“La ansiedad es una
respuesta fisiológica y emocional frente a un evento que interpretamos como
amenaza y vendría a estar en la línea de lo conocemos por miedo”, define la
psicóloga Betania Cohen.
Explica, que es una respuesta de sobrevivencia que activa
nuestro sistema hormonal y nervioso para poder escapar o hacer frente a una
situación que es leída como una “amenaza”.
El problema está en que nuestro sistema nervioso ni
nosotros dejamos de diferenciar las situaciones reales de las imaginarias,
generando ansiedad crónica o patológica y ejemplifica diciendo que nos podemos
poner tan ansiosos conversando con nuestro jefe, tal y como si estuviéramos en
una guerra.
Por otro lado, la doctora Nelly Baeza, del programa de
Salud Pública de la
Universidad Central afirma que una persona con ansiedad, le
invadirá una sensación de irrealidad, se sienten fuera de la situación, teme
perder el control, conocimiento o enloquecer. Es decir, lo que sucede es que
desencadena fuertes estados de estrés y éste a su vez, generan depresión o
bien, se provocan síntomas y enfermedades fisiológicas.
Aunque también es frecuente que induzca el vicio por la
comida. Así de problemática es la ansiedad y lo peor, es que no se reconoce
como una enfermedad ni como una reacción inadecuada.
¿Qué
pasa en nuestro cuerpo?
“Los síntomas clásicos son manos sudorosas, aumenta la
velocidad de las palpitaciones del corazón y se produce un estado generalizado
de alerta, respiración agitada y en algunos casos mareos y temblores”, enseña
la psicóloga.
Pero además, la ansiedad puede afectar gravemente nuestro
cuerpo. ¿Qué ocurre realmente? Toma nota:
1.
Garganta: La voz se vuelve ronca, pero también se produce tensión y
rigidez, que resecan la garganta y dificultan el tragar.
2.
Hígado: El sistema suprarrenal producirá en exceso cortisol, que a
su vez, causará que el hígado genere más glucosa, generalmente se puede
absorber esa cantidad extra de azúcar, pero para quienes tienen riesgo de
sufrir diabetes, es grave.
3.
Piel: Como
respuestas al estrés se produce un cambio de flujo sanguíneo y aparece sudor
frío o las mejillas se enrojecen. Además, el sistema nervioso simpático envía
más sangre a los músculos, acelerando el envejecimiento de la piel, eccemas,
aumenta la transpiración y la histamina, dando paso a inflamaciones, entre
otras reacciones.
4.
Bazo: Para
distribuir más oxígeno al cuerpo y para enfrentar la ansiedad, el bazo libera
glóbulos rojos y blancos adicionales y se incrementa el flujo sanguíneo entre
un 300 y un 400% durante este proceso.
5.
Músculos: El cuerpo se tensa creando presión en los grupos musculares
grandes. Pero también, si la ansiedad es crónica la tensión provoca dolores de
cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello, incluso se corre el riesgo de
trastornos osteomusculares crónicos.
6.
Corazón: Aumenta las probabilidades de sufrir problemas
cardiovasculares dado el aumento constante del ritmo cardíaco, la elevada
presión sanguínea y la sobreproducción de cortisol. Como consecuencia, puede
ser causante de hipertensión, arritmia, derrames y ataques al corazón.
7.
Pulmones: Existe evidencia que hay una relación entre la ansiedad y
el asma, ya que las personas con asma tienen más probabilidades de experimentar
ataques de pánico.
8.
Cerebro: Se afectan las áreas del cerebro que influyen en la memoria
a largo y corto plazo y en la elaboración de sustancias químicas que pueden dar
lugar a un desequilibrio. Además, puede activar de forma constante el sistema
nervioso, que a su vez puede afectar a otros sistemas del cuerpo, generando
reacciones físicas, como fatiga y desgaste, entre otras.
9.
Sistema inmunitario: Es el que más sufre debilitándose sus funciones, dando paso
a gripes y ser más susceptible a infecciones e inflamaciones.
10.
Estómago: La digestión se desregula pudiendo tener efecto a largo
plazo problemas en los intestinos y en la absorción de nutrientes, produciendo
ardores, hinchazón, colitis y a veces, pérdida del control de esfínteres.
11.
Metabolismo: Se desequilibra y puede causar sobrepeso y obesidad. Esto
por la liberación constante de cortisol en el flujo sanguíneo que hace reducir
la sensibilidad a la insulina. Además, de generar úlceras
La doctora Nelly Baeza propone comenzar desde la infancia y
que como padres nos hagamos responsables de la ansiedad de los hijos y
enseñarles que la vida es más que responsabilidades y éxitos.
“Debemos aprender a manejar el estrés, ya que a las
personas ansiosas les paraliza, las llena de temores, pensamientos y no les
permite actuar”, aconseja.
Para la psicóloga Betania Cohen lo importante es empezar a
diferenciar situaciones reales de las imaginadas y poner acción frente a los
problemas, en vez de quedarse en un estado de paralización, en la que a veces
sólo deja ansiedad y miedo.
“También sirve aprender ejercicios de respiración, que
contribuyen a inducir tranquilidad y mantener hábitos saludables, como hacer
ejercicio, dormir entre 6 a
8 horas diarias, alimentarse de manera correcta, suplementarse naturalmente en
caso de que exista ya un desgaste del organismo”, recomienda.
Esto es, porque de lo contrario se inducirá un círculo
vicioso, donde si el organismo está descuidado, habrá cansancio u otra enfermedad
lo que hará que no se podrá enfrentar de manera óptima los desafíos de la vida
y eso generará más ansiedad.
“La clave está en tomar conciencia y despertar del
automatismo en el cual la mayoría estamos, porque eso nos enferma y a la larga
trae sufrimiento”, señala la psicóloga.
Por lo tanto, el tener conciencia de todos los daños que se
producen en nuestro cuerpo a causa de la ansiedad y el estrés se puede tratar
de elegir otro camino, lo que no quiere decir que sea más fácil, pero valdrá la
pena vivir sin esos ataques de ansiedad que paralizan y enferman.
NVA
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