Comencemos
retrocediendo un poco. Recordemos que aun una pequeña lesión cerebral, si está
críticamente localizada en el hemisferio izquierdo, o hemisferio del lenguaje,
puede destruir selectivamente la capacidad de la persona para leer mientras que
conserva la habilidad para hablar y conversar. La página impresa se puede
mirar, pero las palabras han perdido su significado. Tal estado es la
consecuencia típica de un daño focal de las circunvoluciones angulares
cerebrales del hemisferio izquierdo; también es el resultado de las lesiones
que interrumpen la comunicación neuronal de esta circunvolución angular del
hemisferio izquierdo con el área visual o la corteza calcaría. En este tipo de
casos, la conclusión natural sería que el hemisferio izquierdo es el
responsable de la lectura, mientras que el ileso hemisferio derecho, por otra parte, debe ser ciego a las palabras o incapaz de ver su significado
cuando se encuentran impresas.
Esto mismo se aplica a
la capacidad de la palabra hablada. Las lesiones focales en el área de
Wernicke, cerca de la base del lóbulo temporal izquierdo, o las ya citadas
lesiones que desconectan esa área de los aferentes que llegan a ella desde los
centros receptores de la audición situados en la corteza, han mostrado por lo
común un quebranto en la capacidad de entender el lenguaje hablado. Se sigue
escuchando el discurso, pero el significado se ha perdido. Estos casos parecen
indicarnos nuevamente que la comprensión de la palabra ha sido confinada al
hemisferio izquierdo, y que el hemisferio derecho, aun intacto, es ciego y
sordo a las palabras.
La acumulación de
numerosas observaciones de este tipo acerca de que el daño focal del hemisferio
izquierdo, pero no del derecho, destruye la comprensión y la expresión del
lenguaje, contribuyó a fortalecer a lo largo de los años el llamado punto de
vista clásico en el campo de la neurología de un hemisferio dominante, el
izquierdo, como propio del lenguaje, y otro hemisferio, el derecho, como
subordinado, menor y mudo. El hemisferio menor, además de ser incapaz de hablar
o escribir, y de ser sordo y “ciego” a las palabras, fue señalado, por
inferencia, como carente de las facultades cognitivas superiores asociadas con
el lenguaje y el procesamiento simbólico.
El punto de vista
clásico de una dominación cerebral se reforzó por los hallazgos paralelos sobre
la apraxia, en los cuales se reportó la dificultad de aprender el movimiento
voluntario después de que se lesionaba el lado izquierdo, principalmente. Se
consideró entonces que el hemisferio izquierdo era también el líder de la
ejecución motriz, del control y dirección de los movimientos voluntarios
superiores, así como el depositario de los engranajes cerebrales del
aprendizaje motriz. La evidencia de la dominación izquierda se extendió más
allá del cálculo y el razonamiento aritmético. Así, con pocas excepciones,
durante los años cincuenta y buena parte de los sesenta la evidencia acumulada
apoyaba la interpretación de un hemisferio izquierdo dominante,
intelectualmente más evolucionado, y otro, el derecho, por el contrario,
relativamente retardado, disléxico, sordo y ciego a la palabra, apráxico y
mudo, generalmente carente de las funciones cognitivas superiores.
La apraxia es la incapacidad para realizar movimientos o acciones
precisas debido a un trastorno neurológico. Una persona con esta condición
intentará realizar una acción específica o hacer un gesto, y tendrá la
capacidad física para hacerlo, pero el cerebro no se lo permitirá. Se
manifiesta de muchas maneras diferentes, la apraxia se produce cuando los
hemisferios cerebrales tienen un mal funcionamiento, de tal manera que una persona
es incapaz de controlar estas acciones. Una persona puede tener uno o más
tipos de apraxia al mismo tiempo.
http://apraxia.es/
|
Contraste de evidencias por la comisurotomía o cerebro separado.
