“El bullying se refiere a toda forma de
agresión verbal o física producida entre estudiantes de forma reiterada a lo
largo de un tiempo determinado”
INTRODUCCIÓN
El término bullying se origina de la palabra en
inglés “bully” que significa matón o agresor y se ha extendido su uso, por
haber recibido atención reciente en países de habla del inglés antes que en
aquellos que hablan español.
Se produce cuando de forma intencionada, causa
un daño, hiere o incomoda a otra persona (OLWEUS, 1986,
1991) en una relación permanente o duradera que
un niño o niña establece con otros basado en la dependencia o miedo. No se
trata de fenómenos de indisciplina o violencia aislada, sino de un maltrato,
hostigamiento, intimidación psíquica o física permanente (Rosario Ortega, 2000)
El matonismo, acoso o bullying, representa un patrón de comportamiento más que un hecho aislado. Es
una forma
de acoso y violencia reiterada a lo largo de un tiempo, que
puede implicar gran sufrimiento para los y las adolescentes, con consecuencias
a veces extremas en su calidad de vida, felicidad, integración y formación.
Es una forma característica y extrema de
violencia que requiere de una visibilización y atención especial pues requiere
de un cambio cultural. El patrón conductual en que se da en una reiteración de
actos y expresiones, o situaciones, encaminados a conseguir la intimidación de
la víctima, por lo que se puede encuadrar como un abuso de poder, en la medida que es
ejercida por un agresor más fuerte, sea por una fortaleza real o porque es
percibido subjetivamente como tal. Calvo, Cerezo y Sánchez (2004), plantean que
en la situación de acoso e intimidación educativa se deben considerar tres componentes
que interactúan:
1. El agresor (que quiere dominar).
2. El centro educativo con condiciones que permiten que un alumno
o grupo actúen agresivamente mientras que el resto de compañeros observa con
complicidad o al menos con pasividad.
3. La víctima (que carece de los recursos para evitar ser
dominado).
El agresor:
A menudo la práctica del acoso, busca por parte
del acosador, intimidar, apocar, reducir, someter, amedrentar y consumir
emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a satisfacer una
necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir al otro, lo cual
se presenta como un patrón o forma característica de relación social con la víctima.
Las acciones de acoso en el centro educativo en gran medida, buscan bloquear socialmente a la víctima y quebrar la red
social de apoyo del o la adolescente víctima, perdiendo a menudo todo lazo
social significativo.
El centro escolar
donde se da matonismo:
Con mucha frecuencia el o la adolescente que
acosa, suele estar rodeado de un grupo de acosadores pares que se suman al
comportamiento de hostigamiento contra la víctima de acuerdo con las
investigaciones, y siguiendo el protocolo específico para el acoso, matonismo o bullying
y ciberbullying. Este es posible debido a la falta de control o
ausencia de conocimiento de la problemática en el centro educativo.
En síntesis, una falta de una autoridad exterior (real o simbólica), como
lo sería, un profesor, el director del
Centro educativo, el padre de familia, o
incluso, la seguridad y eficacia de un sistema de normas, que imponga límites a
este tipo de conductas. Esta situación posibilita que el acosador principal
asuma, un rol de líder negativo sobre el resto de sus iguales seguidores.
La víctima:
En la víctima se busca un chivo expiatorio, es el
“diferente”, por condiciones físicas, mentales, sociales o culturales. Puede
desarrollarse como una forma de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor
sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad
de otros compañeros, o incluso del entorno educativo. El sujeto maltratado
queda, a merced del sujeto maltratador, y de sus seguidores, generándose una serie de
secuelas y lesiones psicológicas. Es común, que la persona acosada viva aterrorizada, con mucha fobia para asistir al centro educativo y que se
muestre muy asustada, preocupada, triste y solitaria en su vida diaria. En
algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos suicidas,
e incluso su eventual materialización del suicidio.
De las investigaciones a nivel mundial se
desprende que, el tipo de violencia predominante es el psicológico o emocional y se
da mayoritariamente en el aula y patio de los centros educativos. Los
protagonistas de los casos
de acoso en el centro educativo suelen principalmente jóvenes iniciando la
adolescencia, siendo ligeramente mayor
el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas (Informe mundial sobre la
violencia contra niños y niñas).
