Las personas que tienen un
fuerte sentido de la gratitud y amor no necesariamente tienen más sentimientos
que otros; ellos simplemente reconocen y ven más belleza en sus vidas. Un
estudio realizado sugiere que personas que cuentan/expresan sus bendiciones son generalmente más felices
y saludables que las personas que no lo hacen.
Como practicarlo:
1. Relájate. Es
difícil cultivar un sentido del agradecimiento cuando estas enojado, frustrado
o ansioso. Si estos son asuntos con los que tienes que luchar, es importante
resolverlos, ya que son barreras enormes al agradecimiento.
2.
Vive el momento. Si estas muy ocupado viviendo en el pasado o pensando en el futuro, no
vas a ser capaz de darte cuenta por completo cómo van las cosas de bien ahora
mismo. Además, pensar en el pasado y en el futuro abre la puerta a
comparaciones, las cuales son la única manera de percibir que algo no es lo
suficientemente bueno. Lo que tienes ahora es todo lo que existe, y comparar
eso con algo que ya no existe más o aun no ha existido es una forma sencilla de
fomentar insatisfacción y martirio a ti mismo. Como dice el viejo refrán: “El
pasado es historia, el futuro es incierto y el día de hoy es un regalo, por eso
se llama Presente”. Disfruta hoy, este momento y no pospongas tu diversión.
3. Empieza con
tus sentidos. Los placeres más elementales de la
vida por lo general son asequibles a nosotros todo el tiempo, pero estos se
borran de nuestra conciencia porque estamos muy acostumbrados a ellos. Aprende
a distinguir los pequeños detalles y aprécialos deliberadamente.
-Mira a tu
alrededor. Distingue hermosas figuras, colores y detalles. Nota cosas que
normalmente das por sentado, como el reflejo de la luz del sol en el cabello de
alguien. Piensa en los pequeños detalles que te perderías si fueras ciego. A
menudo los minutos de felicidad son los que más se desperdician.
-Huele las rosas.
Y la comida, y el aire. Reconoce los olores que te hacen sentir bien. Un césped
recién cortado, el aire fresco después de la lluvia, una olla de café recién
preparado.
-Saborea tu
comida. Come lentamente. No te limites a engullir y tragar. Identifica sabores.
Disfruta la forma en que se mezclan entre sí. Sigue los consejos de los amantes
del vino, ellos saben cómo disfrutar el más tenue de los sabores.
-Desarrolla tu
sentido del tacto. ¿Cómo se siente el roce de las hojas, las sabanas o una
loción en tu piel? ¿Cuántas veces al día la gente te toca de manera afectuosa y
tú apenas te das cuenta?
-Escucha más que
música. Escucha cuando pienses que todo está en silencio, y descubrirás que
realmente no todo esta tan tranquilo. Tal vez puedas escuchar el ruido del
viento colándose debajo de la puerta, de las hojas susurrantes, de niños
riendo.
4. Aprecia cualquier clase de despreocupación en tu vida. Sentimientos
como la risa, el afecto y la alegría son efímeros. Una vez que una relación se
ha degradado a un nivel en que estas emociones no vuelven a ocurrir
espontáneamente, es muy difícil que vuelvan a surgir. Tú debes saber eso por
experiencia. Por lo tanto maneja esos momentos con cuidado (especialmente con
niños que son la fuente de la despreocupación). No seas la persona que toma la
vida muy seriamente, que no tiene tiempo para divertirse o que no tiene sentido
del humor.
5.
Te en cuenta El
refrán popular “La ausencia hace crecer el cariño” tiene algo de cierto. Lo
ideal es que tú no tengas que separarte de algo o alguien para valorarlo (te
puede llevar a un círculo vicioso). Pero puede ser un buen camino para
desencadenar tu sentido de gratitud solo de vez en cuando.
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