Para sorpresa de
muchos, a principios de la década de los sesenta surgieron pruebas hechas en
pacientes con comisurotomía, o cerebro separado, que indicaron la presencia en
el llamado hemisferio menor de considerables capacidades de entendimiento y
comprensión del lenguaje escrito y hablado. Éstos eran pacientes del
neurocirujano Joseph Bogen y de su jefe, Phillip Vogel, del White Memorial
Medical Center de Los Ángeles, los cuales fueron sometidos a una cirugía
seccional de la línea media del cuerpo calloso y otras comisuras, en un último
esfuerzo para controlar su intratable y grave epilepsia. Durante la cirugía se
seccionaron todas las conexiones neuronales cruzadas de comunicación directa
entre los dos hemisferios. La experiencia de esta cirugía en pacientes humanos
y de más de diez años de estudios sobre el cerebro separado en animales, hacía
predecible que el efecto de la cirugía no sería incapacitante en lo que
concierne a las actividades diarias ordinarias, y ese fue el caso. Al cabo de
un periodo de entre seis meses y un año de recuperación, y no habiendo otras
patologías cerebrales, la persona que había sufrido la sección completa de las
comisuras del cerebro anterior bien podría pasar sin ser notada en un encuentro
o conversación casuales e incluso en un examen médico de rutina.
En nuestros estudios
preliminares con Michael Gazzaniga, los pacientes parecían mostrar que el
hemisferio derecho desconectado no era de ninguna manera sordo o ciego a la
palabra, según se había anticipado. Algunas pruebas lateralizadas acerca de las
habilidades lingüísticas indicaron que el hemisferio derecho era ciertamente
mudo y agráfico, pero aun así capaz de comprender, en un nivel moderadamente
elevado, las palabras dichas en voz alta por el examinador. El hemisferio
derecho desconectado era también capaz de leer palabras impresas, presentadas
en el campo visual izquierdo, las que se mostraban selectivamente o bien
señalando objetos y retratos de una serie seleccionada. Estos pacientes con
comisurotomía pudieron además, mediante el hemisferio derecho, elegir correctamente
palabras escritas o habladas y relacionarlas con objetos y fotografías, así
como ir correctamente de una palabra hablada a una impresa, y viceversa. La
recuperación táctil del hemisferio derecho se logró con objetos no directamente
nombrados, sino descritos mediante frases complejas, como “instrumento de
medida”, “contenedor de líquidos” y otras. No obstante que tenían el hemisferio
derecho desconectado, los pacientes pudieron deletrear palabras de tres o
cuatro letras sin omitir letras e identificar palabras a través del tacto. Más
recientemente, tales capacidades semánticas del hemisferio derecho se han
afirmado y extendido gracias a los experimentos de series comprensivas de
Zaidel, en que se emplea su técnica de lentes oclusores, los cuales hacen posible
una observación prolongada. La doctrina neurológica de comienzos de los años
sesenta estaba tan fuertemente arraigada que el doctor Bogen se vio obligado a
retirar su nombre, en buena lid, de los trabajos iniciales sobre el lenguaje.
Nuestra convicción de que las respuestas a las pruebas de lenguaje provenían del hemisferio derecho y no del izquierdo se basaron en los resultados de los procedimientos de lateralización, en los que podía mostrarse, mediante el seguimiento de las preguntas verbales, que el hemisferio izquierdo parlante se había mantenido ignorante de las respuestas y acciones, atribuyéndoselas entonces al hemisferio derecho. Cada hemisferio desconectado se comporta como si desconociera los eventos cognitivos de su contraparte, justo como sucedió en nuestros estudios con animales con cerebro separado realizados alrededor de 1950 e iniciados por Ronald Mayers, dela Universidad de
Chicago. Cada mitad del cerebro, en otras palabras, parece tener su dominio
cognitivo propio y bien definido, con sus propias experiencias perceptivas,
retentivas y lingüísticas, las que son aparentemente ignoradas por el otro
hemisferio. Aunque el síndrome básico de desconexión de cerebro en el hombre
resultara esencialmente semejante al obtenido en trabajos anteriores con gatos
y monos, su manifestación resultó ser mucho más impresionante. El hemisferio
parlante de los pacientes podía decirnos directamente, en sus propias palabras,
su desconocimiento de la experiencia sustentada por el hemisferio mudo a partir
de las respuestas y resultados correctos obtenidos en las pruebas. La
lateralización de las funciones cerebrales podía inferirse no sólo por la
deficiencia o ausencia de la función de un lado, sino también por su presencia
en el otro.
