Ciertas investigaciones han demostrado que lo que
llamamos ÉXITO depende tan solo de un 23% de nuestras capacidades intelectuales
y un 77% de nuestras aptitudes y actitudes emocionales. Es, por tanto, nuestra
inteligencia emocional la que define en gran medida, la calidad, logros y
cantidad de logros que alcanzamos en nuestra maltrecha vida.
La inteligencia emocional, concepto creado por Peter
Salovey y John Mayer, ambos psicólogos de la Universidad de Yale y
difundido por Daniel Goleman, que de su mano conocemos y se universalizo el
termino, hace ya unos años, por mediación de su libro: Inteligencia Emocional;
es la capacidad de SENTIR, ENTENDER, CONTROLAR Y MODIFICAR ESTADOS ANIMICOS PROPIOS
Y EXTRAÑOS O AJENOS.
Aunque forma parte de nuestra inteligencia integral,
ha sido desvalorizada, en parte por venir por la vía de la Filosofía , por el
coeficiente intelectual, más fácil de definir y medir. Sin embargo hoy se sabe
que la inteligencia racional, asociada al coeficiente intelectual, el
razonamiento abstracto, verbal, numérico y espacial, y reflejada en títulos y
destrezas lógicas, no es directamente proporcional al éxito conseguido, ni a la
sensación de satisfacción personal.
Personas sin altos estudios, ni capacidades
intelectuales brillantes que triunfan en casi todo lo que se proponen, mientras
que otras con unas grandes capacidades, no progresan ni en el ámbito laboral,
ni profesional o personal. La habilidad para manejar emociones y
sentimientos marca la diferencia de unos en contra de otros, quien además
son más flexibles, creativos, abiertos y eficaces.
Alcanzar metas se relaciona directamente con las
habilidades que posee la persona emocionalmente inteligente, depende de la
capacidad de encarar problemas, canalizar emociones y no de la capacidad de
razonar o resolver problemas matemáticos. El complejo mundo de las emociones
interviene para dar solución a como encaramos los problemas del día a día.
Goleman,
afirma que en la mayoría de las situaciones el cerebro emocional piensa más
rápido que el racional, tanto es así que las decisiones trascendentales no son
el resultado de razonamientos abstractos sino, por el contrario, suelen estar
cargadas de sentimientos que no se pueden explicar desde la óptica de la
inteligencia lógica.
1. Autoconciencia:
saber qué me está pasando y qué estoy sintiendo.
2. control emocional: regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado anímico y su exteriorización.
2. control emocional: regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado anímico y su exteriorización.
3. La
capacidad de motivarse y motivar a los demás.
4. Empatía:
entender qué están sintiendo otras personas, ver cuestiones y situaciones desde
su perspectiva.
5. Liderazgo
y eficacia interpersonal: capacidad para persuadir y dirigir, negociar y
resolver conflictos, para la cooperación y el trabajo en equipo.
Cómo cultivar la inteligencia emocional:
Si bien la familia y la escuela son
pilares fundamentales en el desarrollo de la inteligencia emocional, nunca es
tarde para adquirir nuevas habilidades y alcanzar un dominio más eficaz de las
emociones:
1. Desarrolle la empatía.
Observe su entorno, escuche a quienes lo rodean. Fíjese en sus gestos, en su
mirada, en su forma de hablar. Póngase en el lugar del otro para intentar
sentir lo que él siente.
2. Cultive el autocontrol sin suprimir las emociones. Analice si determinado sentimiento es eficaz para resolver una situación dada, o si lo aleja de la salida y le causa daño.
2. Cultive el autocontrol sin suprimir las emociones. Analice si determinado sentimiento es eficaz para resolver una situación dada, o si lo aleja de la salida y le causa daño.
3. Reconozca sus tensiones. Sin
reprimirse, busque soluciones creativas y canalice el estrés con algún hobbie o
deporte.
4. Rebobine. Después de una discusión o
de un día agitado, pregúntese “para qué”. Evalúe si su reacción fue
desproporcionada, si valió la pena haberse comportado así, si logró su
objetivo.
5. Ríase más. El buen humor libera
endorfinas, aumenta el bienestar, positiviza la mirada y ayuda a descomprimir
la tensión. Si no tiene razones para reír, búsquelas, propícielas. Mire
películas cómicas, recuerde viejas anécdotas y momentos divertidos.
6. Encuentre placer en su vida. Ayuda
a vivir mejor las emociones. Procure que cada día sea una oportunidad para el
placer: leer un libro, recibir o dar un masaje, charlar con un amigo, dar un
paseo...
7. Ponga orden. En situaciones críticas
recuerde momentos de plenitud y proyecte el bienestar futuro. Sobran los
motivos para luchar. Usted se merece una buena vida y para disfrutarla habrá
momentos en los que deberá esforzarse un poco más.
Fuente: Prof. Dr. Alberto Cormillot
Desarrollo. NVA
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