En el sondeo cualitativo realizado en para el desarrollo de estos protocolos,
se encontró que el matonismo o
bullying es la segunda situación violenta que ocurre con más frecuencia en los colegios,
pues el 58,6% de los estudiantes así
lo identifica. Un tercio afirmó que dichas situaciones se dieron durante el
último mes y mayoritariamente entre
compañeros o compañeras.
Los principales tipos de bullying entre iguales (Dot,
1988; Cerezo, 2004) se suelen clasificar en:
• Físico: Como arañar, morder, pellizcar, dar empujones, patadas o
puñetazos, golpear o destruir o apropiarse de los objetos o las posesiones de
otros, entre otros.
• Verbal: Muchos autores reconocen esta forma como la más habitual en
sus investigaciones. Suele tomar cuerpo en insultos y motes principalmente.
También son frecuentes los menosprecios en público o el estar resaltando y
haciendo patente de forma constante un problema físico, de acción o de
condición diferente. Últimamente el teléfono movil también se ha convertido en
vía para este tipo de maltrato.
• Psicológico: El componente psicológico está en todas
las formas de matonismo. Incluye acciones encaminadas a minar la autoestima del individuo y
fomentar la sensación de inseguridad y temor. Las investigaciones sobre el
tema señalan que probablemente sean las formas más sutiles de violencia
psicológica, la mayor parte del acoso es sexual o basado en temas de género.
• Social: pretende ubicar aisladamente al individuo respecto del
grupo en un mal estatus y hacer partícipes a otros individuos, en ocasiones, de
esta acción. Esto se consigue con la simple actitud pasiva y observadora de otros
miembros del grupo. Estas acciones pasivas son acoso indirecto.
• Ciber bullying: Adicionalmente se debe visibilizar el
acoso o matonismo que se da a través de los medios electrónicos como Internet,
las redes sociales o teléfonos moviles. Este acoso puede incluir el verbal, el psicológico
y el social. Adicionalmente incorpora el acoso visual.
Finalmente se debe enfatizar que bullying es un tema novedoso,
no porque antes no se diera, sino porque se aceptaba como parte normal de la
vida en los centros educativos. Por ello este protocolo debe ser precedido por
un proceso de sensibilización y
comprensión del mismo.
Algunos “activadores” del bullying o
criterios de victimización son: razones de sexo, etnia, origen, nivel socio económico,
orientación sexual, identidad de género, o características físicas.
ACCIONES OPERATIVAS
ADICIONALES ANTE EL BULLYING O MATONISMO
1. Responsabilidades
del personal docente, los y las estudiantes y las familias ante el acoso
matonismo o bullying
Resolver qué hacer frente a situaciones de
acoso o bullying supone un
esfuerzo coordinado y articulado que implica la asignación de tiempo, recursos,
tareas y responsabilidades de todos los elementos de la comunidad educativa, de
los cuales se esperaría una participación, en al menos los siguientes aspectos,
incluida un sistema fácil, ágil y claro para atender a las victimas y denunciar
cualquier situación:
De los alumnos:
• Denunciar cualquier situación de acoso que
sean objeto o que tengan conocimiento.
• Cumplir con los derechos y obligaciones en
materia de acoso.
• Participar activamente en los programas de
información y sensibilización contra acoso o matonismo del centro educativo.
De los profesores:
• Informar y tramitar cualquier suceso de
acoso, matonismo o bullying que
tengan conocimiento.
• Participar en la solución de los problemas y
búsqueda de soluciones.
• Fomentar entre el alumnado el debate y la
sensibilización contra el sobre el acoso.
• Incluir el acoso como punto en las reuniones
del centro.
• Participar en la formación en técnicas y
programas contra el acoso.
• Mejorar las medidas de supervisión y
vigilancia y valorar horarios de recreo según edades
• Planificar y coordinar la atención de las
víctimas así como la inclusión del tema en la currícula y reuniones con la
familia
Las familias:
• Comunicar cualquier situación que tengan
conocimiento, sobre hechos de acoso al centro educativo.