Nuestra convicción de que las respuestas a las pruebas de lenguaje provenían del hemisferio derecho y no del izquierdo se basaron en los resultados de los procedimientos de lateralización, en los que podía mostrarse, mediante el seguimiento de las preguntas verbales, que el hemisferio izquierdo parlante se había mantenido ignorante de las respuestas y acciones, atribuyéndoselas entonces al hemisferio derecho. Cada hemisferio desconectado se comporta como si desconociera los eventos cognitivos de su contraparte, justo como sucedió en nuestros estudios con animales con cerebro separado realizados alrededor de 1950 e iniciados por Ronald Mayers, de
La controversia del lenguaje del hemisferio derecho
La capacidad de
lenguaje encontrada sorpresivamente en el hemisferio derecho después de la
comisurotomía, provocó controversiales interpretaciones a las interrogantes del
caso que todavía no han quedado saldadas. Puesto de manera simple, el problema
planteado es el siguiente: ¿Por qué el hemisferio derecho es capaz de hacer
ciertas cosas después de la comisurotomía –como leer– y es incapaz de hacerlo
cuando hay una lesión focal en el hemisferio izquierdo? Se ha sugerido como
respuesta que la evidencia de comisurotomía puede estar desviada por la
extensión bilateral atípica del lenguaje en el hemisferio derecho, la que se
relaciona con la epilepsia de desarrollo prolongado y con la patología
asociada. Algunas críticas posteriores han supuesto variaciones individuales
dado el pequeño grupo de pacientes involucrados.
Nosotros nos inclinamos por otra interpretación, misma que sugiere, por el contrario, que es la lesión focal unilateral la que causa el desvío. Nuestro razonamiento indica que las lesiones del hemisferio izquierdo en presencia de comisuras intactas actúan para prevenir la expresión de la función latente, presente pero suprimida en el hemisferio derecho ileso. Esta interpretación presume que las dos mitades del cerebro, cuando están conectadas, trabajan de manera conjunta como una unidad funcional, con el control de mando en una o en otra. Cuando esa función unitaria se vuelve defectuosa debido a una lesión unilateral, el resultado prevalece en ambos hemisferios; es decir, los dos continúan operando como una unidad, ya sea defectuosa o funcional. Sólo hasta que el hemisferio derecho intacto se libera de la integración e influencia del hemisferio izquierdo dañado y rompe con éste –como sucede en la comisurotomía–, puede hacer efectiva su propia función residual.
Nosotros nos inclinamos por otra interpretación, misma que sugiere, por el contrario, que es la lesión focal unilateral la que causa el desvío. Nuestro razonamiento indica que las lesiones del hemisferio izquierdo en presencia de comisuras intactas actúan para prevenir la expresión de la función latente, presente pero suprimida en el hemisferio derecho ileso. Esta interpretación presume que las dos mitades del cerebro, cuando están conectadas, trabajan de manera conjunta como una unidad funcional, con el control de mando en una o en otra. Cuando esa función unitaria se vuelve defectuosa debido a una lesión unilateral, el resultado prevalece en ambos hemisferios; es decir, los dos continúan operando como una unidad, ya sea defectuosa o funcional. Sólo hasta que el hemisferio derecho intacto se libera de la integración e influencia del hemisferio izquierdo dañado y rompe con éste –como sucede en la comisurotomía–, puede hacer efectiva su propia función residual.
