Cada año se celebra el Día Mundial
del Recuerdo de las víctimas por accidente de tráfico. Se trata de un día en
recuerdo de todas aquellas personas que perdieron la vida en un accidente de
tráfico, así como la concienciación de la población para evitar gran mayoría de
las muertes debidas a la acción de los seres humanos.
El principal objetivo del día del Recuerdo de las víctimas por
accidente de tráfico es el de adoptar todas aquellas medidas posibles para
prevenir y evitar accidentes de tráfico que muchos de ellos llegan a ser
mortales. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) alienta cada año a los gobiernos para
que se involucren en concienciar a la población de las consecuencias, costes y
medidas a llevar a cabo y de este modo no se produzcan tantos accidentes al
año.
Es necesario concienciar a conductores, pasajeros y
peatones sobre la responsabilidad que les asiste en preservar la vida, por
medio del respeto a las autoridades y normas de tránsito, porque la vigencia de
los derechos humanos es responsabilidad de todos, y se solicita a las múltiples
autoridades involucradas a trabajar en coordinación permanente porque ¡basta ya de tantas muertes inútiles!
En esta lucha los
docentes y familias tienen que seguir trabajando en iniciar y transmitir a los
más pequeños las nociones básicas de seguridad vial. Concienciarles a través de
buenas prácticas, ya que una
educación vial de calidad hoy es evitar los riesgos del mañana.
¿Qué nociones debemos ir transmitiendo a nuestros
alumnos e hijos?
·
Los
semáforos: descúbreles qué significan los colores del
semáforo y enséñales a respetarlos. En el caso de que no haya semáforos,
muéstrales quienes son los policías de tránsito y cómo deben seguir sus
indicaciones.
·
Las
señales de tráfico: al
igual que con los semáforos, comienza a transmitirles el significado de la
iconografía y los colores de cada una de ellas. Además, hazles comprender
que la velocidad al volante es mala compañera.
·
Cómo
ser un buen peatón: utilizar
las aceras y no las carreteras, cruzar únicamente por los pasos de cebra, mirar
a los dos lados antes de cruzar la calle, respetar los semáforos y señales, y
si se circula de noche utilizar ropa de colores llamativos.
·
El
cinturón de seguridad: recuérdales
siempre la importancia de tener abrochado el cinturón cuando viajen en
cualquier tipo de transporte.
·
Aprender
a circular en bicicleta: es el
primer medio en el que se inician los más pequeños, por lo que debes enseñarles
la importancia que tiene tenerla siempre en buen estado, con la iluminación
adecuada, usar siempre casco y utilizar ropa llamativa para ser visibles para
el resto de vehículos.
·
La
responsabilidad en los transportes colectivos: enséñales a no sacar
ninguna parte de su cuerpo por la ventanilla, a no caminar por los pasillos de
los autobuses y a llevar siempre abrochado el cinturón
de seguridad.
Factores causantes de los
accidentes
El factor humano
Es bien conocida la gran
incidencia del factor humano (conductor o peatón) en el desencadenamiento de los accidentes, ya que en
la inmensa mayoría de los accidentes se registra
en algún momento un fallo humano. Para
poder conducir adecuadamente se precisan unas mínimas condiciones físicas y unos conocimientos sobre la conducción. Sin
embargo, no se precisan unas aptitudes físicas
excepcionales e incluso personas con defectos físicos importantes conducen bien
con vehículos preparados para ellos, sin
que se registren mayores índices de accidentes que en otras personas. Los conocimientos necesarios tampoco son
difíciles, pero la práctica demuestra que además de saber lo preciso para aprobar un
examen de conducir, hace falta alguna experiencia
en la conducción real. Por ello los conductores que no han recibido otra información que la exigida para obtener el
citado permiso suelen tener accidentes con mayor frecuencia de lo normal durante el
primer año de práctica, mientras que los conductores que recibieron cursos especiales
de formación tienen siempre menores índices
de accidentes.
Responsabilidad del factor
humano en los accidentes
La responsabilidad del factor
humano en la producción de accidentes se cifra aproximadamente en el 90% de los casos. Las
causas hay que buscarlas en diversos factores, destacando por encima de los demás
las causas psíquicas, la búsqueda del riesgo,
causas físicas, falta de respeto a las Normas de Circulación y a deficiencias en la
percepción. Según diversas estadísticas efectuadas se podría hacer el
siguiente resumen de causas de la
accidentalidad:
Por infracciones al Código 50
Por velocidad excesiva 25
Por alcoholemia 12
Estado físico del conductor 8
Estado de la vía o del vehículo 5
Se han realizado numerosas investigaciones para ver el peso
diferencial que pueda tener en la accidentalidad cada uno de los grandes
componentes del sistema de tráfico. Cabe destacar el proyecto REAGIR,
desarrollado en Francia durante muchos años y en el que se han estudiado a
fondo miles de accidentes; los estudios llevados a cabo por el Transport
Research Laboratory (TRL) en Gran Bretaña; o en Estados Unidos, los realizados
por la National
Highway Traffic Safety Administration o el Indiana Tri-Level
Study, una investigación llevada a cabo durante más de cinco años sobre unos
cinco mil accidentes de circulación de todo tipo. Esto últimos estudios
realizados en EEUU están considerados entre los más importantes y completos del
mundo, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. Sus hallazgos son
prácticamente coincidentes. En concreto, en el realizado por la Universidad de Indiana
descubrieron que entre los factores causantes del accidente de tráfico, el
factor humano se encontraba implicado entre el 93 y 71% de los casos; los
factores ambientales entre el 34 y el 12% y las causas debidas al vehículo entre
el 13 y el 4,5%.”