• Mantener niveles de comunicación adecuada con
sus hijos e hijas sobre el tema.
• Explicitar un código de conducta ante el
acoso que no tenga ninguna duda sobre su posición, independiente del papel que
ocupe el hijo en los hechos.
• Participación activa en los proyectos del
centro.
ACCIONES ESTRATÉGICAS
DE DIAGNÓSTICO O INTERVENCIÓN
Como suele suceder con los acosos psicológicos,
el bullying o matonismo
está rodeado de complicidades, silencios y no siempre deja lesiones físicas. Deja una víctima disminuida, aislada, con vergüenza
de su condición, lo que hace más difícil su detección e intervención. De ahí
que la prevención, detección, atención de las situaciones, protección de las
víctimas, el establecimiento de límites, sanción y seguimiento deben tener como
fundamento una estrategia que se resume en cinco acciones:
1. Definir o valorar adecuadamente la extensión
y dimensión de las posibles situaciones de acoso o bullying que se puedan estar produciendo en el centro
educativo y conocer las particularidades de cada uno de los conflictos
en tanto son irrepetibles, como todo lazo social, aun cuando compartan patrones
de relación. Para lo cual se debe acordar las “normas del aula” sobre
agresiones y amenazas, debidamente publicado de forma amigable.
2. Establecer cuáles son los objetivos de
intervención de carácter preventivo o estructural y los objetivos para cada una
de las situaciones o casos y ordenarlos según su importancia.
3. Diseñar un modelo de intervención según sea
la extensión y gravedad del fenómeno con las posibles acciones y las posibles
soluciones a los conflictos particulares.
4. Elegir tanto para el modelo de intervención
como para situaciones particulares, las soluciones que se consideren mejores y
elaborar un plan de acción con el señalamiento de objetivos, metas, plazos,
responsables, recursos y sobre todo con el compromiso y motivación de llevarlo
a cabo.
5. Poner en marcha el plan general y realizar
las intervenciones particulares detectadas.
6. Valorar los resultados obtenidos y, si no
son los deseados, repetir todo el procedimiento para tratar de mejorarlos
En general las experiencias exitosas en este
campo de prevención y de intervención señalan que para mejorar la convivencia
educativa y prevenir la violencia, es preciso fortalecer la autoestima y
enseñar a resolver conflictos de forma constructiva; es decir, pensando,
dialogando y negociando, poniendo límites claros a patrones de conducta.
NIVELES DE
INTERVENCIÓN
En el plan de acción general sobre acoso, se
deben diferenciar al menos tres niveles de intervención: primario, secundario y terciario.
1. Intervención primaria entendida como las acciones que se dirigen a la
prevención. En este nivel se sitúan las estrategias o procedimientos que
pretenden intervenir con acciones o metodologías concretas para que la conducta
de acoso entre compañeros no aparezca, promoviendo una convivencia de calidad y
respeto entre estudiantes.
2. Intervención secundaria, como todas aquellas acciones que se dirigen a
la detección, control y establecimiento de la gravedad de las situaciones.
3. Intervención terciaria se dirige a la aplicación de las medidas que
permitan corregir y erradicar las situaciones de matonismo, acoso o bullying, así como la
restauración de las víctimas y eventualmente de los acosadores.
PROCEDIMIENTOS
OPERATIVOS ESPECÍFICOS
1. La detección.
La primera acción en materia de acoso escolar o
bullying, es detectar las posibles situaciones específicas de acoso, para lo
cual se pueden establecer acciones directas
e indirectas.
Acciones indirectas.
Para la detección de situaciones de acoso
mediante mecanismos indirectos se debe utilizar un procedimiento de tres pasos:
1. Identificar a los
alumnos con mayor riesgo de ser victimizadas. Se pretende conocer
qué alumnos están teniendo problemas de relación con los compañeros y cuáles se encuentran aislados, rechazados o
discriminados por el grupo. Para ello es necesaria la participación de los docentes, bajo la coordinación de los
profesores guías, con el fin de observar las conductas, en diferentes entornos, tales como aula, patios,
actividades deportivas o de diversa índole. Se facilita también para este
propósito actividades grupales,
o “encuestas” donde cada alumno exprese su percepción y valoración acerca de la convivencia en el centro educativo. En
general se debe, mantener una actitud perceptiva y receptiva, sobre el tema, involucrando toda la comunidad
educativa, incluidos los padres, madres o encargados.