La anterior
interpretación se sustenta asimismo en los limitados datos provenientes de la
hemisfertomía (extirpación de uno de los hemisferios). El mismo razonamiento
parecía ser también aplicable al fenómeno de indiferencia y apraxia unilateral,
ninguna de las cuales probó ser ni cercanamente tan grave en las pruebas
lateralizadas después de la comisurotomía, como se hubiera podido esperar a
partir
de los hallazgos de las lesiones laterales. A pesar de que la última palabra a este respecto no se ha dicho aún, la interpretación precedente ha recibido un apoyo considerable en los estudios de comisurotomía subsecuentes, que revelan la presencia, en el hemisferio derecho desconectado, de capacidades cognitivas superiores, adicionales, que difícilmente podrían atribuirse a una bilateralización atípica del lenguaje o, más aún, a una variación individual. Hay razones para pensar que esas facultades adicionales han sido pasadas por alto por la complejidad que inevitablemente prevalece en presencia de las comisuras.
de los hallazgos de las lesiones laterales. A pesar de que la última palabra a este respecto no se ha dicho aún, la interpretación precedente ha recibido un apoyo considerable en los estudios de comisurotomía subsecuentes, que revelan la presencia, en el hemisferio derecho desconectado, de capacidades cognitivas superiores, adicionales, que difícilmente podrían atribuirse a una bilateralización atípica del lenguaje o, más aún, a una variación individual. Hay razones para pensar que esas facultades adicionales han sido pasadas por alto por la complejidad que inevitablemente prevalece en presencia de las comisuras.
Especialización del hemisferio derecho
Las primeras
indicaciones de la especialización del hemisferio derecho con antecedentes de
lesión lateral, tales como reconocimiento facial, vestido, dibujo de figuras en
bloque, dibujo de cubos tridimensionales y otras, se atribuyeron principalmente
a la asimetría entre el dominio de ejecución motriz y el sensorial, y no en los
niveles cognitivos superiores centrales. Esas funciones del hemisferio derecho
fueron llamadas visoespaciales, estructurales o de praxis. De acuerdo con las
concepciones convencionales de la dominancia cerebral, los procesos cognitivos
superiores implicados en estas actividades se asumieron como si fuesen una
contribución del hemisferio izquierdo a través de las comisuras. Nuestra
interpretación inicial de estas actividades no partieron esencialmente del
punto de vista clásico.
En 1967, sin embargo,
los datos recogidos de los sujetos con comisurotomía se sumaron para apoyar la
conclusión de que cada uno de los hemisferios desconectados –no sólo el
izquierdo– tiene sus propias funciones superiores de conocimiento. Durante los
procedimientos de pruebas lateralizadas, cada hemisferio parece utilizar sus
propios preceptos, imágenes mentales, asociaciones e ideas. De manera semejante
a lo que sucede en los estudios que emplean animales con cerebro separado, un
hemisferio muestra aparentemente sus propios procesos de aprendizaje y sus
cadenas separadas de memoria, desde luego inaccesibles a la experiencia consciente
del otro hemisferio.
Una evidencia adicional
del desarrollo del hemisferio derecho en los procesos superiores intelectuales
se sumó tras el estudio del caso de un estudiante con ausencia congénita del
cuerpo calloso, el cual presentaba un coeficiente intelectual verbal por arriba
de la media, y en el que el habla se halló tanto en el hemisferio derecho como
en el izquierdo. La calificación académica de este paciente con agénesis del
cuerpo calloso iba de regular a buena en los cursos de lenguaje y facilidad
verbal, pero mediocre en temas relacionados con la geometría y la geografía,
que suponen facultades espaciales y de relación no verbal que ahora asociamos
con el hemisferio derecho. El lenguaje adicional en el hemisferio derecho se
había alcanzado aparentemente a costa de las facultades espaciales y no
verbales que, de otra manera, el sujeto hubiera desarrollado ahí normalmente.
Más tarde se añadieron
otras evidencias controladas y directas surgidas de los estudios de Jerre Levy
acerca de la superioridad del hemisferio
derecho en tareas que requieren habilidades cognitivas superiores, las que apuntaban
específicamente a las especialidades cognitivas de ese hemisferio. En ellas se
encontró que la capacidad mental para hacer transformaciones espaciales intermodales
de formas en tercera dimensión a la segunda (sin desplegar), fueron mucho mejor
desarrolladas en el hemisferio derecho. De igual modo, donde la serie de
elementos mostraba los mejores puntajes para el hemisferio izquierdo, había una
correspondiente caída en la calificación del hemisferio derecho, lo que sugiere
una polaridad izquierda-derecha en las habilidades cognitivas.
