onda en una proporción dada.

Autor: José Cortés Parejo. Abril 2000

NVA

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