Causas de accidentalidad
Es la velocidad excesiva, la
que tiene el privilegio de ocupar el primer lugar dentro de las enumeradas anteriormente.
Factores que favorecen la
accidentalidad
La distracción
Uno de los elementos
subjetivos que interviene con mayor frecuencia en los accidentes de tránsito es la distracción que se presenta
tanto en el conductor como en los peatones
o pasajeros, quienes por negligencia o descuido se exponen a sufrir diversos accidentes con consecuencias lamentables para
su vida o integridad física. Si bien el
ser humano tiene la necesidad de distraerse para olvidar momentáneamente sus problemas o las situaciones negativas que
lo afligen, esto no quiere decir que deba exponerse a peligros que atenten contra su
propia integridad física. Por ello, es importante
controlar nuestras distracciones, sobre todo aquellas que afectan al desarrollo personal frente a la realidad del
tránsito, que es cada día más complejo y heterogéneo. La distracción es un estado psicológico de
dispersión mental que impide temporalmente a una persona prestar la debida atención a las
cualidades del objeto, es decir, que constituye
una incapacidad transitoria para captar o aprehender las características de los
objetos o hechos reales. Entre las
causas de distracción más comunes destacan: hablar con el teléfono móvil, estar agobiado por problemas, no ver las
señales de tráfico, conducir con prisas, discusiones con los pasajeros, sueño, leer o
consultar mapas, encender cigarrillos, manipular
equipos de música o no utilizar las medidas de seguridad activa
El alcohol
El alcohol tiene un efecto
tóxico hacia el sistema nervioso y ejerce un efecto adormecedor sobre algunas de sus funciones,
por lo que los reflejos se retardan y la visión se hace menos nítida. Pero también
provoca otros efectos, como esa agresividad, latente en muchos conductores, pero que se
presenta en toda su virulencia cuando se ha tomado alguna copa de más. Está demostrado que cuando el contenido de
alcohol en la sangre sobrepasa el uno por mil (alrededor de medio litro de vino), el
porcentaje de errores cometidos al conducir aumenta muy rápidamente. El problema del alcohol en la conducción
presenta un doble aspecto. Por una parte el de las personas alcoholizadas, que aunque
procuran conducir con prudencia suelen cometer
errores con consecuencias
gravísimas. En este caso poco frecuente hay que impedirles que puedan conducir hasta que reciban el
tratamiento médico necesario para corregir su estado. Por otra parte está el caso de los
bebedores no habituales, pero que en alguna ocasión beben en exceso, y que sin percatarse
de su estado conducen de forma imprudente.
Esta situación trata de combatirse actualmente con concienciación del público respecto el peligro de conducir tras
haber ingerido bebidas alcohólicas y con vigilancia policial. Entre 4 y 8 de cada diez
fallecidos en accidentes de tráfico superan los 0,5 gramos por litro de alcohol en la sangre, según los datos
oficiales. La variación entre 4 y 8, muy
grande, hace referencia a diversas fuentes y a los diversos estudios, a
estadísticas y a extrapolaciones ya que
en muchos de los casos en los que se produce un accidente no se hace la prueba a las víctimas de dicho
siniestro.
Actualmente, los límites de
alcohol en sangre permitidos para conducir un vehículo a motor están fijados en 0,5 gramos de alcohol
por litro de sangre para aproximarnos a los
valores medios vigentes en los distintos países de la Unión Europea. Un
valor que es difícil de personalizar
para cada persona en forma de bebidas porque depende mucho del peso de la persona y de la manera de
asimilar el alcohol. En función de que se coma algo sólido mientras se bebe hace que varíe
mucho el grado de alcohol en sangre aunque se haya bebido la misma cantidad de alcohol.
Uno de los colectivos con mayor riesgo de accidentes provocados por el alcohol,
y sobre todo durante los fines de
semana, es el de los jóvenes. Y máxime cuando tienen poca experiencia al volante. Por ello, los
organismos competentes han impuesto una limitación
específica para los conductores llamados noveles con menos de dos años de antigüedad en el carné de conducir. Así, el
límite genérico de alcohol en sangre se sitúa en 0.5 gr/l, mientras que para los conductores
noveles y profesionales se ha fijado en 0.3 gr/l. Creo que debería ser 0
gr/l. para el que conduce, sin
paliativos.