A partir de estos
datos, además de los disponibles en la literatura, Levy propone que los
hemisferios izquierdo y derecho se caracterizan por formas intrínsecas,
cualitativamente diferentes y mutuamente antagónicas, de procesos cognitivos: el izquierdo, básicamente secuencial y
analítico, y el derecho, espacial y sintético. Una base racional se agrega a la
evolución asimétrica que se apoya en las ventajas funcionales de tener dos
modos cognitivos desarrollados por separado en hemisferios diferentes para
reducir la interferencia mutua.
En los años subsecuentes, la forma de pensar acerca de ello evolucionó rápidamente y se fortaleció y depuró a través de una serie de estudios en los que se vio la posibilidad de que el hemisferio llamado subordinado o menor, el que se pensaba que era analfabeto, mentalmente retardado y, para algunos autores, inconsciente, fuera el miembro cerebral superior en ciertas tareas mentales. Las especialidades del hemisferio derecho eran, por supuesto, de naturaleza no verbal, no matemática y no secuencial; antes bien, eran fundamentalmente espaciales y creativas, en las que una imagen o fotografía mental vale más que mil palabras. Los ejemplos incluyen la identificación facial, inserción de imágenes en matrices más grandes, identificación del tamaño de un círculo a partir de un fragmento o arco pequeño, discriminación y reconocimiento de figuras indescriptibles, capacidad de transformaciones espaciales mentales, reconocimiento de acordes musicales, clasificación de bloques por tamaños y formas en categorías, percepción del todo a partir de las partes y percepción y aprehensión de los principios geométricos. El énfasis se cambió de alguna manera de un antagonismo intrínseco y mutua incompatibilidad de los procesos izquierdo y derecho a una complementariedad de soporte mutuo.
En los años subsecuentes, la forma de pensar acerca de ello evolucionó rápidamente y se fortaleció y depuró a través de una serie de estudios en los que se vio la posibilidad de que el hemisferio llamado subordinado o menor, el que se pensaba que era analfabeto, mentalmente retardado y, para algunos autores, inconsciente, fuera el miembro cerebral superior en ciertas tareas mentales. Las especialidades del hemisferio derecho eran, por supuesto, de naturaleza no verbal, no matemática y no secuencial; antes bien, eran fundamentalmente espaciales y creativas, en las que una imagen o fotografía mental vale más que mil palabras. Los ejemplos incluyen la identificación facial, inserción de imágenes en matrices más grandes, identificación del tamaño de un círculo a partir de un fragmento o arco pequeño, discriminación y reconocimiento de figuras indescriptibles, capacidad de transformaciones espaciales mentales, reconocimiento de acordes musicales, clasificación de bloques por tamaños y formas en categorías, percepción del todo a partir de las partes y percepción y aprehensión de los principios geométricos. El énfasis se cambió de alguna manera de un antagonismo intrínseco y mutua incompatibilidad de los procesos izquierdo y derecho a una complementariedad de soporte mutuo.
En muchos casos, las
diferencias observadas de la cognición izquierda-derecha eran muy sutiles y
tenían una naturaleza cualitativa, de tal manera que pudieron verse oscurecidas
en los estudios de lesión lateral, por las variaciones individuales y
patologías preexistentes. En condiciones de comisurotomía, donde los factores
de base se equilibran y las comparaciones estrechas izquierda-derecha son
posibles en un mismo sujeto, las diferencias laterales, aun las mínimas, se
vuelven importantes. En el mismo individuo se puede apreciar consistentemente
el empleo de una u otra —dos formas distintas— de abordaje y estrategia, como
si fueran dos personas diferentes, dependiendo de si se usa el hemisferio
izquierdo o el derecho.