2. Valorar la
presencia de indicadores relacionados con la situación de victimizado entre los
alumnos o alumnas. Los alumnos detectados no deben ser
“estigmatizados” como víctimas, sino como sujetos que podrían presentar algún riesgo de ser victimizados. En esta
fase se pretende que el personal docente, coordinado por el profesor guía o persona asignada para
tales efectos, con asesoramiento del orientador, observe si en estos alumnos existen efectivamente indicadores
de acoso.
3. Realizar
entrevistas con aquellos alumnos en los que existen indicadores relacionados de
estar victimizadas. Estas entrevistas pueden ser realizadas por el
profesor guía, o por algún miembro del personal docente del centro, con el propósito de determinar si
se ha producido una situación de acoso o matonismo recurrente y, en caso afirmativo, las circunstancias en
las que se produjo y las vivencias que el o la estudiante tiene sobre esos hechos, con el fin de determinar los
grados de acoso y la dinámica del mismo.
ACCIONES DIRECTAS DE
DETECCIÓN DE ACOSO
Establecimiento de
garantías y canales de comunicación
La primera acción es garantizar y asegurar que
el alumnado que está en situación de victimización tenga los canales para poder
comunicar estos hechos. Además se debe asegurar que esos canales sean
conocidos, tengan la suficiente discreción, seguridad, privacidad y que funcionen.
La intervención
El centro tiene que tener establecido qué se
hace cuando sucede un caso de acoso. Todo el personal debe conocer cómo se
responde, los pasos que se deben dar y las personas que intervienen. Se deben
realizar, al menos las siguientes seis acciones para la intervención:
1. Toda situación conocida de acoso debe ser
notificada al profesor o guía o persona establecida para tales efectos en el
centro educativo, la cual, hará un reconocimiento de la situación (diagnóstico)
y establecerá en primera instancia la gravedad de los hechos (leves o graves).
2. En todos los casos, los hechos o
situaciones, se harán del conocimiento de los padres, madres o encargados y de
la dirección del centro educativo.
3. De la situación se elaborará, un informe
detallado con los datos de los involucrados, edades, situaciones, vivencias,
circunstancias, relatos, entre otros. La valoración de si los hechos son leves
o graves es fundamental.
4. De acuerdo con las circunstancias
detectadas, se establecerá un plan de intervención según el tipo de caso:
-Casos leves: ejemplos de intervenciones son
llamadas severas de atención, técnicas de resolución de conflictos, reuniones
conjuntas con los sujetos y sus familias, sanciones establecidas en el
Reglamento.
-Casos graves: ejemplos de intervenciones son
medidas de protección para las víctimas, estrecha coordinación del centro
educativo con las familias, medidas extremas como suspensión o cambio del
centro educativo, acciones legales para el agresor si proceden, preparación
para posibles acciones legales o denuncias contra el centro
5. Se deben aplicar las medidas establecidas en
el plan de intervención, considerando las eventuales responsabilidades administrativas
o judiciales de los acosadores y la atención psicosocial de las víctimas y
acosadores, valorar la evolución de su aplicación y evaluar los resultados de
las mismas. Todo el proceso se debe realizar con la mayor confidencialidad y
privacidad y evitar la estigmatización de las víctimas.
6. Se debe dar seguimiento a la situación y al
plan de intervención.
“Al desarrollo por la Educación ”
MINISTERIO DE
EDUCACIÓN PÚBLICA
Dirección de Vida
Estudiantil
Programa Convivir
vidaestudiantil@mep.go.cr
www.vidaestudiantil.cr
San José, Costa Rica
MINISTERIO DE
EDUCACIÓN PÚBLICA
PROGRAMA NACIONAL DE
CONVIVENCIA EN CENTROS EDUCATIVOS
PROGRAMA CONVIVIR
Protocolo específico para el acoso, matonismo o
bullying y el ciberbullying
UNESCO.
SAN JOSE ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION , LA CIENCIA Y LA CULTURA.
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