Sin duda la mejor manera de
evitar riesgos de sufrir accidentes es que cuando uno beba no conduzca. En los grupos, cuando se sale a
cenar, o a tomar copas, siempre debe haber
una persona que no beba y conduzca para poder llevar a los demás a sus casas sanos y salvos. De lo contrario, estaremos en
peligro durante toda la noche y, lo que es mucho más grave, estaremos poniendo en peligro
la vida del resto de los usuarios que circulan
por las calles, lo que es una postura totalmente incívica. Es grave el problema del alcoholismo en España,
que cada año hace perder muchas vidas
humanas, pero aún es mucho más grave cuando conlleva accidentes en los que pierden la vida personas inocentes y que se
ven involucradas en siniestros por culpa de la irresponsabilidad de los demás.
La compensación del riesgo
Todo ser humano, y en
general, cualquier ser vivo con capacidad de regular autónomamente su conducta, que se encuentra
situado en un entorno peligroso, adapta su
comportamiento para optimizar la relación entre la satisfacción de sus deseos y
los riesgos que comporta satisfacerlos.
Si cambia el nivel del riesgo que percibe, modificará consecuentemente su comportamiento para
alcanzar de nuevo una posición óptima. A ese mecanismo psicológico de adaptación del
comportamiento al cambio del nivel de riesgo
percibido en el entorno se le denomina «compensación del riesgo». En el caso concreto de la conducción de
automóviles, cada conductor establece su propio balance subjetivo entre los beneficios
que obtiene de una forma de conducción determinada
(tiempo de viaje, sensaciones a bordo del vehículo, relación con otros conductores, etc.), y el riesgo que percibe
asociado a esa forma de conducción. Lógicamente,
procura optimizar su propio balance entre beneficios y riesgos, adoptando la forma de conducir que a su juicio es la más
idónea. En consecuencia, la teoría de la compensación del riesgo aplicada al
tráfico establece que, por término
medio, los conductores adoptarán modos de conducción más arriesgados cuando perciban que se encuentran
en un entorno con mayores protecciones técnicas,
ya sea en su vehículo o en la infraestructura por la que circulan. Debido a
ello, las mejoras introducidas en el
entorno técnico del tráfico pueden quedar total o parcialmente neutralizadas por los mecanismos
psicológicos de compensación del riesgo,
o incluso en ocasiones pueden quedar sobre neutralizadas, dado que los mecanismos de compensación tienen una base
estrictamente interpretativa y subjetiva.
Estos enfoques del problema
de los accidentes de automóvil conducen a políticas muy diferentes de las que preconiza la ingeniería
de seguridad vial convencional. En efecto, si se asume que el objetivo primordial de la
política de seguridad vial debe ser la reducción
de los daños personales causados por el tráfico, y se observa que las medidas técnicas que actúan sobre el riesgo pueden ser
anuladas por los mecanismos de compensación,
si se quiere obtener resultados positivos sólo caben dos estrategias, o diversas combinaciones de ambas.
La primera estrategia viable
es, obviamente, la reducción del peligro: la mejor política de seguridad vial será aquella que persiga
como objetivos principales la reducción del número de vehículos en circulación, la
reducción del peso de los mismos y la reducción de la velocidad de circulación. En términos de
intervención política, estas tres reglas tienen una lectura muy concreta: trasvase de
viajeros desde el automóvil privado hacia los medios de transporte colectivos,
limitaciones legales de tamaño y potencia de los automóviles y limitaciones generalizadas de
velocidad con exigencia estricta de su cumplimiento.
La segunda es la de actuar
sobre el
nivel de riesgo percibido por los conductores, más que sobre el nivel de riesgo técnico. Dado que, el comportamiento de los conductores está
condicionado por los mecanismos de
compensación del riesgo, las políticas de seguridad vial deberán aplicar medidas que tiendan a incrementar la
percepción de los riesgos del tráfico por parte de los conductores. Así, éstos tenderán a
utilizar menos el automóvil de modo
menos arriesgado.
Para conseguir este objetivo,
es necesario intensificar la concienciación social acerca del verdadero alcance de los peligros del tráfico,
y de lo éticamente inadmisibles que son los
niveles de accidentalidad que se registran en todos los países, incluso en los
más avanzados en la materia. De este
modo, el punto de compromiso de aceptación de riesgos por los conductores se puede ir
inclinando progresivamente del lado de la seguridad. Asimismo, es necesario que el
entorno viario, y los propios automóviles, hagan al usuario consciente de la situación de
riesgo en el que se encuentra, en vez de intentar ocultársela proporcionándole una
falsa sensación de seguridad e incluso de invulnerabilidad como hacen la mayor parte de
las medidas de la ingeniería de seguridad
vial.
Fuentes:
https://upcommons.upc.edu/pfc/bitstream/2099.1/6321/7/06.pdf
https://www.google.com/?gws_rd=ssl#q=factores+que+influyen+en+los+accidentes+de+tr%C3%A1fico
http://www.causadirecta.com/component/jevents/eventodetalle/22/11/-?Itemid=1&pop=1&tmpl=component
NVA
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