Otras extensiones
A partir de otras
fuentes se ha avanzado en muchas direcciones a través del estudio de diversas
poblaciones normales y cerebralmente dañadas, así como de otras expresamente
seleccionadas, explorando las correlaciones con la destreza manual, el género,
las preferencias ocupacionales, las habilidades, los talentos especiales
innatos, las variaciones genéticas como el síndrome de Turner, la dislexia
congénita, las patologías endocrinas, el autismo, los sueños, la hipnosis, la
escritura invertida y otras. En algunos casos, las conclusiones, junto con la
creciente ola de extrapolaciones semipopulares y especulaciones concernientes a
la lucha de las funciones cerebro izquierdo versus cerebro derecho, llamaron a
la prudencia.
La dicotomía izquierda/derecha
en el modelo cognitivo es una pista por la que se puede correr
desenfrenadamente. Los cambios cualitativos en el control mental pueden
involucrar el arriba-abajo, el adelante-atrás y otros cambios, aparte de las
diferencias izquierda-derecha. Además, en el estado normal en el que los dos
hemisferios parecen trabajar conjuntamente, lo hacen como unidad y no como si uno
estuviera encendido mientras el otro permanece apagado. Mucho queda por
establecer en esta materia. Aun la idea principal de que hay modelos de
cognición diferentes para los hemisferios izquierdo y derecho es cuestionada
por algunos a favor del punto de vista de que las especialidades del hemisferio
derecho son prácticas y manipulo-espaciales, y que las superiores, las
cognitivas y de autoconocimiento, están asociadas al lenguaje y por ende, al
hemisferio izquierdo.
A pesar de las
incertidumbres que permanecen respecto de la lateralidad, los resultados
positivos parecían sustentar un conocimiento agregado, en educación y otros
más, del papel tan importante de los componentes no verbales y otras formas de
intelecto. Otro resultado apabullante es el que deriva de las influencias
familiar, migratoria, sexual y otras variables innatas, con el reconocimiento
creciente de la individualidad de la estructura del intelecto humano. Cuanto
más sabemos, más complejas resultan las predicciones relativas a cualquier individuo
y, además, parece afirmarse la conclusión del grado de la extraordinaria
individualidad de nuestra programación cerebral, tanto que a su lado las
huellas dactilares o los rasgos faciales parecen toscos y simples. Ha llegado a
ser cada vez más evidente la necesidad de hacer pruebas educacionales y
establecer políticas de medición que selectivamente identifiquen, acomoden y
maximicen la diferencia especializada como forma de potencial intelectual
individual.
Autoconciencia y conciencia social
Las primeras
discusiones donde se afirmaba que el hemisferio derecho ni siquiera era
consciente quedaron eliminadas a partir de mediados de los años setenta, dando
paso a una posición en la que al hemisferio mudo se le atribuye la posibilidad
de tener conciencia en niveles elementales mínimos, pero que carece de los
superiores, reflexivos, autoconscientes y de autorreconocimiento, la clase de
conocimientos que hacen especial al ser humano y que serían necesarios para
calificar al sistema consciente derecho como “ser” o “persona”. La
autoconciencia se califica –principalmente de acuerdo con las pruebas de
espejo– como un atributo predominantemente humano, valorado por el desarrollo y
por la evolución como la fase más avanzada del conocimiento consciente.
Nos propusimos probar
más específicamente la presencia del autorreconocimiento en el hemisferio
derecho y relacionarlo con las formas de autoconciencia y conciencia social.
Con la percepción de estímulos pictóricos limitados a un hemisferio por el
lente oclusor desarrollado por Eran Zaidel, los sujetos tenían que señalar
específicamente artículos seleccionados de una serie específica, en respuesta a
preguntas acordes a sus conocimientos y sentimientos sobre el contenido de la
figura. Las respuestas de los sujetos incluyeron también diferencias en sus
expresiones emocionales, incluidas las exclamaciones de pulgar arriba y pulgar
abajo, respuestas a veinte preguntas de tipo incitante y observaciones
espontáneas y relevantes de tipo emocional frente a estímulos con carga afectiva.
Los resultados revelan que el hemisferio derecho desconectado reconoce
rápidamente e identifica sus propias elecciones entre una serie de fotos y, al
hacerlo, genera las reacciones y emociones apropiadas, demostrando un gran
sentido del humor sutilmente requerido en estas evaluaciones sociales. Hubo
hallazgos similares con fotografías de familiares directos, parientes, conocidos,
mascotas, pertenencias personales, escenas familiares e incluso políticas,
religiosas o históricas, o personajes de la televisión y el espectáculo. El
relativamente inaccesible mundo interno del hemisferio mudo se encontró,
sorpresivamente, bastante desarrollado. El nivel general del desempeño de estas
pruebas fue bueno de acuerdo con lo obtenido por el hemisferio izquierdo del
mismo sujeto o en una visión libre. Los resultados a la fecha sugieren la
presencia de una percepción de sí mismo bien desarrollada y normal, así como
relaciones personales sumadas a una insólita habilidad para el conocimiento en
general.
Ciertos procedimientos
prospectivos semejantes se utilizaron para explorar el sentido del tiempo y la
presencia relativa al futuro en el hemisferio derecho, mismos que no mostraron
hasta hoy evidencia de déficit o anormalidad. El hemisferio sin voz parece
conocer adecuadamente los horarios diarios y semanales, el calendario, las
estaciones del año y fechas importantes. También hace las discriminaciones
adecuadas para prever accidentes o pérdidas familiares. La necesidad de un
seguro de vida, de vivienda y por robo, por ejemplo, fue percibida por el
hemisferio mudo de un gran número de estos pacientes.
A diferencia de otros aspectos de la función cognitiva, las emociones nunca se limitan realmente a un solo hemisferio. Aunque generados por la teoría de la lateralidad, los efectos emocionales tienden a filtrarse hacia ambos hemisferios, aparentemente por los sistemas de fibras cruzadas del tallo cerebral. En las pruebas ya mencionadas de autoconciencia y conciencia social se encontró que aun las más tenues sombras de emoción o las connotaciones semánticas generadas en el hemisferio derecho pueden ser de gran ayuda para el izquierdo en su intento por adivinar la naturaleza de los estímulos conocidos sólo por aquél. Los resultados insinúan que los componentes afectivos, semánticos o de connotación juegan un papel sumamente importante en los procesos cognitivos en general.
A diferencia de otros aspectos de la función cognitiva, las emociones nunca se limitan realmente a un solo hemisferio. Aunque generados por la teoría de la lateralidad, los efectos emocionales tienden a filtrarse hacia ambos hemisferios, aparentemente por los sistemas de fibras cruzadas del tallo cerebral. En las pruebas ya mencionadas de autoconciencia y conciencia social se encontró que aun las más tenues sombras de emoción o las connotaciones semánticas generadas en el hemisferio derecho pueden ser de gran ayuda para el izquierdo en su intento por adivinar la naturaleza de los estímulos conocidos sólo por aquél. Los resultados insinúan que los componentes afectivos, semánticos o de connotación juegan un papel sumamente importante en los procesos cognitivos en general.
Los componentes mejor y
más específicamente estructurados de la información del proceso cognitivo se
muestran como formas separables de los componentes emocionales y de
connotación. Como había ocurrido antes, tales estructuras se continuaron
confinando en el hemisferio en que eran generadas, mientras que las
insinuaciones emocionales se filtraban a través de la influencia del proceso
neuronal en el otro hemisferio. La evidencia de esta separación es
significativa frente a la interrogante sobre la organización de los mecanismos
neuronales de la cognición. A partir de que los componentes afectivos muestran
propiedades conscientes, el hecho de que se crucen en los niveles inferiores
del tallo cerebral es de gran interés en relación con las bases estructurales
de la conciencia. El mayor impulso en nuestro trabajo actual apunta a
determinar con más precisión qué sombras de los contenidos emocionales,
semánticos o de connotación son susceptibles de cruzar el tallo cerebral y la
manera en que afectan el proceso cognitivo del otro lado. En estos estudios
estamos usando una técnica desarrollada recientemente para lateralizar la
visión, lo que permite hacer observaciones prolongadas sin artefactos en el
ojo.
Progresos en el problema mente-cerebro
Para concluir, queda
por mencionar brevemente que una de las cosas más importantes a dilucidar sobre
el trabajo del cerebro, separado como un deshilvanador indirecto, es la revisión
del concepto de naturaleza de la conciencia y su relación fundamental con el
proceso cerebral. La clave del desarrollo aquí es el cambio de un primer punto
de vista no causal y en paralelo a uno nuevo, causal o de interpretación
“interactivo”, que se adscribe a la experiencia interior y al papel que juega
el cerebro como controlador causal integral y del comportamiento. En efecto, y
sin recurrir a puntos de vistas duales, las fuerzas mentales y las propiedades
de conciencia de la mente se reintegran en el cerebro como una ciencia
objetiva, de la que desde hace mucho tiempo se excluyeron los principios
materialistas-conductivos.
Aceptando la revisión
del punto de vista causal y el razonamiento involucrado, ahora se vuelven
obvias las importantes implicaciones que acarrea para la ciencia y los
científicos la visión del hombre y la naturaleza. La psicología introspectiva
cognitiva y la ciencia cognitiva no la pueden seguir ignorando en la
experimentación, o describirla como una ciencia más allá del fenómeno, ni
tampoco como algo que debería, en principio, reducirse a una eventualidad
neurofisiológica. Los sucesos de la experiencia interna como propiedades
emergentes del proceso cerebral llegan a ser en sí mismos justificantes de la
construcción causal en su propio derecho, interactuando en su particular nivel
y con sus propias leyes y dinámicas. El mundo entero de la experiencia interior
(el mundo de las humanidades), largamente rechazado por el materialismo
científico del siglo XX, tendrá que ser reconocido e incluido en el terreno de
la ciencia.
En las revisiones
básicas del concepto de causalidad se incluyen las que afirman que el todo,
además de ser “una forma diferente y mayor de la suma de las partes”,
causalmente determina también el rumbo de éstas, sin interferir con las leyes
físicas y químicas de las subentidades en su propio nivel. Consecuentemente, la
ciencia física no podrá seguir reduciendo al mundo a través de la mecánica
cuántica a cualquier otro elemento ultraunificador o al campo magnético. Las
propiedades cualitativas y holísticas en los diferentes niveles llegan a ser
realmente causales en su propia forma y tienen que ser incluidas en la suma de
la causalidad. La teoría cuántica, en estos términos, no podrá seguir
reemplazando o minimizando los mecanismos clásicos sino, con toda justicia,
alcanzarlos o complementarlos. Los resultados han obtenido un cambio
fundamental en el que la ciencia ha trascendido la era del materialismo
conductivo. El antiguo alcance de la ciencia, sus limitaciones, su perspectiva
del mundo, el punto de vista de la naturaleza humana y su papel social como
fuerza intelectual, cultural y moral, han sufrido un cambio profundo. Donde
usualmente existía un cisma y un conflicto irreconciliable entre el punto de
vista científico y el humanístico tradicional del hombre y el mundo, ahora se
percibe un continuum. Un nuevo marco de interpretación y unificación surge con
el impacto de largo alcance, no sólo para la ciencia sino para las creencias y
principios en los que la humanidad ha tratado de vivir y encontrar significado.
Algunos efectos de la desconexión de los
hemisferios cerebrales
hemisferios cerebrales
Roger W. Sperry.
El punto de vista clásico de la dominación cerebral
Traducción de Laura Beverido
Discurso de recepción del Premio
Nóbel en Fisiología y Medicina,
Suecia, el 8 de diciembre de 1981, publicado originalmente
en Bioscience Reports (Gran Bretaña),
NVA
Roger Wolcott Sperry fue el primer psicólogo en recibir el
Premio Nobel de Medicina o Fisiología (1981) por sus descubrimientos
relacionados con la especialización funcional de los hemisferios cerebrales. El
presente artículo es un homenaje a Sperry a través de una reseña de su
trayectoria como científico y su impacto a través de diversos indicadores como
las citas en las bases de datos especializadas y los reconocimientos recibidos
a lo largo de su vida. A pesar de lo anterior, la comunidad psicológica no ha
dado el suficiente reconocimiento a este discípulo de Karl Lashley, a
diferencia de lo que sucede en otros campos del conocimiento como la
neurociencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario